Feria de Santiago

El Cid disfruta, Ortega sufre y Roca Rey resuelve en la tarde de la polémica en Santander

La corrida de Domingo Hernández resultó variada con toros manejables y otros muy complicados; Cid y Roca cortan un trofeo

Roca Rey
Roca ReyLancesdefuturoArjona

Tan solo 24 horas antes apagábamos las luces de la plaza con el corazón llenito de emociones. Nos las habían dado la corrida de Victorino Martín y El Cid, pletóricos. Era por eso que sabiendo que Cayetano Rivera no vendría a despedirse de Santander era más que probable que el de Salteras también hiciera doblete. La jugada de Morante nos aguardaba en la noche. Su ofrecimiento de gratuidad y las llamadas a empresario, medios y cargos públicos para que quedara bien claro el hecho y el contrahecho: Roca Rey decía no. ¿Hubiera sido bonito? Sí. Mucho. Por supuesto, por la clara razón de que ver a Morante es privilegio máximo en la mejor temporada de su vida. Y esto es incuestionable. Morante es en la plaza un ser superior. Intratable. Una maravilla de la humanidad. También lo es que las trabas para contratarse unos y otros forma parte del día a día de la gestión. Todos lo hacen. A Morante se le ofreció doblete en Santander y no hubo acuerdo. Y donar los honorarios se puede hacer siempre que se quiera. Sí se apuntó a dos Roca. Las miserias de los despachos son múltiples y en todas las direcciones.

Si algo pudimos comprobar es que El Cid mantiene su suerte en los sorteos como si nunca se hubiera ido y el primero fue un toro para llevártelo a casa, noble y suavón. Manuel Jesús lo disfrutó lejos de las prisas y la tensión. A placer y además lo mató por arriba así que se llevó un trofeo.

Curioso lo que vino después siendo la corrida de Domingo Hernández, pero tardamos en recuperar la calma. A Juan Ortega le tocó en segundo lugar una prenda que le hizo pasar un mal rato. El animal soltaba la cara siempre, se revolvía raudo y era difícil salir del entuerto de la embestida porque en el último tramo se enredaba en un callejón sin salida. Desagradable. Más el momento de entrar a matar. Se dilató en la suerte suprema y pasó lo suyo acercándose a los tres avisos. Ya con el capote Roca Rey rondó la trágica cercanía de los pitones en el quite. Milímetros. Vino la faena después, el toro no lo daba, había que buscárselo y se acostaba por los dos pitones. Desde el comienzo por estatuarios hasta el arrimón final de tragar, Roca estuvo en Roca pisando el acelerador. Hubo petición de trofeo, no concedida, y la cosa quedó ahí.

El otro toro bueno fue el cuarto, con sus cosas. No duró tanto y luego racaneó el viaje, pero tuvo un buen tramo de faena para disfrutar. El Cid lo vio y se la concedió en la distancia, aprovechando las inercias y con claridad de ideas. Después la espada no fue. Su puesta en escena había sido impecable.

En el quinto volvimos a lo que ayer se convirtió en normalidad: que la corrida no embistiera. Ya hizo cosas raras en el capote y a la hora de banderillearlo y no mejoró en el tercio de muleta. Ortega quiso remontar y exponer las cartas, pero había pocas bazas con las que jugar. El toro pasaba por allí con desidia, con ganas de rajarse y soltando la cara. Una delicia vamos. A Juan le desarmó en más de una ocasión y eso acabó de afear el trasteo. La espada estaba visto que no iba a ser fácil y no lo fue. Pasó un calvario.

Sin demasiada emoción acudió un sexto, que soltaba la cara mediado el viaje pero decía poco. Y la tarde estaba para emociones fuertes porque el tendido andaba revuelto. Roca tiró de repertorio para poner lo que faltaba y zanjar una tarde que pesó mucho.

Ficha del festejo

SANTANDER. 8ª de feria. TSe lidiaron toros de Domingo Hernández. El 1º, movilidad y repetición, suavón; 2º, malo y peligroso; 3º, complicado, se acuesta; 4º, repetidor, con transmisión y a menos; 5º, deslucido; 6º, manejable y soso. Lleno de «No hay billetes».

El Cid, de tabaco y oro, estocada (oreja); cuatro pinchazos, estocada (saludos).

Juan Ortega, de azul y plata, aviso, media, dos pinchazo, segundo aviso, estocada defectuosa (silencio); ocho pinchazos, media (bronca).

Roca Rey, de catafalco y oro, casi entera (palmas); estocada (oreja).