Michel Piccoli, “le grandeur” del cine europeo
Tenía 94 años y una carrera dirigida por los más grandes. Con su muerte se va uno de los grandes de la pantalla, íntimo de Buñuel y señor de la escena
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Francia llora la pérdida de una de sus grandes estrellas cinematográficas con una prolija carrera de más de 200 producciones en siete décadas. El actor francés Michel Piccoli falleció el pasado día 12 a los 94 años por un accidente cerebral y este lunes su familia lo hahecho público. Su larga carrera fue un reflejo de lo mejor del cine francés y europeo a través de las últimas décadas: Godard, Renoir, Berlanga, Buñuel, Vardà o Hitchcock fueron algunos de los directores bajo cuyas órdenes rodó innumerables clásicos que deja en su eterna filmografía como «Belle de jour», «Le mépris» o «La gran comilona».
También productor, director y guionista, deja, además, trabajos en la televisión y el teatro, y multitud de premios, entre ellos el de mejor intérprete masculino en el Festival de Cannes de 1980 gracias a «Salto al vacío», de Marco Bellocchio y el Oso de Plata en Berlín dos años más tarde con «Une étrange affaire». Inexplicablemente fue cuatro veces candidato al César sin conseguirlo.
Piccoli murió en brazos de su tercera mujer, la guionista Ludivine Clerc, con quien se casó en 1977 tras divorciarse de la cantante y actriz Juliette Greco, y de sus hijos Inord y Missia. «El gran pudoroso», como se le conocía popularmente en Francia pese a los numerosos papeles que hizo de seductor libertino, basaba su encanto en una mezcla de cinismo y nobleza.
El mundo de la cultura francesa se deshacía ayer en un bucle de condolencias e innumerables recuerdos de Piccoli. «Magistral en el cine de Claude Sautet, Michel Piccoli era uno de esos inmensos actores a quien le bastaba la mirada para transportarte. Nos va a faltar mucho este hombre generoso de compromiso sincero», lamentó el ministro francés de Cultura, Franck Riester, de un actor reconocido por la prensa gala como un «monstruo» de la interpretación, un «gran señor» y «leyenda» del cine nacional e internacional.
Amigo de Sartre y Beauvoir
Nacido en 1925 en París, Jacques Daniel Michel Piccoli creció en una familia numerosa de músicos de origen italiano que le animó a fomentar sus dotes artísticas, y desde crío cultivó una vocación temprana. Interpretó un sinfín de secundarios en cine y teatro hasta que su personaje en «El desprecio», un escritor de teatro que tiene que corregir un guión de cine que adapta la «Odisea» de Homero, logró que diera el salto a papeles protagonistas. Por medio de su despegue se interpuso la II Guerra Mundial, pero también gracias a aquella circunstancia se forjó su conciencia política y su batalla sin tregua contra la extrema derecha francesa del clan Le Pen.
Amigo íntimo de Simone Signoret, Yves Montand, Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, se consideraba un comunista sentimental y defendía que si uno se dedicaba a las artes no podía ser conservador. Terminado el conflicto bélico, Piccoli empieza a hacerse un nombre en el teatro, su primera gran pasión, y poco a poco realiza incursiones en la gran pantalla. Su gran oportunidad, sin embargo, tardó unos años, aunque lo encumbró de inmediato: tenía 38 cuando protagonizó «El desprecio» de Godard, en 1963, donde formó una pareja legendaria con Brigitte Bardot.
Su encuentro con Luis Buñuel, en 1956, tuvo una importancia capital. Fue uno de los mejores amigos del cineasta aragonés, con el que trabajaría en «La muerte en este jardín» (1956), «Diario de una camarera» (1964), «Belle de jour» (1967), «La vía láctea» (1969), «El discreto encanto de la burguesía» (1972) y «El fantasma de la libertad» (1974). Siguió una carrera cinematográfica excepcional, con los más grandes directores franceses: Jean-Pierre Melville, Louis Malle, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol, Raoul Ruiz, René Clément, Resnais, Alain Cavalier y Jacques Demy. Cuando Agnès Varda rodó en 1995 «Las cien y una noches», un homenaje al cinematógrafo en su centenario con una pléyade de estrellas internacionales, tuvo claro que tenía que adjudicar a Piccoli el papel de Monsieur Cinema.
Sin dejar de ser actor
Incansable, a los 70 años se atrevió también con la dirección, sin abandonar nunca, sin embargo, su faceta interpretativa. En la recta final de su carrera rodó «Habemus Papam», de Nani Moretti (2011) y un año más tarde «Holy Motors» de Leos Carax y «Aún no ha visto nada», dirigida por Resnais). Su última aparición fue en 2014 en «El sabor de los arándanos», de De Thier.
En cuanto a su vida personal, muy agitada, contrajo matrimonio con Eléonore Hirt, con quien tuvo una hija, Anne-Cordélia. Estuvo casado con la actriz Juliette Gréco, de 1966 a 1977, y con la escritora Ludivine Clerc desde 1980, con quien adoptó a dos niños de Polonia: Missia e Inord. Y en 1976, publicó un libro de memorias, «Dialogues égoistes».
Su gran compromiso con el arte de la interpretación es una cualidad que han querido recordar sus seres queridos en los innumerables tributos que le están rindiendo los medios franceses. El gran temor durante toda su vida fue, precisamente, dejar de actuar. «Uno querría que no se acabe jamás, pero se va a acabar», solía repetir. Aunque toda la filmografía que deja es ya parte de su eternidad.