Philippe de Chauveron: “Francia es un país rarísimo”
El director y guionista vuelve a la carga con “Dios mío, ¿pero qué nos has hecho?”, tercera entrega de la popular saga de comedias francesa
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Philippe de Chauveron (París, 1965) empezó en esto del cine dirigiendo documentales. Extraños primeros pasos para el que, atendiendo a los números, se ha convertido en el rey de la comedia francesa. Pope de “la comedia francesa del año”, el director visitó España para presentar “Dios mío, ¿pero qué nos has hecho?”, tercera entrega de la saga protagonizada por Christian Clavier. Si la primera película explotaba el choque cultural entre la Francia vetusta (la que venera a De Gaulle, habla de “ultramar” como un ente homogéneo y tiende a la derecha) y la chiraquiana (integradora, de extremo centro y socialdemócrata en su seno político y revisionista) a través del matrimonio de una de sus hijas y la segunda película duplicaba la apuesta, la tercera parte es la elevación caricaturesca del concepto mismo. De Chauveron, mucho más comedido que sus chistes como guionista -y, en la distancia corta, incluso más progresista que los mismos-, responde acerca de las fricciones en el país vecino, la estima de la comedia más allá de los Pirineos o lo complicado que fue sacar adelante una película que, al final, va camino de convertirse en una de las más taquilleras del año a nivel mundial.
-Tengo entendido que usted aprovechó el confinamiento para escribir…
-Empecé a escribir la película justo antes del confinamiento, por lo que tuve tiempo de hacer muchos cambios por el camino, perfeccionar los chistes, quizá. Luego empecé a repartir borradores entre los actores y les fui escuchando, con reuniones de Zoom, para ver cómo encajaban los diálogos en sus personajes. Aunque nos pasó algo divertido, y es que como Chantal Lauby (Marie, en la película) no tiene correo electrónico ni móvil, no podíamos mandarle el guion. De hecho, ni siquiera podíamos hacérselo llegar en formato físico, por las limitaciones de los confinamientos. Así que uno de los productores lo imprimió página a página en su casa, lo dejó en el buzón de la actriz en París y diez días después ella lo recogió. Y aun así, ella desinfectó cada página. Eso retrasó el rodaje y los preparativos. Creo que ha sido el rodaje más complicado que he llevado a cabo nunca, porque todos estábamos aprendiendo sobre la marcha a trabajar con las nuevas medidas.
-¿Se ha sentido arropado institucionalmente por el Gobierno francés como creador? ¿Esperaba que la película volviera a triunfar en taquilla, incluso con los nuevos condicionantes?
-En mi caso la financiación es absolutamente privada, pero creo que sí ha habido un soporte, un sostén al menos al cine en salas. Creo que la labor estatal ha sido correcta. Y respecto al éxito de la película, es complicado, porque uno nunca hace películas pensando en eso. Se pone a pensar en ello una vez las termina, y espera cualquier cosa, casi siempre lo peor. Me daba más miedo la pelea con el virus que contra el mando de la tele.
-¿Hay una fórmula secreta? ¿Cómo se hace, año tras año, la comedia francesa del año?
-Receta… no creo que haya receta. Si hay algún tipo de magia o de elemento infalible es el boca-oreja. Si consigues que una persona recomiende tu película, tienes tres cuartos de entrada vendidos. Y supongo que también hay algo de identificación, en muchos sectores del público, gracias a lo coral que termina siendo la película.
-Toda la saga de películas ahonda en la Francia de los contrastes, las Francias dentro de Francia. ¿Cree usted que la polarización del país es real o se trata de un discurso interesado?
-Hay un poco de todo, realmente, porque Francia es un país rarísimo, muy peculiar en sus particularidades. Solo tienes que entrar a un colegio cualquiera, en el que verás a niños de un montón de orígenes, religiones y costumbres distintas. Y convivirán genial, porque la fractura no se siente de verdad hasta la adolescencia. La fractura, cuando existe, es por culpa de las crisis económicas. Creo, eso sí, que la convivencia no está ni mucho menos amenazada como algunos creen o quieren hacer creer.
-Existe un fenómeno curioso y es que, salvo contadas excepciones, la comedia española no acaba de conectar con público o crítica. En cambio, películas como las suyas, siempre firman buenos números en taquilla…
-Creo que es porque se hacen pocas. En Francia se hacen comedias malísimas, pero se hacen muchas, y eso acaba en que muchas de esas sean buenas. La gente siempre tendrá la necesidad de reírse y en España eso no es distinto. Hay que darles cancha a los actores y guionistas de comedia para que se equivoquen. Es algo que, creo, el cine español hace muy bien con los thrillers y con las películas policíacas. Casi todo lo que hace buenos números en Francia y viene de España es de ese género. O incluso a través de plataformas. Es eso… o Almodóvar.