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Opinión

Los bárbaros

El presidente Emmanuel Macron
El presidente Emmanuel MacronYOAN VALATAgencia EFE

Macron ha ganado las elecciones, pero los seguidores de Marine Le Pen continúan ahí. El político es un ser de memoria flaca y desidiosa. Una vez ha ganado unos comicios, provinciales, generales, autonómicos, que ahora hay de todo tipo, tiende a descuidar las promesas de campaña y a olvidar que los votantes de sus oponentes siguen escuchándose en los bares, los supermercados, las juntas de vecinos y las urgencias de los hospitales, que últimamente dan para poner a escurrir a mucho político de cercanía. El historiador José Álvarez Junco, que estos días publica libro, sostiene que a los estudiantes hay que explicarles qué es la libertad, sobre todo ahora que van despistados con las junglas de las redes sociales, y enseñarles su práctica antes de que vengan los populistas de turno con cuatro eslóganes y les vendan alguno de sus paraísos perdidos. Se ve que las libertades no son solo ideas para exhibir en las pancartas de las manifas y quedar bien con la parroquia de turno, sino que también es un ejercicio pragmático y de uso diario. Parece que es este asunto de la praxis lo que se le atraviesa a más de un atrincherado en sus verdades ideológicas y capitales. El maestro no falta a la verdad al considerar que la libertad, y su marco político, es una pedagogía y no solo una gimnasia teórica. La democracia es una conciencia que hay que cuidar y que los políticos descuidan a menudo. Es algo que hay que inculcar en la testa del ciudadano si no queremos que después vengan las extremas derechas y las radicales izquierdas para asaltarnos las alcazabas del poder y echar abajo lo logros obtenidos. Corren unos tiempos en que vuelve a ser necesaria una alfabetización democrática, que es con frecuencia lo que dejan de lado los ministros y ministrables cuando las urnas los han elegido. Eso sí, después, ellos mismos se asustan de que sus elíseos estén rodeados de bárbaros.