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«Que guste el libro “Los muchachos de la calle Pál” es fácil si tienes sensibilidad»

El cantante descubrió esta obra de Ferenc Molnár con nueve años, cuando su abuelo se la regaló: «Es el primer libro que leí solo»
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Entre proyecto y proyecto, Ramoncín descuelga el teléfono asegurando que «yo no me aburro». «Estoy generando un poemario y un disco que teníamos previsto grabar en mayo de 2020, pero se paralizó»,  explica, entusiasmado de poder recomendar un libro por su sempiterna inquietud cultural. Para la selección, retrocede a su infancia, cuando, gracias a su familia, cultivó su interés por la lectura: «He elegido el primer libro que leí solo. En mi casa se leía mucho, pero mi abuelo tenía la costumbre preciosa de hacerlo en voz alta, en la cocina, con la ventana abierta para que las vecinas le oyeran», recuerda.
–¿Qué libro es?
–Cuando tenía nueve años, mi abuelo me lo regaló. «Este lo vas a leer tú primero», me dijo. Se llamaba «Las raíces del árbol», pero su nombre real era «Los muchachos de la calle Pál», del húngaro Ferenc Molnár. El autor nació a finales del siglo XIX y escribió esta obra juvenil sobre un grupo de chicos entre los años 1905 y 1912. Entonces yo, en los 60, estaba leyendo una obra publicada en esa época y lo que le pasaba a sus protagonistas era lo mismo que lo que vivía con mis amigos en el barrio de las Delicias. Además, los nombres eran muy llamativos: el protagonista se llamaba Nemecsek y otro era Boka. Con esa lectura descubrí que el cerebro le ponía imágenes a la lectura.
–¿Con qué personaje se identificaba más?
–Un poco con todos. Quería ser Boka, el más valiente, y al mismo tiempo Nemescek, porque tenía el cariño de su madre. Yo le pasé este libro a mucha gente del barrio y parecía que todos preferíamos a Boka, al campeón, el que termina haciéndose con el mando.
–Transmite dos estampas curiosas: la de su abuelo leyendo en voz alta y la de un grupo de niños comentando un libro. ¿Se ha perdido esa esencia?
–Me llama la atención que haya tan poco crío en la calle. Están, o los muy pequeños, porque los sacan al parque, o los adolescentes. Las pantallas han absorbido a la chavalería por completo. No necesitan el ejercicio mental de crear imágenes porque se las dan hechas. No soy de los que piensan que todo antes fue mejor, pero creo que sí había algo: la educación y el amor por la lectura. Mi abuelo me decía: «Hijo, el que sabe puede. Haz lo posible por saberlo todo y así no habrá nadie que te pueda engañar». Fue un consejo maravilloso.
–Aporta más un libro que Tik Tok...
–No sé si habrá algún estudio hecho, pero me gustaría saber cuánto se lee y quién lee. Es probable que a los jóvenes les produzca hasta rechazo un libro. Eso me da una pena inmensa, terrible. A veces pienso que se trata de un debate perdido, pero esperemos que no.
Un libro de 1906 que leyó en los 60, ¿a quién de 2021 se lo recomienda?
–A un padre, para que se lo lea en voz alta a su hijo. Tengo garantías de que esos chicos se van a quedar asombrados, porque es una historia fácil, bonita y, para ellos, muy lejana en el tiempo. Pero también le sucede a un joven. Si vive en un barrio y tiene amigos, le va a enganchar. Entiendo que a un chaval leer el Quijote le resulte complicado. Pero en este tipo de literatura, donde encontrará a alguien que se parezca a él... En fin, entusiasmarse con la lectura de este libro es fácil para quien tenga sensibilidad.
Podría darse un fenómeno Molnár y todos a la calle...
–Ojalá.