Luis Eduardo Aute en cinco discos extraordinarios
Elegimos los cinco mejores trabajos de la discografía del genial artista
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Al contrario que muchos compañeros de generación, Luis Eduardo Aute siempre concedió un gran valor al disco, que veía como la suma de la mayor cantidad de buenas canciones. Y aquí recomendamos cinco álbumes esenciales:
“Rito” (1973):
Después de cinco años sin grabar, y algo hastiado de la música, regresa con una obra imponente que contiene clásicos como “Dentro”, “De alguna manera”, “Acaso” o “Las cuatro y diez”. Con este disco encontró y mostró su sello personal, el de un cantautor con una forma muy personal de contar las cosas y un manejo especialmente diestro de las palabras. El epílogo “Autotango del cantautor” es una ácida y sarcástica mirada hacia su profesión y ciertos amaneramientos y tópicos a la hora de desarrollarla. Este texto es simplemente memorable y hasta punk: “Qué me dices / cantautor de las narices / qué me cantas con ese aire funeral / Si estás triste, que te cuenten algún chiste / Si estás sólo, púdrete en tu soledad”.
“Espuma” (1974):
Nuevas creaciones bajo el epígrafe “canciones eróticas” que en realidad son mucho más que eso. En su contraportada incluyó sendas citas de Paul Éluard y Vicente Aleixandre. El disco enseña una forma diferente de abrazar la belleza femenina a través de piezas tan delicadas como “De espuma”, “Anda” o “Solo en tu cuerpo”. Es la época de creación más frenética del autor, que dispara en todas las direcciones artísticas, y parece increíble que encuentre tiempo para dejar una profunda huella con un álbum tan delicado. Dejaría una profunda huella entre las nuevas generaciones de cantautores. “Sólo el mar de tu oculta geografía / Ese mar aún sembrado de misterios / Lleva mi barco a buen refugio”, de “Solo en tu cuerpo”, explica fielmente el contenido de del disco.
“Albanta” (1978):
Una de esas obras que definieron la transición española de la mano de un Aute muy inspirado en su mirada hacia la realidad social. Recupera “Al alba”, ya convertida en un himno de la mano de Rosa León, y convierte Albanta en un lugar mejor en el que soñar a partir del nombre inventado por su hijo Pablo para referirse a un país imaginario en el que le gustaría vivir, un país que en realidad es la viva imagen de la utopía porque nunca existió y nunca existirá. “A por el mar” es otro de los himnos generacionales de la época. Quizá sea su ábum que más se acerque a los estándares del rock y en él participan Los Canarios y hasta Armando de Castro, guitarrista que poco después fundaría Barón Rojo.
“Cuerpo a cuerpo” (1984):
Se convirtió en todo un éxito en una época en la que los cantautores parecían ya pasados de moda y sin nada que aportar. “Cine, cine”, “Dos o tres segundos” o “Una de dos” conquistaron las listas en plena época de madurez del autor, ya con sus inseguridades hace tiempo olvidadas. Este trabajo marcaría un momento crucial para él y para la canción de autor española, pues ésta parecía cerca de estar enterrada y pasó a abrirse paso como un género casi masivo y abonado a grandes giras. Justo lo que a Aute le parecía algo imposible de conseguir. Cómo no sucumbir a los versos finales que despiden tan interesante álbum: “Una canción puede ser un obús / O la caricia de un viento del sur”.
“Intemperie” (2010):
Producido por Tony Carmona, es el ejemplo de lo injustamente inadvertida que pasó su última etapa como músico, en la que rescató la inspiración de antaño bajo un prisma ya más sosegado, crítico y melancólico. Con este disco, Aute recuperaría el gusto por volver a componer canciones y hacer discos, por mucho que no tuvieran el impacto merecido. Tiene versos a la altura de lo mejor que haya escrito. Por ejemplo: “Emboscado en las entrañas de una travesía / De cien mil desiertos que no admiten vuelta atrás / Siento que el camino que he quemado cada día / Me conduce cuando acaba a otro desierto más”. Conviene revisar este invierno de su producción musical, pues se comprueba que el talento de Aute permaneció intacto hasta el final.