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Lola Arias: “No hago arte para curar a la gente”

La artista argentina presenta en el FIT de Cádiz “Formas de caminar con un libro en la mano”, donde reivindica la lectura en esos tiempos muertos que ahora se dedican al móvil
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Lola Arias (Buenos Aires, 1976) es de esas artistas difíciles de clasificar; dramaturga, escritora, directora, “performer”, música... una tipa “multidisciplinar”, que se dice. Pues bien, esta mujer orquesta, en el mejor de los sentidos, está de vuelta por España con una de esas instalaciones tan suyas, tan especiales. Después de visitarnos en 2018 con “Campo minado” −pieza que, entre otros formatos, también tocó el cine en “Teatro de guerra”−, la argentina vuelve con “Formas de caminar con un libro en la mano”, una instalación que presentará en el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (FIT) y que intentará recuperar el libro para la causa en la Biblioteca Provincial de la ciudad, así como en sus calles.
Define la pieza como “un proyecto muy apto para el virus”: una sola persona y un solo objeto. Y es que la aclamada artista internacional no necesita más para levantar todo un alegato en favor de devolver la lectura a esos tiempos muertos que ahora se matan entre el WhatsApp y los “selfies”. Un canto al libro como objeto y la lectura como acción, como ese apéndice inmóvil de nuestro cuerpo que aguarda a una parada, no necesariamente larga, que nos permita devorarlo: “Tenemos ese vacío en la axila, donde solíamos llevarlo. Los libros desaparecieron y mi intención es recuperar esa relación más física con ellos”, presenta Arias.
−¿Hay que reinventar la lectura o recuperar lo perdido?
−La pregunta aquí es qué es la lectura y cómo estamos acostumbrados a leer. La obra te obliga a pensar y a cuestionarte cómo lees tú mismo: qué posición tienes, qué sonidos escuchas... Te hace consciente de cómo leemos. También en relación al cuerpo y al espacio.
−En la instalación se dan unas instrucciones para coger un libro...
−Nos adaptamos al espacio de la biblioteca de Cádiz. Me interesa la posibilidad de recuperar las bibliotecas como un lugar de concentración cuando todo en nuestra vida cotidiana nos lleva a un estado de sobresalto. La biblioteca se vuelve, de alguna manera, una iglesia, un espacio sacro en el que prima el silencio, la concentración y la falta de teléfonos. Y, sí, nosotros aquí proponemos diferentes tipos de juegos.
−¿Cuándo y cómo lee?
−Leo antes de dormir. Tengo una especie de rascacielos en la mesita de noche de la que voy cogiendo porque leo varias cosas al mismo tiempo. En ese aspecto soy muy desordenada, según me viene. Ahora, hacer tiempo para leer implica salirse un momento de las relaciones que tenemos en la vida cotidiana. Es como hacer una pausa, meditar. Para poder leer necesitas apagar el teléfono y generar la situación.
−Cuesta ver a alguien que aproveche un par de minutos sueltos para leer y no para mirar el móvil.
−Sí. Por eso lo lindo de este proyecto es poner en escena a los lectores dentro de la ciudad. El público aquí va a ser visto en la biblioteca y, luego, por la calle para hacer visible lo raro que se ha vuelto.
−¿No le parece triste que sea algo tan extraño?
−Pero no quiero mostrar melancolía por lo que perdimos, sino me gustaría mostrar una forma de volver a poner en valor esa relación con los libros y hacerla visible. Que vuelva la convivencia.
−En la pieza hay que dejar un libro para llevarse otro, ¿cuál es un buen título para donar?
−Cualquiera. Lo interesante es que haya libertad para llevar un libro sobre Spinoza o un tratado sobre el fútbol. El azar te lleva a un libro que puede que nunca leerías. El intercambio es una práctica que marcó mi propia biografía y mi relación con la literatura. Circulación de conocimiento.
−¿Tiene algo de terapéutico este montaje?
−No hago arte para curar a la gente (risas). No me gusta predecir qué va a pasar. Cada uno se llevará lo que pueda de este paseo.
−Siempre ha defendido el contagio entre disciplinas y hace no mucho probó en el cine con “Teatro de guerra”, ¿se sintió extraña?
−Un poco extranjera me he sentido en todos lados, aunque quizá el cine fue un desafío mayor.
−¿Estos meses raros le han ayudado a predecir el futuro de las artes escénicas?
−He desarrollado un proyecto para mantener activa la situación del “en vivo”, eso de que algo suceda para otros en un determinado tiempo y lugar. Si ese espacio no es real (el teatro), que sea virtual, pero que suceda al momento y que no sea una filmación grabada.
−Usted que vive en Alemania, ¿es cierto que es el paraíso de la cultura?
−No, para nada. No es el paraíso de los artistas. La situación se ha vuelto muy precaria y vulnerable para todos en todas partes del mundo, más para las gentes del arte en vivo. No creo que Alemania esté muy delante de otros países. Sí es cierto que hay más subsidios, pero la situación es una catástrofe mundial. Ahora lo que debemos hacer los artistas es resistir este envite y evitar que todo cierre con la continuación de nuestro trabajo. Seguir haciendo lo que queremos. Hay que encontrar formas nuevas mediante la solidaridad.
Dónde: Biblioteca Provincial (av. Cuatro de Diciembre de 1977, 16. Cádiz).
Cuándo: del 29 al 31 de octubre.
Cuánto: : 0 euros (con reserva previa).

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