Boldini, de artista despreciado a estrella
La Fundación Mapfre presenta en España la primera retrospectiva de la obra del muy solicitado artista italiano
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La Fundación Mapfre presenta en España la primera retrospectiva de la obra del muy solicitado artista italiano
Los caminos del gusto son inescrutables. A Giovanni Boldini (1842 – 1931) le habían colocado el cartel de la superficialidad, de hacer retratos convencionales y “pintura de casacas”. El italiano, dueño de una prodigiosa técnica, vivía en París como pintor de encargo, facturando maravillosas obras realistas para salones burgueses y ricas familias mientras en el parís donde vivió casi toda su vida emergía el impresionismo. En su momento, los impresionistas fueron rechazados, ignorados, condenados a la bohemia. Pero después la historiografía del arte, el gusto popular y las subastas mitificaron hasta tal extremo las vanguardias que borraron a sus coetáneos. Sin embargo, en uno de los movimientos pendulares de la historia, los ojos se vuelven ahora hacia Boldini, hasta tal punto que las exposiciones del italiano se han multiplicado en el mundo y han convertido la empresa de organizar una retrospectiva en tarea casi imposible. La Fundación Mapfre acoge la primera que se celebra en España de su obra y de su relación con los españoles que, como él trabajaron en París: Fortuny, Sorolla, Zuloaga o Román Ribera, entre otros.
“Estoy muy feliz de que venga esta exposición a España ahora, cuando este artista se ha liberado de esa mirada de superficialidad que ha tenido por parte de la crítica", señaló Francesca Dini, comisaria de la exposición y compatriota de Boldini, al que calificó de "el Paganini de la pintura"por su increíble virtuosismo, del que hay numerosas muestras en la exposición. “Estaba dotado con el don de la perfección", señaló Dini. Para la co-comisaria Leyre Bozal, la obra de Boldini representa “un tiempo que está perdido” con escenas cotidianas y mundanas, de cafés y de mujeres elegantes. Sin embargo, el italiano también trato de modernizar los géneros como el paisaje y el retrato en el cambio de siglo.
Sin embargo, Boldini fue uno de los primeros artistas que se instaló en el barrio de Montmartre, donde estuvo en contacto con la bohemia nacional e internacional. Fue amigo de Degas, con el que llegó a realizar un viaje a España, y trabó amistad como muchos artistas españoles que van desde Fortuny, Madrazo, Sorolla o Zuloaga. Con ellos, participó y retrató la “belle-epoque”, compartió códigos y pintó escenas con trajes folclóricos españoles.
Fue un retratista de lo mundano con una cualidad que se siente en el directo. De él, uno de sus grandes detractores dijo: “Cuando se tiene delante uno de sus cuadros, no se puede evitar mirarlo, porque te fascina, te enreda, te trastorna; uno siente que lo que tiene ante sí es una profanación de nuestra propia divinidad, pero ante todo, nos gusta. El gnomo nos involucra, nos asombra, nos hechiza, nuestras teorías se desvanecen y al final él sale ganado”.
La muestra está abierta hasta el 12 de enero en la sede de la Fundación Mapfre, Sala Recoletos. Entrada general, 3 euros.