Alexis Morante: “Los abuelos saben de estrellas o del futuro y eso no te lo explica internet”
El cineasta algecireño se estrena en el largo con “El universo de Óliver”, una ópera prima de ciencia ficción protagonizada por Salva Reina y María León que remite al encanto de las películas americanas de los ochenta
Creada:
Última actualización:
Una familia marcada por las estrellas, perseguida por la mala suerte, encabezada por un abuelo apodado “el majara” que sabe interpretar el lenguaje del universo y protagonizada por un niño repleto de ingenuidad y sueños que está empezando a comprender la dimensión de los problemas que implica participar de la vida adulta. El cineasta Alexis Morante, después de haber recibido hasta tres nominaciones a los Premios Goya por, entre otros, el documental “Camarón: Flamenco y revolución”, se sirve en esta ocasión de la versatilidad de registro de dos actores tan camaleónicos como María León y Salva Reina y de la imaginería fantástica de las películas americanas de los ochenta en donde los grupos de amigos salían a buscar aventuras subidos a una bici y creían que las cosas podían suceder si chascaban los dedos, para hablar de lo que de verdad importa: la suerte, el amor, la necesidad de creer en la magia, el miedo al rechazo, los prejuicios infundados y el legado familiar. “El universo de Óliver” es, al cabo, una suerte de “Stan by me” patrio extremadamente nostálgico y luminoso, aliñado con el sazón de los barrios humildes de Algeciras y el deseo siempre caliente de que pase por fin el Cometa Halley por encima de nuestras cabezas y solo tengamos que alzar la vista para poder verlo.
¿Cuándo fue la primera vez que sentiste que estabas descubriendo algo por primera vez?
Pues yo creo que está relacionado con el cine y con mi abuelo, porque hay un recuerdo que tengo, de cuando el padre de mi padre estaba muy malo y yo tendría unos siete u ocho años, no entendía muy bien el funcionamiento de las emociones adultas digamos, y me llevaron a Sevilla porque toda mi familia estaba en el hospital de allí y lo cierto es que estaba a punto de morirse, pero yo no lo sabía. Estando allí, como el ambiente en general era muy triste, me acuerdo que mis padres y mis tíos me llevaron por primera vez a ver una película, “ET”. Recuerdo que conseguí evadirme del momento que estaba viviendo, pero además mi padre utilizó la película para explicarme cosas que estaban ocurriendo en ese momento y al día siguiente, murió mi abuelo.
¿De dónde surgen las ganas de embarcarte en un proyecto que aparentemente puede parecer estar enfocado a un perfil tan más relacionado con la infancia?
Esta película realmente surge como un homenaje al cine americano de los ochenta, es decir, aquel que pretendía y conseguía tratar a los niños como personas adultas y no como tontos muchas veces, que es como se le trata hoy en día. Películas como “Cuenta conmigo”, “La historia interminable” o “Dentro del laberinto”, tratan de niños y pueden verlas, pero en el fondo tratan de cosas muy crudas y muy profundas. Cuando me fui a Estados Unidos a estudiar, hace ya doce años, lo primero que hice fue hacer un cortometraje que se llamó “Voltereta” donde ya ponía un guiño andaluz haciendo que el personaje se mudara a Nueva York y ya le hice yo ahí ese homenaje al tipo de cine que te comentaba y que tanto me hizo amar el cine desde bien pequeño. Básicamente ese fue el germen de esta película, porque yo ahí sí que pensé que gracias al universo que había creado ahí más el universo que había creado mi amigo de la infancia Miguel Ángel González en su novela homónima, me iban a permitir construir esta primera película de ficción con la que regresar de nuevo a la infancia.
¿Alguna vez has llegado a creer en la magia?
Por supuesto. ¡Quién no ha creído en la magia en algún momento! Lo importante es seguir haciéndolo, seguir soñando, creyendo en las estrellas, en el universo. Algo que creo que de niño es muy fácil hacer, pero a medida que crecemos vamos perdiendo esa capacidad de soñar. Ahora por ejemplo que tengo hijos, intento inculcárselo y también hacerles ver de detrás de cualquier cosa no siempre tiene por qué haber una explicación lógica.
En términos de financiación en España, ¿en qué momento crees que se encuentra la ciencia ficción en estos momentos?
Es muy difícil afrontar proyectos que incluyen ciencia ficción o fantasía en su relato como el caso de “El universo de Óliver” y en ese sentido la verdad es que yo tuve mucha suerte con los productores que se arriesgaron y fueron muy valientes a la hora de coger este proyecto. Es una primera película de ficción mía y sobre guión es una película difícil y cara. Y no hemos tenido ese dinero para hacerla, el presupuesto era muy bajo pero hemos tenido mucho apoyo de TVE y del equipo, casi todos andaluces, que se han volcado a la hora de darle este aspecto visual a la cinta, empezando por la fotografía y acabando con la postproducción, que se ha hecho toda en Sevilla.
Salva Reina ya había trabajado contigo anteriormente, ¿hubo poco que pensar en la elección de los protagonistas?
Efectivamente en el caso de Salva lo tuve fácil porque habíamos trabajado juntos en un corto mío de hace tiempo, “Bla, bla, bla”, con el que conseguimos una nominación al Goya y ya entonces me cayó súper bien y me di cuenta de que era un actor difícil de encontrar en España, porque sabe balancear muy bien la comedia y el drama. Y otra actriz que hace genial eso es María León y encima juntos hacen una pareja absolutamente perfecta, se conocen de antes. Era como estar rodando con amigos.
La presencia de los padres y los abuelos está muy presente a lo largo de toda la cinta, el legado generacional…
Al final el guion de esta peli lo construimos entre tres amigos de la infancia, de Algeciras los tres, Raúl Santos, Miguel Ángel González y yo y cada uno iba aportando lo suyo. Siempre al servicio de la historia y de lo que necesitábamos contar, pero cada uno ofrecía su visión; a lo mejor uno de nosotros tenía una relación más distinta con el padre o los tres coincidíamos en que teníamos una relación muy potente con el abuelo o la abuela: todo eso lo íbamos sumando. Y sobre todo también anécdotas y sensaciones relacionadas con el entorno, porque esta película no podría pasar en otro lugar que no fuera el campo de Gibraltar. Y toda esa temática unida acaba construyendo la base perfecta del eje central que utilizamos en el fondo para hablar de lo que tú bien dices, el legado generacional, esa relación que va de abajo a arriba, de nietos a abuelos y de hijos a padres.
¿En qué lugar piensas que han quedado actualmente las personas mayores? ¿Dirías que se ha perdido el respeto por la sabiduría?
Sí, por supuesto, pienso que es algo patente. Quizás por lo rápido que va todo, por lo rápido que va el mundo. Hoy en día los mayores no entienden las tecnologías, las pantallas, se respeta mucho menos esa sabiduría. Y en la película se ve claro cómo el abuelo es el que más sabe. ¿Pero sabe de qué? De las estrellas, del futuro, de lo que tienes que hacer para poder sobrevivir y eso no se explica a través de una pantalla, ni aparece si lo buscas en Internet, eso te lo dicen los abuelos, que son los únicos capaces de ayudarnos de verdad a pasar esa fase tan complicada en la que pasamos del niño al adulto.