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Cultura

EcoHollywood: si eres sostenible no te cambies de esmoquin

Joaquin Phoenix, con el esmoquin que no se quitará en toda la temporada
Joaquin Phoenix, con el esmoquin que no se quitará en toda la temporadaPaul DrinkwaterAP

El «star system» de Hollywood es en sí mismo un anuncio publicitario. Las antiguas estrellas vivían del «glamour» y del misterio, pero en estos tiempos si no te abonas a una causa «humanitaria» quedas como el actor secundario Bob o un desalmado que vive a cuerpo de rey mientras los súbditos se ahogan. Los millonarios buscan el perdón a base de chistes malos. Así duermen mejor. Estos nuevos reyes no quieren ser como María Antonieta, que, según cuenta la leyenda, se atiborraba de dulces mientras el pueblo no tenía para pan. Son hipócritas que no quieren acabar en la guillotina, que es donde van a parar los honestos. El cambio climático es la película de la que ahora vivien. Si no eres un «ista», ecologista, animalista, feminista, no consigues una portada a no ser que se opte por ser «nudista», que también tiene muchos «likes». Un culo al biés sigue vendiendo más que todo el CO2 que podamos inhalar (por ahora).

Joaquin Phoenix, un magnífico actor con un cerebro perturbado, quiere imitar a Marlon Brando hasta en sus extravagancias, cuando el intérprete de «El Padrino» rechazó un Oscar por el maltrato que sufrían los indios por parte de EEUU. A Phoneix le aguarda otro Oscar por sudar el papel de «Joker», pero antes llegarán otras galas. A todas ellas, Phoenix irá con el mismo esmoquin de Stella McCarteny (unos dos mil euros) con el que recogió el Globo de Oro. Ese ha sido su deseo de año nuevo. Combatir el calentamiento global con la austeridad indumentaria. No cuenta las veces que lo lleve al tinte ni lo que ha polucionado en su periplo internacional para promocionar la película. Es tal el mamarracho ideológico llevado a las bellas artes que ha dejado la cultura desnuda, un páramo donde el debate intelectual serio es el de unos guapos de almanaque. A Jane Fonda, con un neceser lleno de cremas que anuncia por televisión, le encanta que la detengan cada semana en las manifestaciones para revivir sus años de activismo político sin avisar de lo que contaminan sus potingues y las inyecciones de bótox. El esmoquin de Phoenix se convierte así en un protagonista más, en el verdadero actor, en el complemento de vestuario de la gran estafa. El emperador va desnudo, pero esta vez el pueblo también lo está.