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Carlos III, borrón y arte nuevo

Cuando llegó a España después de 25 años de reinado en Nápoles y Sicilia, el monarca tenía claro lo que quería: acabó con todas las decoraciones que no eran de su agrado e instauró un programa cosmopolita que renovaría la ornamentación en los palacios reales
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Madrileño, religioso, amante de la caza y de la decoración, cuando Carlos III llegó a España procedente de Nápoles redecoró sus residencias palaciegas. El monarca regresa al Palacio Real gracias a una completa exposición que reúne 131 obras entre pinturas, mobiliario y ornamentos.
El mal humor que se le ponía a Carlos III cada vez que tenía que vestirse de gala es algo que ha llegado hasta hoy. Armaduras, capas y demás ornamentos eran parte de una artificiosidad que no agradaba al monarca. Aun así, si tenía que calzarse las botas de los domingos porque la ocasión lo requería, acataba el protocolo. En una de éstas, emperifollado hasta el último pelo y con el bastón de mando presente, le retrató Anton Raphael Mengs, en un óleo de 1765 pintado por encargo del rey Federico V de Dinamarca. Un cuadro que no había salido del país escandinavo en dos siglos y medio y que ahora lo hace para convertirse en una de las piezas clave de la exposición que presenta –desde hoy– Patrimonio Nacional en el Palacio Real de Madrid con motivo del tercer centenario del monarca: «Carlos III. Majestad y Ornato en los escenarios del Rey ilustrado». Una muestra en la que se refleja, presenta Alfredo Pérez de Armiñán y de la Serna –presidente del Consejo de Administración de Patrimonio Nacional–, «a un soberano ilustrado y, como tal, mecenas de las artes, de las humanidades y de las ciencias». Carlos III constituye «un referente indiscutible de la fértil relación que han mantenido la Corona y la cultura en España durante la Edad Moderna –continúa–. Su gobierno, además de las grandes obras públicas que promovió, supuso la intervención estatal en aspectos culturales y estéticos a una escala amplia variada. Pero, sin duda, donde con más claridad se perciben tales innovaciones es en el propio entorno del monarca, en el arte creado por su propia iniciativa en la Corte y en los Sitios Reales».
- Programa cosmopolita
Cuando se convierte en rey de España, en el verano de 1759, el madrileño viene de 25 años de «entrenamiento» al frente de Nápoles y Sicilia. Tierras que entonces, principalmente la primera, se entendían como «lugares en los que la belleza era absoluta», comenta José Luis Sancho –comisario de la exposición junto a Pilar Benito y Javier Jordán de Urríes–, y que le ayudaron en buena medida a tener una noción ilustrada de las artes. Por ello, cuando regresa a la Península, para ocupar las diferentes residencias reales, «borra todo lo anterior, quita todas las cosas recién hechas que no le gustan e implanta un programa cosmopolita en el que dos de sus principales banderas son los artistas Mengs y Lorenzo Tiepolo –del que se recogen doce pasteles de «tipos populares» que no se habían reunido en una misma sala desde la década de los cuarenta–. Muy diferentes entre sí», amplía el comisario.
La educación recibida por Carlos III como vástago de Borbón y Farnesio y los casi 30 años de experiencia vital en Italia –donde las excavaciones de Herculano y Pompeya, la construcción de la Caserta y el establecimiento de la Real Fábrica della Porcellana de Capodimonte le marcaron particularmente– han hecho de su figura una de las más importantes entre los monarcas españoles mecenas de las artes. Así, no escatimó en recursos para hacer de su reinado (1759-1788, fecha de su muerte) una unión entre el poder y la Ilustración, en la que las artes que se manifestaban en sus palacios eran el medio elegido.
Adentrarse a las habitaciones del monarca en el Palacio Real de Madrid era toparse de golpe con toda aquella majestuosidad que se había diseñado. Apenas llegados a la mitad de la escalera principal, los visitantes ya podían contemplar la composición con la que Corrado Giaquinto había representado en su bóveda al Sol –Apolo Febo–. Una presencia significativa en los aposentos de un rey absoluto que seguía la línea de su bisabuelo, Luis XIV, y que imitaba a la Reggia Caserta, donde «Apolo y las musas» también guardaba la escalera. Acercar al rey a esta divinidad greco-rromana protectora de las ciencias y las artes se convierten en un tópico de su legado: «Todo el discurso oficial en alabanza del monarca abunda sobre este tema y otros parecidos, que se plasman en los techos pintados de la residencia madrileña y recalcan el papel del rey como protector de todo tipo de actividades doctas», exponen los comisarios de la exposición.
Otro nombre con el que se le comparó también sirvió de excusa para que Mengs pintara un nuevo fresco: «El Trajano que hoy rige España», le apodó el político e ilustrado José Nicolás de Azara. La imagen del emperador romano nacido en Itálica –y por tanto hispano– protagoniza el techo de la Saleta del Palacio Real en la que el rey daba audiencia y comía. Quedando aureolado por las virtudes de Trajano «para manifestar las que son propias de un perfecto príncipe». Obras, en su conjunto, que se emplearon tanto en la vida cotidiana del monarca, y de su familia, como para fines funcionales, ornamentales y representativos.
Así, la exposición se abre con el busto de Carlos III esculpido por Juan Pascual de Mena que la Colección Banco Santander ha prestado a Patrimonio y que sirvió de modelo para diferentes piezas. En la misma sala aguardan los óleos en los que Antonio Joli plasmó los lugares en lo que pasó su reinado: «La exposición muestra una visión de Madrid y los Reales Sitios en los que el monarca repartía su vida cotidiana, las llamadas “jornadas”», puntualiza Antonio Escámez Torres –presidente de la Fundación Banco Santander–: el calendario establecido en la Corte dependiendo del lugar donde se hallara el monarca. En la primavera se trasladaba a Aranjuez, en verano a La Granja y en otoño iba a San Lorenzo de El Escorial, utilizando en invierno el Palacio Real de El pardo en las jornadas de caza.
Es la primera de las diez salas que componen «Carlos III. Majestad y Ornato». La siguiente se dedica al dormitorio del Borbón, donde se ha reunido al «decoración casi integral» del mismo mediante la tapicería para la cama, las cortinas y otras piezas que variaban dependiendo de la época del arte de Mengs a las telas chinas. Son precisamente las «chinosseries» otro de los puntos que se muestran en el Palacio Real como parte importante de la colección no expuesta hasta ahora, «por razones de conservación» que ve la luz. En total 131 piezas que proceden casi en su totalidad de Patrimonio –con préstamos de El Prado, MAN, The Wellington Collection...–.
La pasión de Carlos III por la caza es otro de los puntos en el que se han detenido los comisarios. Una afición que adoptó para escapar de la melancolía hereditaria y que le daba una libertad que apenas le dejaba estar en Madrid ocho semanas al año.
- Reales fábricas
Esculturas, tapices, muebles, pinturas –«Lamentación sobre Cristo muerto», de Mengs, como otra de las piezas importantes–... Si hay otra aportación importante en la muestra son las Reales Fábricas, tanto la de porcelana del Buen Retiro, que él mismo creó, como las que fundó su padre y que se confirmaron durante su mandato: la de tapices en la capital y la de cristales en San Ildefonso (Segovia). Curioso el caso de la última en la que el tamaño de los espejos que allí se producían llamaban la atención de los viajeros.
Para cerrar, se detiene el tiempo en el 14 de diciembre de 1788, día de la muerte del monarca. Se recrea la capilla ardiente instalada en el Salón del Trono a la que se permitió al entrada a «todas las personas, de ambos sexos, sin distinción de clases que quisieron ver a S. M. Difunto», se escribió. Desmontada la decoración habitual de la sala, se cubrieron las paredes con una de las tapicerías más emblemáticas de las Colecciones Reales: «La conquista de Túnez por Carlos V».
«Una revisión del arte de Corte durante el reinado del rey ilustrado en España, tanto de la arquitectura, pintura y escultura, como de las piezas creadas por las Reales Fábricas y talleres y, en suma, de las artes que sirvieron para el ornato de las residencias reales y la representación de la majestad española a través de las obras más significativas que se conservan en las Colecciones Reales», concluye Antonio Escámez.

El Rey se multiplica

El 20 de enero se cumplían los 300 años exactos del nacimiento del que sería Carlos III de España. Entonces, pocas o ninguna fueron las referencias a un monarca que parecía olvidado. Pero no, inmersos todavía en el año de su tricentenario, es ahora cuando empiezan a aflorar las exposiciones sobre el monarca de la Casa Borbón. A la presentada ayer por Patrimonio Nacional hay que añadir la que inaugura en diez días el Museo Arqueológico Nacional, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando –21 de diciembre– y el Museo de la Ciudad, que mostrará una visión del rey más centrada en la capital. Por otro lado, la rueda de prensa de ayer sirvió para que desde Colecciones Reales hablaran por enésima vez sobre la futura apertura del nuevo museo –junto al Palacio Real–. A la espera de una fecha concreta, José Luis Díez –director del organismo– expuso que con la entrada del recién reelegido Ejecutivo espera la convocatoria del concurso en fechas próximas, así como nuevos cambios en los accesos al centro.

Las claves del recorrido

- Cama mortuoria La exposición se cierra con la recreación de la capilla ardiente instalada en palacio tras la muerte de Carlos III el 14 de diciembre de 1788. También se conserva el testamento original, firmado por «yo, el rey».
- Busto prestado La Colección Banco Santander, como una de las principales impulsoras de la muestra sobre el Borbón, ha cedido a Patrimonio el busto de Carlos III de Juan Pascual de Mena esculpido en 1764 sobre mármol.
- Presencia de Goya Los artistas traídos por Carlos III sirvieron para inspirar a nuevos artistas. Éste fue el caso de un Francisco de Goya, que está presente en «Carlos III. Majestad y Ornato» a través de una serie de tapices que diseñó.
- Dónde: Palacio Real de Madrid (Plaza de Oriente).
- Cuándo: desde hoy hasta el 31 de marzo.
- Cuánto: 11 euros.