Sección patrocinada por sección patrocinada
Cine

Cine

La dura carrera de Sergio López-Rivera hasta llegar al Oscar

“Me busqué la vida como pude, trabajé en una heladería, en una tintorería, he sido chófer... hice de todo”, recordaba estos días el español

Sergio López-Rivera reconocía estos días que había recurrido a algunos ardides que aprendió de niño. Desde pequeño atendía a cómo las mujeres de su familia se maquillaban y memorizó los pequeños trucos que usaban.

Sin dudarlo, recurrió ellos para conseguir el efecto que deseaba para Viola Davis en “La madre del blues”, película por la que ha ganado el Oscar en el apartado de Mejor Maquillaje junto a sus compañeras Mia Neal y Jamika Wilson, las primeras mujeres negras que levantan este galardón en esta categoría.

Para lograr que ese aspecto desangelado que la actriz presenta en pantalla decidió aplicar el color en la cara de la intérprete directamente con los dedos. De esa manera, conseguía ese aspecto descuidado que todos nos imaginamos en las intérpretes de aquellos años iniciales del blues y el jazz. No solo eso, sino que también recortó las cejas de Viola Davis para conseguir una impresión más fiel a la cantante. El resultado de su apuesta y su trabajo se vio ayer. Recibió la estatuilla más codiciada del cine. En realidad, es la segunda vez que los españoles hemos estado representados en esta apartado. La primera fue con “El laberinto del fauno” en 2006. En esa ocasión, subieron a recibir el premio Montse Ribé y David Martín.

Estos días atrás, antes de la ceremonia, Sergio López-Rivera ya afirmaba a Efe que “lo último que se me pasaba por la cabeza era estar aquí cuando rodaba la película”.

Pero detrás de este momento de triunfo ha habido mucho esfuerzo. No hay que engañarse. Sergio López-Rivera ha sido toda su vida un luchador. Es cierto que nació en Sevilla en 1967, pero también que enseguida su familia se trasladó a Santander, así que prácticamente se ha criado en Cantabria.

Desde pequeño se vio atraído por el mundo del espectáculo. Las advertencias y los consejos para que recapacitara sobre una profesión que deja más desilusiones que ilusiones no le convencieron para que arrojara la toalla.

Desde que era un niño miraba a sus hermanas cómo se maquillaban. Le gustaba ese proceso y hasta en ocasiones las ayudaba con la tarea. Por esta esquina tan sutil llegó al cine. Cuando superó la mayoría de edad decidió dar un salto mortal.

Se marchó a Los Ángeles. Cuando llegó había cumplido los 19 años y sobrevivió como pudo encadenando trabajos variopintos, no llegando muchas veces a final de mes y pasando estrechas dificultades. En ocasiones, tuvo que recurrir a su propia familia para que le prestaran dinero. Sobre todo, cuando quiso dedicarse de manera más profesional y necesitaba realizar algunos cursos allí.

“Me han escrito mucho estos días y eso me ha hecho pensar en el pasado. Es un poco surrealista pensar que estoy en este momento. Es difícil de encajar, pero mi llegada fue la de un chico sin miedo, con unas ganas tremendas de estar aquí. Me busqué la vida como pude, trabajé en una heladería, en una tintorería, he sido chófer... hice de todo”, recordó López-Rivera en una entrevista con Efe días antes de la ceremonia.

Una carrera en “serie”

Su carrera se inició con “Esperando la hora”, un filme en el que participaban actrices como Toni Collette, Parker Posey y Lisa Kudrow. En la siguiente, “Lo opuesto al sexo’, una comedia con Christina Ricci de 1997, participó como ayudante de maquillador. Se aplicaría, a partir de ese momento, a trabajar en series con recorrido y de enorme éxito, como son “Felicity”, “Monk”, “The Catch” y “Larry David”. Pero la que se convertiría en un proyecto definitivo es “Cómo defender a un asesino”, centrada en la historia de una implacable abogada y profesora de derecho en la universidad. Una trama que enganchó durante varias temporadas a la audiencia. En esta serie es donde se encontró con quien ha sido la actriz esencial de su carrera hasta ahora: Viola Davis, que se encargaba, precisamente, del papel principal.

De la pequeña pantalla ha saltado a la gran pantalla. Y lo ha hecho con Viola Davis. Ella, que también estaba nominada en esta edición en la categoría de Mejor Actriz, no dudó en reclamar la presencia de Sergio López-Rivera cuando el papel de Ma Rainey cayó en sus manos. Para encarnar a la conocida “Madre del blues”, una de las primeras mujeres que grabó con orquesta, quería a alguien de confianza a su lado. Y el español lo era.

El desafío era enorme para los dos, porque el material gráfico de Ma Rainey es muy escaso. Apenas existen siete fotografías. Es lo único con lo que contaban para recrear la apariencia de este ídolo musical. “Ella no le tiene miedo a nada, es una actriz sin vanidad alguna, normalmente hay que proteger vanidad de los actores, pero ella me dio permiso para hacer lo que tenía pensado, entendí el permiso que me estaba dando y hoy estoy aquí por esa decisión. A ella le daba igual estar gorda, sudar...”, ha afirmado el maquillador en varias entrevistas.

Ayer, después de ceder el paso a sus compañeras para que hablaran, pudo al fin conocer lo que significa el éxito. Pero ahí no acaba la carrera de López-Rivera. Su futuro, como quien dice, acaba de empezar. Ya tiene varios proyectos en la cartera. Uno de ellos es sobre Michelle Obama.