Oficialmente, Dave Grohl está considerado como la estrella del rock más simpática de la historia. No hay estudio que lo sustente pero tampoco es opinable. El líder de Foo Fighters y en su día joven integrante de Nirvana fundó Foo Fighters como proyecto unipersonal (el primer disco lo tocaba íntegramente él solo) hace ya más de 25 años (aunque cueste creerlo), y con cada trabajo ha ido demostrando que su virtud no es solo el carisma. Como músico, Grohl y compañía (con los enormes Pat Smear, Taylor Hawkins y Chris Shiflett), han demostrado que son una gran banda de rock. Hablamos con el batería Taylor Hawkins sobre su décimo álbum, “Medicine at Midnight”, que acaba de publicarse.
-La pandemia lo ha puesto todo patas arriba.
-Completamente, aunque yo he podido estar tranquilo, relajado, como mi familia todo el día. Claro que hay ratos peores, pero al final del día, no me puedo quejar. Quiero decir, eso suena terrible, voy a matizar. He sentido la tristeza de la gente cuya vida se ha ido por el sumidero. ¿Sabes? En Estados Unidos eso sucede todos los días, debido a los seguros médicos y las coberturas y todo eso. Así que no quiero que se me entienda mal. Ha sido surrealista. Pero cuando miras atrás, a ti mismo, solo te queda esa extraña sensación. ¿Tú qué tal has estado?
-Bien, pero raro, muy extraño.
-Sí, exacto. Extraño, como si todo el mundo hubiéramos estado bloqueados, contenidos...
-El disco lleva un año en el cajón.
-Lo grabamos antes de la pandemia, hace más de un año. Y la cosa extraña es que, bueno, entonces, Donald Trump estaba en el cargo y eso nos hacía a todos infelices y preocupados. El contexto nos convertía a todos en seres volubles, casi inflamables. En realidad a todo el país. Así que quizá podemos decir que grabamos el disco cuando no vivíamos exactamente en el país de las gominolas.
-¿Siente eso cuando escucha el disco?
-La verdad es que no lo he escuchado. Solo lo haré cuando tenga que reaprenderme las canciones. Cuando trabajas en un disco lo vives tan fuerte que no quieres volver a saber nada de él en una larga temporada. Ahora quiero leer y escuchar las opiniones de la gente durante las próximas semanas, sus comentarios y eso. Y la verdad es que supongo que hasta que no tengamos que ir a alguna televisión o algo... no lo voy a escuchar. Pero en contra de lo que te decía, hicimos deliberadamente un disco divertido, a pesar de las circunstancias, o en realidad, por ellas. La verdad es que no teníamos ni idea de hacia dónde ir pero llegamos a la conclusión de que debía ser divertido.
-¿Iban sin brújula?
-Dave me dijo que quería hacer algo como “Let’s Dance” de David Bowie. Y yo: “ahá, ok”... le daba la razón pero sin acabar de creérmelo, como confiando en que se le quitase esa idea de la cabeza. Y empezamos a hacer baterías dobladas y otras cosas que nunca habíamos probado y francamente yo no estaba muy confiado de cómo iba a quedar. Pero entonces, cuando terminábamos una parte, lo volvía a escuchar y decía: “hey, tío, no está nada mal”. Hay temas como “Waiting on a War” y “Cloudspotter” que acabaron sonando mucho mejor de lo que me esperaba, la verdad.
-Fue Dave el que marcó el rumbo.
-Bueno, es que es su proyecto musical. En muchos sentidos, le pertenece. Cuando entré al grupo nunca pensé que íbamos tomar las decisiones de forma democrática. Él tiene la última palabra en todo y eso está bien, pero no por eso deja de ser un proyecto colaborativo. Hay momentos para la creación colectiva en el estudio o en el local de ensayo, como fue “Shame shame”. Pero también otros en los que Dave tenía una idea exacta, no ya un boceto, sino la canción entera en su cabeza, y simplemente nos la tenía que transmitir. Los dos temas que te mencioné antes son dos ejemplos de eso.
-¿Es un poco delicado ser el batería de una banda donde el líder solía ser el batería?
-Bueno, puede ser un poco delicado para tu ego, más que para otra cosa. Cuando me sitúo en la banqueta y recibo las directrices de Dave sobre hacia dónde va la canción, siempre me pongo un poco nervioso. Lógicamente intimida estar ante alguien que es tan buen músico como él, pero siempre me permite ser quien soy.
<-En 2020, iban a celebrar 25 años como banda. ¿Algún sentimiento especial?
-Tío, es increíble, es alucinante estar en un grupo de rock, y me da igual la pandemia. Nunca habría imaginado en 1999 que estaríamos juntos todavía. Es como un matrimonio duradero, una cosa rara hoy en día.
-¿Espera volver a tocar este año como en los viejos tiempos, delante de 10.000 personas?
-Pues la verdad es que nuestras esperanzas son volver a tocar cuanto antes porque realmente lo echamos de menos. Ojalá, pero ¿qué te puedo decir?
-Por lo menos en 2021 Estados Unidos ha cambiado de presidente, ¿qué le parece?
-Estoy tan feliz de que se haya ido. Bueno, se ha ido, ¿se ha ido? Espero que sí, pero la verdad es que no lo creo. Me da igual si ahora aparece en un “reality show” o de alguna manera involucrado en política, que es posible, está ahí. Así que no creo que se haya ido. Nos queda su fantasma, sus ideas. Puede que esté siendo muy inocente, pero yo nunca había visto a un presidente actuar así. Uno espera que alguien en esa posición... actúe como un puto adulto. Mira, todos tenemos momentos en los que no nos portamos como tal, lo comprendo, pero es que él era así todo el día. Una constante cháchara, siempre escribiendo en redes y con ese mal gusto en general... No puedo pensar en nada bueno de él, más allá de que se ha ido. Esa es mi posición política, en América somos libres para expresarla. ¿Me alegro de que se haya ido? Joder que sí. Pero desgraciadamente hay mucha gente que no, y por eso creo que en realidad no se ha ido.
-Claro, porque sus ideas y lo que representa siguen ahí.
-Representa unas ideas que... el país está claramente fracturado, más que nunca. Y bueno, tenemos que curarnos un poco con otro tipo de clima político, otra manera de hacer las cosas. Mira, mi suegro es un republicano convencido, acérrimo de Trump. Y a veces, joder, nos gritamos el uno al otro. Pero bueno, yo quiero a ese tipo. Es todavía uno de mis mejores amigos, aparte de ser el padre de mi mujer. Le quiero, aunque tengamos ideas distintas.
-La reconciliación necesita de un poco de amor.
-Es un idiota, tío. Le quiero, pero es un idiota. Y no estoy hablando de Trump, sino de mi suegro. A Trump no le quiero nada.
-¿La música une a la gente?
-La única manera de que la música puede ayudar es que no importa si eres de una lado o de otro para venir a un concierto de Foo Fighters, nosotros abrazamos a todos. Todo el mundo sabe lo que defendemos y no pasa nada, esto no es un país comunista. Tener tus ideas políticas está bien.
Pasividad ante la tragedia