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Zarzuela a todo trapo

Crítica de clásica: Festival de verano de los escoriales

Una imagen de la representación de El Escorial
Una imagen de la representación de El EscorialLa Raz

Obras de Francisco Alonso, Fernando Díaz Giles, Manuel Penella, Pablo Sorozábal, Federico Moreno Torroba, Reveriano Sotullo, Juan Vert y Benjamin Britten. Soprano: Saioa Hernández. Tenor: Francesco Pío Galasso. Barítono: Borja Quiza. Orquesta del Festival Internacional de Verano del Escorial. Director musical: Javier Ulises Illán. Teatro-Auditorio de San Lorenzo de El Escorial, Madrid. 29-VIII-2021.

No hay más remedio que empezar preguntándonos qué es eso de la tan rimbombante «Orquesta del Festival Internacional de Verano del Escorial» y su por qué, cuando la Comunidad de Madrid tiene su propia agrupación de reconocida solvencia. Esperemos que la razón no sea que, cuando precipitadamente se programó este festival, no se contó con que los profesores de la ORCAM se encontrarían de vacaciones. Vimos en el escenario algunos de ellos y también a muchos de los refuerzos que se utilizan cuando es menester. Luego, un pequeño detalle: hay dos poblaciones, El Escorial y San Lorenzo de El Escorial. Si se desea unir a ambas en el festival –lo que ya era hora– lo correcto sería titularlo como de «los Escoriales», porque con lo «del Escorial» se margina al auténtico promotor y se comete un error ya que el nombre es «El Escorial» y no hay «Escorial» a secas.

Cuatro espectáculos de música clásica de cierta relevancia se incluyen entre la docena de la programación y uno de ellos es el bautizado como «Cállate, corazón», centrado en la zarzuela. En un momento determinado, el director Javier Ulises Illán se dirigió al público con la pregunta «¿Se me escucha?» y un espectador respondió «¡Sí, demasiado!». Los decibelios de la orquesta sepultaron las voces durante casi las dos horas de concierto hasta el punto que, cuando Saioa Hernández empezó con su romanza de «El cantar del arriero» y no se la oía, algunos nos preguntamos cómo puede cantar Abigaille en teatros de enjundia. Afortunadamente pudo dejar testimonio de su clase y buena voz de soprano lírica en algún otro momento y, muy especialmente, en la serena página de «Don Gil de Alcalá». Fue una pena que Ulises Illán, que dirige el barroco competentemente, no hiciera caso al título de la velada «Cállate, corazón», porque se frustró un espectáculo bien concebido en su programa y al que se va para escuchar a los cantantes.

Francesco Pío Galasso es un tenor con caudal y estilo un poco a lo Bonisolli, que no desmerece en los repartos, pero que no sobresale. Luchó también contra la orquesta y puso toda la carne en el asador en el célebre «No puede ser» de «La tabernera del puerto». El tantas veces admirado Borja Quiza es un barítono lírico, excelente en papeles ligeros y falto de autoridad en los dramáticos que requieren un mayor peso vocal que no se solventa forzando el volumen. Lo hizo con consecuencias contra el volumen de la orquesta, pero éste le ayudó a disimularlas.

¡Qué fácil hubiera sido que el director hubiese dejado al concertino dirigiendo y se hubiese desplazado al final del auditorio para escuchar! Muchos grandes maestros lo hacen con frecuencia. Fue una pena que Ulises Illán no lo hiciese cuando, por otro lado, sus lecturas estaban bien planteadas. El público, más escaso de lo deseable, disfrutó y ovacionó, con la recompensa del chotis de «La Gran Vía».