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150 judíos por cada nazi muerto: así fue el único levantamiento de los prisioneros en Auschwitz

Un día como hoy, en 1944, un grupo de judíos se atrevieron a luchar contra los miembros de las SS para evitar otra liquidación inminente

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“Dos hermanos estuvieron involucrados en la planificación del levantamiento del sábado 7 de octubre de 1944. Fue una revuelta judía. Fue una historia de coraje. Debería estar escrita en letras de oro”, explicó el historiador Gideon Greif, experto en Holocausto, a la BBC. Se refería al único levantamiento de los prisioneros que se produjo en los 5 años de historia de Auschwitz y que hoy cumple su 76 aniversario.
Todo comenzó con la creación del Sonkerkommando: para algunos el destino más grotesco que pueda tener una persona y el mayor de los crímenes del nazismo. También llamado Comando, Escuadra o Destacamento Especial, se trataba de un conjunto de 2.000 judíos que se reclutaron entre 1942 y 1944 para ser partícipes del exterminio.
Es decir, día tras día, durante toda la Segunda Guerra Mundial, eran los judíos de dicho Comando quienes recibían a otros judías a las puertas de las cámaras de gas, les hacían desvestirse, les cerraba la puerta y escuchaban sus gritos hasta el silencio. Todo ello, de manera obligada y con el objetivo de que los nazis no se ensuciaran las manos y, ante todo, no fueran testigo de la locura que estaban cometiendo.
“Vi cuerpos, unos encima de otros. Había unos 2.500 cadáveres. Muchos con heridas y sangre. Nunca había visto nada parecido. Era una visión dantesca”, explicó años después el superviviente del Sonderkommando Ya’akov Gabai. Y es que ellos veían cómo sus compañeros o familiares morían dentro de las cámaras de gas, para después clasificar sus restos y llegar a contabilizar la muerte de 4.000 personas diarias.
En relación a esto, Primo Levi, superviviente del campo de concentración, escribió en “Los hundidos y los salvados” que “haber concebido y organizado las Escuadras Especiales ha sido el delito más demoníaco del nacionalsocialismo”. “Uno se queda atónito ante este refinamiento de perfidia y de odio: tenían que ser los judíos los que metiesen en el horno a los judíos. Las Escuadras Especiales, como portadoras de un horrendo secreto, estaban rigurosamente separadas de los demás prisioneros”, explicaba.
Y es que, además de ser cómplices obligados del exterminio, tenían la orden de no revelar nada al resto de judíos, para evitar que niños, mujeres, hombres y ancianos pudieran resistirse a las “duchas”. La mayoría ocultó durante años su papel en la maquinaria nazi, hasta que un día no pudieron más y decidieron levantarse contra los nazis. Y, cómo no, salieron perdiendo.
Un día como hoy de 1944, ante los rumores de la inminente liquidación del Sonderkommando, varios judíos miembros de este conjunto se precipitaron en un levantamiento. Consiguieron destruir el crematorio IV y mataron a tres nazis miembros de las SS. Sin embargo, el castigo fue severo: acabaron asesinando a 450 miembros de las Escuadras, a 150 judíos por cada nazi muerto.
A pesar de la liquidación de este comando, para que se llevaran “el secreto a la tumba”, se estima que lograron sobrevivir alrededor de un centenar. No obstante, muy pocos se han atrevido a hablar de su experiencia. “Nadie está autorizado a juzgarlos”, reclamó Primo Levi.

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