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Haryán Rodríguez: «El artista debe influir en la venta y no dejarse llevar por la inmediatez»

El empresario y apasionado del arte desgrana sus instintos a la hora de coleccionar arte, destacando su interés por artistas españoles vivos

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Haryán Rodríguez es un empresario madrileño apasionado del arte, también de la arquitectura, rama a la que se dedica tangencialmente. Colecciona, junto a su mujer Marta Oria, desde hace algunos años escultura, pero sobre todo pintura. Basa su colección en obras de artistas españoles vivos, y eso ya merece esta entrevista. Arte y artistas que representan el sentir y sensibilidad de su forma de entender todo lo que les rodea. Hablamos con él, días antes de la celebración de ARCO Madrid 2025 –entre el 5 y el 9 de marzo–, para entender qué compran los jóvenes coleccionistas de nuestro país. 

Es un coleccionista muy joven y me despierta interés saber cuáles son los factores que le hacen decidir qué obra va a adquirir.

Soy joven también como coleccionista, ya que he empezado hace pocos años a coleccionar. Principalmente hay un componente educacional y familiar, ya que mi padre ha sido una persona a la que le ha gustado el arte y ha tenido esa inquietud. La hemos heredado mis hermanos y yo. Recuerdo mi primer viaje y lo que sentí al ver la Capilla Sixtina, fue bestial. No se me ocurre otro calificativo que lo describa. Después con la madurez he tenido la capacidad de ir adquiriendo piezas para mi colección.

He tenido el placer de ver gran parte de su colección y déjeme decirle que tiene ojo. Hay un ojo entrenado que entiende de técnicas, de estilos. Además, hace una labor importante al coleccionar obras de artistas españoles vivos.

El arte de nuestros días es un fiel reflejo de lo que ocurre a nuestro alrededor, influye también la edad del artista. Cómo va adaptando lo que vive y lo que aprende esos soportes. Mi colección es en un noventa por cien pinturas, me gustan las obras pintadas en óleo sobre lienzo. En eso soy muy clásico, me lo han trasladado mis padres, aunque conjugo estilos clásicos y modernos en cuanto a la temática. Creo que no se rechazan.

No es anecdótico que toda la gente con la que hablo de arte, que va desde directores de grandes instituciones a artistas, pasando por coleccionistas y realmente todos los actores del tejido cultural, siempre llegamos a esa conclusión de que el arte documenta el mundo. Es muy importante transmitir lo importante que es la figura del coleccionista en la conservación del patrimonio artístico. Ver los nuevos criterios de adquisición. ¿Tiene una narrativa ya previa de lo que quiere tener en el futuro o compra de forma más emocional o impulsiva?

Como decían los griegos, en el equilibrio está la virtud. Creo que hay que tener una narrativa y dentro de esa narrativa escuchar al instinto y también ver lo que crees que va a mantener un valor en el largo plazo. Eso requiere un cierto conocimiento. Al final estás poniendo ahí una parte de tu patrimonio. En mi caso yo valoro esas tres cosas: narrativa, instinto e inversión, y le añado una cuarta que es que a mí no me gusta almacenar las obras sino disfrutarlas, en todos los lugares donde puedo. Eso incluye muchos lugares, casa, oficina; en mi caso otro muy particular es el garaje que he convertido en una galería de arte. Entro y salgo la gran mayoría de las veces por ahí, intento hacer de mi colección algo vivo.

Me gusta que hable abiertamente del factor inversión en el arte, no todos los coleccionistas lo hacen y a mí me parece que no está mal hablar de dinero en este caso. El arte es un valor refugio y seguro, si sabes comprar. Aunque no tengas una intención de vender, valoras comprar algo que tenga valor en el mercado porque en tu mentalidad de empresario quieres asegurar tu patrimonio.

Coleccionar arte, permíteme el paralelismo, es comparable a coleccionar relojes de gama alta. Cuando tienes una gran colección no compras piezas para especular y venderlas al día siguiente, las tienes para tu disfrute. Sabiendo que tienen un valor inmovilizado líquido. He comprado alguna pieza que no ha incrementado su valor en el mercado, pero me gusta mucho y la disfruto mucho, también valoro ese disfrute que me aporta cada pieza.

Amortizar las piezas en «disfrute» como unidad de medida me gusta. Existe el coleccionista especulador, que llega y quiere comprar todo de un artista, solo porque tiene la certeza de que va a incrementar su valor. A mi ese tipo de coleccionista no me gusta, me genera rechazo. Habrá galeristas que se froten las manos al verlos llegar, pero no a los que le tenemos amor al arte y vivimos rodeados de artistas y vemos cómo se desprenden de las obras como si fueran hijos.

Los artistas deberían también influir en la decisión de esperar, de aguantar la obra y esperar el momento. Es muy goloso que venga alguien y que te compre todo, pero el tiempo es todo. Al final es jugar a medio-largo plazo, no dejarse llevar por la inmediatez. Vale para todo en la vida.

Estoy de acuerdo en que hay que tomar decisiones estratégicas. En el arte es relativamente fácil tener éxito de forma puntual y en algunos mercados más fáciles que el español (no voy a nombrar ninguno), lo único que te aporta estar es dinero y eso no construye una carrera.

Hay artistas que tienen una capacidad de producción muy alta, pero si venden al público equivocado las obras no van a ser visibles, ni disfrutables.

Tiene una familia muy bonita. Cuándo adquiere una obra, ¿piensa en ella como un legado que le va a dejar a sus hijos?

Tengo niños y todo lo que hago parte de esa base de proyecto común con mi mujer, y te diría que no solo en ese sentido nuclear, sino familiar, tengo la suerte de haber creado una fundación con uno de mis hermanos y uno de los objetivos que vemos en el horizonte es crear una gran colección de arte, que sea un legado real.

He visto esa conexión que tiene con su mujer, como un equipo. Me da mucha alegría saber que tienen intención de profesionalizar la colección, eso genera tejido cultural, que es patrimonio para todos y responsabilidad social real. Además hay que alabar al sector privado, los que nos dedicamos a las artes plásticas echamos de menos el apoyo del sector público, cuando hay otras áreas de las artes sobre subvencionadas.

Lo hacemos con amor, no buscamos una revalorización o plusvalía rápida, sino un disfrute y un legado. Lo demás es una consecuencia de las buenas decisiones. A mí me gusta que las obras que compro sean tan buenas, que sean los propios artistas quienes me las pidan para exponerlas, piezas significativas. Se las presto encantado.

Le gusta conocer a los artistas. Durante mucho tiempo los artistas interactuaban poco con los coleccionistas por cómo estaba, o está hecho el sistema de galerías. Dime a qué artista le ha comprado más reciente de su colección.

Lo último ha sido una obra de Jaime Monge, ya le he comprado varias, pero esta última me tiene muy emocionado, tanto que creo que voy a dormir con ella (ríe) y la voy a instalar en mi zona de descanso. Porque la queremos ver mucho. Jaime Monge es un artista para tener en el radar, es magistral con los espacios, las luces los puntos de fuga, los blancos, los negros y los colores. Refleja cosas cotidianas de una forma única, conecta con lo humano. En concreto esta última obra de la que te hablo se llama «Lego» y a mí me conectó con mi infancia, yo veo en ella esos juegos con los playmobil y los legos, veo esas escenas cotidianas de jugar con la cuerda, o un niño con una cometa y eso es muy emocional, conectar con mi infancia cada día.

Qué bonito que el arte le pueda conectar con algo tan puro.

Monge es uno de los que está llamado a ser uno de los grandes, no tengo duda.