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Casa del Libro: La liberación de la literatura

La cadena de librerías reabrió ayer sus buques insignia de Gran Vía (Madrid) y Paseo de Gracia (Barcelona), y hoy convoca a sus clientes a una fiesta en la que, desde las 10:30 horas, Posteguillo, Vilas y Lindo, entre otros, firmarán ejemplares

Despacito, pero vamos dando pasos dentro de las posibilidades. Ayer por la tarde, uno más: la apertura de un emblema de las librerías madrileñas. Equipados con el básico de estos tiempos, la mascarilla, ya es posible hacer lo que antaño era de lo más normal y tanto hemos añorado durante más de dos meses: coger el 46 en la avenida de Valladolid y subir el paseo de la Florida, la cuesta de San Vicente, plaza de España, Gran Vía, Callao... hasta «la parada de la Casa del Libro». Lo de toda la vida, aunque esta vez toca hacerlo dentro de este simulacro de normalidad. Un lugar que muchas veces solo ha sido de paso, el escenario en el que bajarse y usarlo de entrada al Madrid más bullicioso; otras, un punto en el que hacer tiempo mientras se esperaba a alguien o, simplemente, donde entrar para matar las horas hojeando algunas contras; pero también, desde luego, un destino fijo para comprar un regalo especial, un porque sí o un capricho propio. Sea como sea, la Casa del Libro de Gran Vía es una institución en sí misma. Uno de esos negocios míticos de la arteria madrileña desde que se instalase en ella en 1923. A su alrededor se suceden las tiendas de ropa, los cines se convierten en teatros y los hoteles y restaurantes van cambiando unos por otros, pero el número 29 es un fijo de todos los tiempos.

En estos, en los del coronavirus, han tenido que pasar 76 días de cuarentena para que volvamos a ver movimiento al otro lado del escaparate. La gente sabía que la apertura estaba cerca y «durante todo el día han estado preguntando que cuándo sería», comentaba la directora de tienda, Mayte Castro, minutos después de empezar a recibir visitantes.

No fue hasta las 17:00 horas cuando se dio el pistoletazo de salida (también en la tienda del Paseo de Gracia barcelonés). En la puerta, el «anfitrión» de la Casa, un hombre encargado de poner a disposición de los clientes el gel hidroalcohólico. Dentro, todos los dependientes con mascarilla, guantes y el citado gel siempre a mano. Los más de dos mil metros cuadrados de la tienda se han reducido a 400 por exigencias del guión: «En principio, solo abriríamos en fase 2 por ser una tienda grande, pero salió la norma de que se podían acotar y aquí estamos», recordaba un «tranquilo» Javier Arrevola, director general de Casa del Libro. «Hemos tenido que retenernos porque había muchas ganas de abrir, y, aunque el “e-commerce” ha funcionado muy bien durante todo este tiempo, los clientes ya pedían venir, pero debíamos asegurar unas medidas mínimas».

Perderse entre novelas

El comprador, muchas veces solo un visitante que no busca más que andar entre libros, ya no puede perderse entre los pasillos como antes. «Ahora lo quiere todo a mano», continuaba Arrevola, «así que los libros se bajan desde las otras plantas y se concentran en la baja. Que rápidamente se den cuenta de dónde están los “best-sellers”». Es un modelo de negocio diferente, apunta, «el cambio no está en los altos costes de mascarillas, guantes, geles..., sino en entender que es otro concepto de tienda», añade. En el modelo tradicional, la mayoría de clientes pasaba un tiempo medio de 30 minutos dentro del local, mientras que ahora todo ello se acorta. «Hasta que desaparezca el miedo o haya una vacuna van a ser visitas rápidas», dice.

Aun así, hay cosas que no cambian. Si al principio de la desescalada salió la norma de que no se podían tocar los libros, eso ya no es así. «Procuramos que no se haga, pero, si alguien quiere, va a tener unos libros de exposición para consultar. Y si se los quiere llevar, le daremos otros del almacén», puntualiza Arrevola. Así lo confirma Castro, quien añade que «se va a poder circular y hojear sin problema, con los servicios de limpieza que tenemos la higiene está garantizada».

A las dos horas de la apertura y mientras todavía se «adapta» a la nueva normalidad, la directora de tienda se sorprende de las primeras ventas que se hacen: «Están llevándose libros de fondo, como diccionarios y manuales de idiomas». Pero, eso sí, hay nombres que no fallan, siempre están ahí, como el de Santiago Posteguillo, el escritor más solicitado del día de ayer por la Gran Vía madrileña con su «Y Julia retó a los dioses» (Planeta) y junto a «La Nena (inspectora Elena Blanco 3)» (Alfaguara), de Carmen Mola. «Al final se trata de que el cliente se lleve lo que quiere y si no lo tenemos, lo pedimos y se le envía a casa o vuelve al día siguiente a recogerlo», comenta Castro.

Porque si algo se ha aprendido durante todo este parón es a gestionar las ventas electrónicas, culpables de que la Casa del Libro haya conseguido amortiguar el impacto de la pandemia. «De esta forma, hemos vendido un 50% más que el año pasado», explicaba ayer el director general. «El cambio de hábitos se estaba instaurando, pero es verdad que hay muchos clientes a los que les gusta comprar en librería. Durante estas últimas semanas han tenido que aprender a hacerlo por internet porque no tenían otro remedio. Para el negocio tradicional podría ser peligroso porque, una vez que el libro llega en buenas condiciones, igual que si lo hubieras comprado en tienda, es muy atractivo. Pero lo que pasa es que somos muchos los nostálgicos de las librerías. Y ese olor a tinta, el papel, el mirar el prólogo, la parte de atrás, que el librero te aconseje... Eso es insustituible», afirmaba Arrevola.

Y es que, por mucho que se intenten medidas con las que acercar la experiencia del «e-commerce» a la de la librería, nunca será lo mismo. «El librero te pregunta qué libros has leído, te recomienda y acierta», asegura. Como si de un doctor de cabecera se tratase. Lo que también se pudo confirmar ayer en esta sucursal insignia de la Casa del Libro es que el dato que aportaba la Federación de Gremios de Editores de España a principios de mayo: ha subido la afición por los libros. Los lectores se han refugiado en novelas, ensayos, cómics... durante estos meses y ahora, que vuelve la normalidad a las tiendas, así lo demuestran. Desde que la firma comenzara a abrir sus locales a principio de esta semana, «hemos comprobado con sorpresa que se ha vendido el 75-80% de un día normal», asegura un Arrevola que aprovecha la cifra para augurar una pronta recuperación de las costumbres. De esta forma, la Casa del Libro calentó motores para el plato fuerte del regreso: el acto que se celebrará hoy en Gran Vía 29 al que se han convocado a algunos de los escritores más destacados, como Santiago Posteguillo, Elvira Lindo, Manuel Vilas, Rafael Tarradas, Almudena Grandes, José María Pérez «Peridis», Curro Cañete y Marta García Aller harán hoy (desde las 10:30 horas) de embajadores de la lectura. Se acercarán hasta allí para «dejar claro que hay vida literaria después del confinamiento», apuntan. Los autores firmarán libros para celebrar la recuperación del día a día. Porque dentro de la cotidianeidad tenemos que contar con las librerías, instituciones básicas para ejercer de agente cultural.

Autoservicio con anfitrion

Todavía tenemos el miedo en el cuerpo de la pandemias y es que, aunque a veces lo parezca, no hemos vencido a la COVID-19. Sabedores de ello, desde Casa del Libro han dispuesto un sistema por el que no será indispensable entrar físicamente en la tienda de Gran Vía 29. En la puerta, el anfitrión del local estará disponible para facilitar el libro que el comprador desee y facilitarle los medios para que pueda volver a casa con su objeto de deseo.