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Crítica de “El arte de volver”: Retorno al pasado ★★★✩✩

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La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Director: Pedro Collantes. Guión: P. Collante y Daniel Remón. Intérpretes: Macarena García, Nacho Sánchez, Ingrid García Jonsson, Mireia Oriol. España, 2020. Duración: 91 minutos. Drama.
Todo regreso supone un paréntesis en el tiempo. Volver significa conjurar el pasado, visitarlo y rezar porque todo siga igual o, por el contrario, todo haya cambiado hasta que no lo reconozcamos y parezca nuevo. Noemí vuelve a casa después de pasar una decepcionante temporada en Nueva York, y pretende que amigos, familiares y examantes la reciban con los brazos abiertos. Comprueba que no es fácil recuperar un espacio emocional cuando ha invertido tanta energía en darle la espalda. En la ópera prima de Pedro Collantes esta mujer desubicada, en la que sería fácil reconocer a la Pascale Ogier de la magistral “Las noches de la luna llena”, se define a través de seis conversaciones de tintes rohmerianos en los que se proyecta su narcisismo, su rabia, su soledad y su desamparo. No es un personaje con el que resulte fácil empatizar, y así lo interpreta Macarena García, con una altivez disimulada, intentando camuflar su fracaso con palabras vanas y arrebatos irracionales.
Sus encuentros durante las veinticuatro horas que la acompañamos no siempre tienen el mismo interés. Para este crítico, la película gana cuando se hace más improbable, y depende mucho de la verdad de sus actores. Así las cosas, la artificiosa escena de la galería de arte desmerece al lado de la visita al abuelo (excelente Celso Bugallo) en la residencia, y del clímax final que, por imprevisible, conduce al filme a un lugar muy distinto al que esperábamos, un espacio móvil donde la comunión con un ángel benéfico en forma de chófer viene atravesada por una mentira, por la enésima reinvención de esta Noemí que, al despedirse de nosotros, sigue siendo un enigma indescifrable.

Lo mejor

Macarena García, tan rohmeriana en sus autoengaños y sus egoísmos.

Lo peor

La escena de la galería de arte con Íngrid García-Jonsson resulta poco creíble.