Crítica de «El robo del siglo»: Ladrón roba a ladrón ★★☆☆☆
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«Brecht se preguntaba: qué es peor, ¿robar un banco o fundarlo?». Lo dice Fernando Araujo (Diego Peretti), instructor de artes marciales y cabeza pensante del llamado «Robo del Siglo», que, en enero de 2016, se saldó con un botín de entre 8 y 25 millones de dólares hurtados del banco Río de Acassusso, en Buenos Aires. La declaración de Araujo, lanzada en una sesión de psicoanálisis mientras huele a marihuana, define el espíritu de una película de atracos que cumple con todos los tópicos narrativos del género –reclutamiento de los participantes, preparación minuciosa, ejecución atravesada por la comedia y el suspense, desenlace épico– además de inscribirse en una narrativa de la crisis económica en la que el pueblo doblega la voluntad de las altas esferas financieras (pensamos, por ejemplo, en «La odisea de los giles»), evitando sus estrategias de represión. Ahí está, pues, la sombra de Robin Hood, enmascarada en la militancia brechtiana, en un relato sin sorpresas, basado en hechos reales, que tiene el aliciente de reunir a dos de los actores más taquilleros del cine argentino –Perotti y Guillermo Francella– para fabricar un artefacto comercial, tan eficiente como convencional, que celebra la identificación del público con la figura del ladrón que roba al ladrón, cayendo en la a veces tediosa retórica estándar (grúas y montajes paralelos arbitrarios, comedia popular, sentimentalismo paternofilial) de la producción de multisala.