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Dalí, un fantasma en la Bienal de Venecia

El comisario del Pabellón de España ha elegido al artista como punto de partida (aunque no habrá una sola obra suya) para presentar la obra de Cabello y Carceller, Francesc Ruiz y Pepo Salazar
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El comisario del Pabellón de España ha elegido al artista como punto de partida (aunque no habrá una sola obra suya) para presentar la obra de Cabello y Carceller, Francesc Ruiz y Pepo Salazar
El guión es esa sucesión de contenidos donde todo está previsto y quese lee como una cadena lógica. Palabra de Martí Manen, crítico y comisario de arte, residente en Estocolmo (se da un aire a Clive Owen hace unos años, en la treintena larga) y que este año ha sido el encargado de montar el Pabellón de España en la Bienal de Venecia se lo ha saltado. El guión, claro está. Y lo explicamos: en ediciones anteriores era un artista quien representaba a España. En la convocatoria precedente, la de 2013, fuera Lara Almarcegui; en 2011, Dora García; Santiago Sierra, en 2003..., y así podríamos seguir enumerando. Este año, a los 88 pabellones internacionales se une uno, y trino, y además, con fantasma. Porque hablamos de tres artistas, Cabello y Carceller, Pepo Salazar y Francesc Ruiz y de una presencia ausente, la de Salvador Dalí. La exhibición lleva por título «Los sujetos», y en palabras del joven Manen (nacido en Barcelona en 1976) es una relectura del artista en el siglo XXI a través de la mirada de estos creadores. «Ya estamos y va a funcionar». Son las primeras palabras del comisario, recién aterrizado de Venecia, excitado por la cita, que llega el próximo 9 de mayo, organizada por la Dirección de Relaciones Culturales y Científicas, de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), con la colaboración de la Acción Cultural Española(AC/E). La presentación no casaba tampoco con el guión, pero tenía una lógica, pues de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando fue expulsado Dalí en 1923: «Decidió marcharse en un acto de pura perfomance y nos parecía interesante volver al escenario para realizar esta presentación», asegura. La pregunta es por qué él, que no es un artista vivo en plena ebullición creativa: «Venecia es un enorme escaparate y sabemos que durante y después pasan cosas con los artistas. Con Dalí no sucederá. No se mostrará ni una obra suya. Es un fantasma que está sin estar. He tomado al Dalí que sabe manejar su imagen pública, el que juega con al verdad y la mentira y con la complejidad. No es un Dalí amable ni un héroe», explica.
El Pabellón ha tardado meses en hacerse la realidad que es hoy, y eso que el equipo ha contado con unos sesenta días menos, entre el retraso en nombrar el proyecto ganador y el mes de adelanto de esta Bienal, que ah contado con un presupuesto de 400.000 euros, similar al de ediciones anteriores, pero alejado de aquellos más abultados, propios de vacas gordas, que rozaban el millón de euros. Las conversaciones se han sucedido en Madrid, Barcelona, Roma, Estocolmo. Un maratón de charlas que ha dado como resultado un «diálogo asincrónico de Dalí con tres artistas», asegura. Mientras Manen se acerca a la esencia del pabellón y trata de poner blanco sobre negro de lo que ofrecerá España en la Bienal, se sucedían ayer en una pantalla imágenes tomadas el jueves, con el es, espacio a punto de inaugurarse. Falta muy poco, pero algo falta. Y a pesar de que no esté, de que se le intuya y se le sepa sin ver una sola obra suya, el comisario se refiere de nuevo al Salvador del pabellón y muestra una portada de una revista en la que aparece junto con la andrógina y equívoca Amanda Lear en un intento de acercarse a la relación del artista «que juega con lo público y lo privado, que permite que ella le siga por las calles de Nueva York con su cámara de fotos en la mano. Con ella habla de todo. Y de la identidad sexual también. Es el Dalí complejo, difícil e inadecuado», dice, al tiempo que deja para el final una afirmación que hace a más de uno arquear una ceja: «Dalí está borrado de la historia del arte popular español, no está bien visto desde el punto de vista académico, aunque se haya constituido en referencia de muchos de los artistas que vemos hoy». El punto de partida es el creador catalán, aunque Manen no ha pedido a ninguno de «los sujetos» un trabajo específico sobre él. Carta blanca y vía libre para crear han sido las premisas.

Ponerse las pilas

«¿Necesitaremos una explicación de lo que se va a mostrar?» Quien pregunta es el director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Fernando de Terán, a lo que se apresura a contestar Manen de manera conceptual: «Las obras están pensadas para el lugar. Hay información suficiente y contenido y lo que no queremos es una saturación extra. Si alguien busca un texto explicativo colgado en una pared no lo va a encontrar, no lo hay». El comisario asegura que desde el primer momento el equipo se puso las pilas y empezaron a trabajar en su proyecto, como si el suyo, que luego resultó elegido, lo hubiera sido desde el minuto uno. A través de unas alocuciones en vídeo, los creadores explican lo que han llevado a la Bienal. Cabello y Carceller se han decantado por una performance: al espacio llega una joven negra que cree que está sola. Se queda a dormir allí y a la mañana siguiente descubre que hay otras tres personas más. El diálogo se entabla sobre lo que permite la sociedad y lo que no, los retos de Europa. «Son personajes marginales y olvidados, pero al mismo tiempo personajes imprevistos que nos permiten hablar de cuestiones que nos interesan», explican ambas. La apuesta de Francesc Ruiz (atención a la performance que dicen va a dar que hablar a la entrada del pabellón y que llevará su firma) se decanta por el cómic. Construye dos quioscos, uno de ellos tomando como base el dominio del poder de la sexualidad. Durante la primera semana de a Bienal, una serie de personas situadas en diferentes puntos de los Giardini repartirán obras en forma de cómic, realizadas ex profeso para esta cita, propuesta que entronca con la idea de la importancia capital que en la vida, personal y artística, tuvieron los medios de comunicación, como el «Dalí News» y su colaboración con diferentes revistas.
Pepo Salazar, que se declara no partidario de la obra de arte unívoca, asegura que planteará el tema de la dificultad en la accesibilidad al Pabellón de España, cuestionando lo que es obra y lo que queda fuera de ella «mediante la superposición de información, un universo concentrado donde se genera un sensación casi de impotencia», según Manen. El artista explica que se conjugan las ideas de «felicidad y facilidad, relacionadas a su vez con el consumo y con el hecho de tener que vencer un obstáculo para poder acceder al espacio».
Martí Manen ha tratado, también, de romper el ritmo y alejarse de lo que venía siendo una costumbre, un pabellón, un artista. Desde el 9 de mayo y hasta el 22 de noviembre serán tres las presencias presentes y una la presencia ausente. Dalí orbita, flota y deja su perfume y su estela en el espacio. Y en Venecia, la Bienal se convierte cada dos años en una cita que trata de romper y calar. Con mejor o peor fortuna. En el Pabellón español, la parte central también estará ocupada por tres pesos pesados en forma de entrevistas: Vicente Todolí, director de la Tate Modern cuando se presentó la exposición «Dalí & Film»; Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía y Montserrat Aguer, directora del Centro de Estudios-Dalinianos de la Fundación Gala-Salvador Dalí y comisaria de la exposición que batió record de visitantes en Madrid.

Dora García, una presencia única

En 2011 fue la representante del Pabellón Español en la Bienal de Venecia con una obra denominada «Lo inadecuado». Y este año se ha convertido en la única artista patria de los 136 seleccionados que estará presente en la «sección oficial» de esta cita artística, seleccionada por el comisario Okwui Enwezor. El lema de esta edición es «All Worlds Future» y reunirá a creadores de 53 países, como Broodthaers, Tania Bruguera, Ofili, Bruce Nauman o Hans Haacke. Los americanos ganan por goleada, seguidos por los artistas de Alemania, Reino Unido y Francia. Entre los latinoamericanos, argentino y peruanos se llevan la palma.

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