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Cocoliztli: la terrible peste del siglo XVI

El brote letal fulminó a toda la población indígena del territorio mexicano en 1545
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En el año 1545 surgió el primer brote de una tremenda plaga que exterminó a toda la población indígena del territorio mexicano. Fue tan mortífera, que incluso superó a las letales epidemias como el sarampión, el tifus o la viruela. La agresividad del virus sembraba el pánico entre los indígenas de la época. Los insoportables dolores de estómago y las altas fiebres y diarreas, a veces sanguinolentas, provocaban la muerte en tan solo unos días.
Inevitablemente, el misterioso virus se expandió también a Guatemala y a la ciudad mexicana de Teposcolula-Yucundaa, conocida hoy como Oaxaca. Poco a poco, la población indígena desapareció y nadie supo evitarlo. Bautizada como Huey cocoliztli, la fatídica pandemia sembró el pánico en toda la sociedad.
Las cifras de muertos se disparaban de forma nunca vista, pero en 1548, la epidemia desapareció de repente. No volvió a saberse de ella, y entre los nativos se dejó de pronunciar, por fin, el término cocoliztli. Los expertos de la época quedaron estupefactos ante los 15 millones de personas que no lograron vivir para contarlo. La población indígena se redujo en más de un 50% en tan solo tres años convirtiéndose en una de las mayores catástrofes demográficas de la historia.
Población reducida a la mitad
En 1576 el cocoliztli regresó para provocar de nuevo el horror entre los indígenas. Pensaban que estaban preparados para combatirlo, pero no fue así. Atacó, esta vez a 2 millones de personas acabando con el 50% de la población restante. Entre los supervivientes destaca el nombre de Francisco Hernández, exmédico personal de Felipe II y en ese momento protomédico del virreinato. Hernández fue testigo de la plaga de aquel año y estudió a fondo la sintomatología de los pacientes. Advirtió así de algunos síntomas desconocidos, como la presencia de nódulos localizados detrás de las orejas, que en numerosas ocasiones invadían incluso el cuello y la cara. Otro testigo de la pandemia fue el padre Bernardino de Sahagún quién desveló el sangrado copioso de la nariz, ojos y boca.
Ante esta hecatombe, los científicos no pudieron quedar indiferentes y decidieron investigar. Se remontaron a aquella época y analizaron cada uno de los síntomas revelados por el doctor Hernández. Tras numerosos experimentos creyeron haber encontrado el origen de esta enigmática pandemia. Concluyeron que este mal había derivado de un virus hemorrágico del género Arenavirus, presente en América. Pero a algunos, esta hipótesis no les cuadraba. La gran mayoría de estos virus no tenían la capacidad de contagio que tuvo el cocoliztli. Quizá fueran capaces de provocar decenas de muertos, pero, en ningún caso, podrían exterminar a toda una población.
El papel de los roedores
Los investigadores continuaron buscando el motivo de la pandemia. Finalmente, los anillos de los árboles revelaron la presencia de una fuerte sequía justo cuando atacó el virus. Este descubrimiento dio lugar a la teoría de que había sido la naturaleza la que agravó el impacto del cocoliztli. Dedujeron también que el contagio podría haberse producido por la llegada de roedores al territorio americano, que aparecieron junto con los conquistadores españoles. Esto pasó, ya que al cesar la sequía los animales invadieron los campos de cultivo infectando la comida.
Pero esta conclusión dio paso a un gran interrogante que desconcertó a los expertos. Si los roedores transmitieron el virus a los indígenas y los españoles fueron los que trajeron a estos animales. ¿Cómo es posible que no se contagiaran estos últimos? Quizá ellos eran inmunes o tal vez los nativos se infectaran preferentemente al trabajar en la instalaciones agrícolas y los campos de cultivo.
Existen algunos documentos del siglo XVI que refieren la existencia de una especie de maldición divina contra la población indígena. De ahí, que el cocoliztli les atacara solo a ellos. Aunque esto nunca se ha demostrado. Por otra parte, el cocoliztli se llegó a comparar con el hantavirus, también transmitido por roedores. Pero esta posibilidad se descartó ya que el hantavirus ataca a los pulmones y el cocoliztli no.
Una última expedición se llevó a cabo en la ciudad de Teposcolula-Yucundaa, donde se produjo la pandemia. Los investigadores encontraron varias calaveras de los indígenas de la época. Esta es la única ciudad en la que se conoce la presencia de indios que murieron a causa del cocoliztli. Los científicos hallaron entre los dientes de los cadáveres restos de la bacteria salmonella entérica. Tras este descubrimiento, un equipo internacional de científicos llego finalmente a la conclusión de que era posible que el cocoliztli se tratase, en realidad, de una salmonela.