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Crítica de “Earwig y la bruja”: magia sin magia ★★☆☆☆

This image released by Studio Ghibli shows the character Earwig in a scene from "Earwig and the Witch." (Studio Ghibli via AP)
This image released by Studio Ghibli shows the character Earwig in a scene from "Earwig and the Witch." (Studio Ghibli via AP)larazonAP

Director: Goro Miyazaki. Guión: Hayao Miyazaki basado en la novela de Diana Wynne Jones. Música: Satoshi Takebe. Productora: Studio Ghibli. Japón, 2020. Duración: 82 minutos. Animación.

Lo mismo nadie se acuerda ya, pero lo anunciamos la semana pasada en la crítica a la excelente «Guardianes de la noche: tren infinito»: no todo lo que reluce es oro en el anime. Significa que la adaptación de la novela homónima de Diana Wynne Jones que nos ocupa, o el primer largometraje por ordenador del poderoso Studio Ghibli que dirige Goro Miyazaki y supervisa el maestro Hayao Miyazaki («El viento se levanta», «El castillo ambulante», «La princesa Mononoke», «Mi vecino Totoro», «El viaje de Chihiro»... la lista resulta interminable y elocuentemente abrumadora) vale poco más que un pimiento, sea o no japonés. Por las formas, ya que en la película el rígido digital parece que ha venido con la idea de suplir la magia, poesía y sensibilidad que caracterizan los clásicos concebidos por esta maravillosa factoría, y por el fondo, con una historia demasiado plana, breve y estirada. Y esta es: la mayoría de los huérfanos acogidos en el orfanato de St. Morwald’s odian estar allí y añoran tener pronto una nueva familia, menos la pequeña y despótica Earwig, que no lo cambiaría por ninguna madre postiza del mundo. Desde que llegó tras ser abandonada por la suya la niña se siente realmente en casa fastidiando a unos y a otros. De ahí que el día en que llegan al centro Bella Yaga y la Mandrágora para adoptar a uno de ellos y finalmente se deciden por Earwig, aunque esta haga todo lo posible para que no, a la protagonista le entre una mala leche que para qué. Pero Earwig cambia de opinión cuando llegan a su destartalado nuevo hogar, lleno de habitaciones invisibles, de pociones, ingredientes raros, gatos parlantes y libros de hechizos. Sí, la familia se dedica a los embrujos y eso. Y como además a la emponderada chica le sobra ingenio, decide investigar un poco y, de paso, enseñarle a estos pintorescos personajes (de los que sobresale el siniestro novelista y amante del rock) que, de ayudante segundona, nada, todo lo contrario, porque, a partir de ahora, ella será quien lleve los pantalones entre los pucheros para los brebajes. Sin grandes emociones ni significativo giros de guion, el filme parece el piloto de lo que realmente pudo llegar a ser mientras avanza hacia un final destemplado y más seco que un bacalao. Mucha nena feminista, mucho conjuro y guitarreo, pero a Ghibli se le olvidó esta vez el corazón, su mayor tesoro y nuestra mayor alegría.

Lo mejor

El descaro de la «tiránica» y emponderada niña protagonista tienen su gracia
Lo peor
A los míticos estudios Ghibli este rígido y poco emotivo filme digital les pega más bien poco