“Ahora que vivo confinado, la poesía es un refugio”
El poeta, que tiene un poemario inédito, «Donde muere la muerte», recibe el Premio Cervantes «por su aspiración de belleza» y con él se reconoce también la Generación del 50
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El premio Cervantes se le ha dado a Francisco Brines , con toda razón y justicia, por una obra poética inmensa, «que va de lo carnal y lo puramente humano a lo metafísico y espiritual», siempre «bajo una permanente aspiración de belleza e inmortalidad. Es el poeta intimista de la generación del 50 que más ha ahondando en la experiencia del ser humano frente a la memoria, el paso de tiempo y la exaltacion vital», según reza el acta. Sin embargo, a muchos les hubiera gustado que esta distinción le hubiera alcanzado en años anteriores, y no ahora, cuando va algo más quebrantado por los años, él, que siempre ha cantado el goce y los sentidos. Francisco Brines, brillante, exacto en la palabra, cautivador en sus versos, miembro de la Generación del 50, voz imprescindible de nuestras letras, miembro de la Real Academia Española, es uno de los indiscutibles nombres de la poesía española actual y su magisterio es reconocido por sus compañeros y por todas las generaciones que le suceden y que le acompañan.
Cuando el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, le anunció que se lo había ganado, quedó sorprendido porque Brines no sabía que ayer se fallaba el Cervantes. «Lo primero que se me ha pasado por la mente fue mi madre, el día en que le dije que dedicaría a la poesía y el respeto que tuvo por mi vocación. Es la gran lección de la vida, cómo mis padres supieron respetar lo ajeno». Brines reconoció que «una de las cosas más grandes que me ha dado la poesía es la amistad que he consolidado con otros poetas. Este premio, de hecho, me une a amigos que lo han ganado, como Bousoño o Aleixandre. Ahora, yo soy el primer valenciano que gana el Cervantes», bromea. Cuando se le pregunta qué es la escritura en estos momentos de encierro, afirma sin dudarlo que «ahora la poesía es para mí, más que nunca y ahora que vivo confinado, un refugio».
Brines es compañero de generación de Jaime Gil de Biedma, Rafael Sánchez Ferlosio, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, Ángel González, José Agustín Goytisolo, Carmen Martín Gaite, Carlos Barral y Ana María Matute. «Este un premio para esa generación, que tuvo poetas magníficos, de lo mejor que ha dado la poesía española del siglo XX. Por ejemplo, Gil de Biedma, Barral, Claudio Rodríguez, José Ángel Valente... Tengo muy buen recuerdo porque de unos fui también amigo. Como eran muy buenos poetas y como me hacía feliz la lectura de la poesía, leerlos a medida que iban saliendo, suponía para mí una enorme felicidad: por un lado tenía la amistad y por otra, la poesía». Brines manifiesta que «la poesía me ha dado una cosa muy importante y es haber sido actor de la vida en la que he estado, es decir, me siento, coetáneo de cualquier poesía actual porque por la poesía yo me siento más persona de hoy que de ayer». Y aseguró que «siempre he dicho que solo era poeta en el momento de escribir poesía. En todo lo demás he sido yo como hubiera sido sin ser poeta. Entonces, lo que a mí me define ahora este premio es que justifica mi existencia, sobre todo, como poeta».
–¿Es eso lo que representa para usted este premio?
–Y también una cierta seguridad de que mi poesía ha llegado a muchos lectores que desconozco. Todo poeta suele desconocer a sus lectores. El Cervantes me indica que llegué a una serie de lectores que han justificado la escritura de mi poesía.
–¿Qué entiende Francisco Brines por poesía?
–Por poesía entiendo el encuentro con lo intenso y lo profundo, por eso prefiero quizá la poesía que surge desde dentro y que se va descubriendo ante quien la escribe, ante aquel que la halla en él mismo al escribirla. Eso es la poesía para mí.
–¿Todavía sigue trabajando? ¿Habrá un nuevo libro?
–Sí. Uno que está en marcha y tiene título: «Donde muere la muerte». ¿Y donde muere la muerte? Pues donde vive la poesía. La poesía da siempre vida y da compañía. Cuando leemos a un poeta, por ejemplo, Jorge Manrique, lo sentimos contemporáneo, nuestro. Más que contemporáneo, coetáneo.