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Bonnie & Clyde: 21 meses de atracos, amor, muerte y poesía

En 1932, en mitad de una gran crisis económica, dos paletos del sur de EEUU llamados Bonnie y Clyde decidieron ponerse a todos por montera, cambiar sus destinos de verdad y prenderle fuego a todo a ver qué pasaba.
larazon

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En 1932, en mitad de una gran crisis económica, dos paletos del sur de EEUU llamados Bonnie y Clyde decidieron ponerse a todos por montera, cambiar sus destinos de verdad y prenderle fuego a todo a ver qué pasaba.
Piensen ustedes en qué han perdido el tiempo (o no, si han sido valientes) los últimos dos años. Quizá han tenido alguna desgracia y eso les exonera, pero la vida contemporánea es fatua y se nos escapa entre los dedos como agua de nimiedades. En 1932, enmedio de una crisis económica de las de verdad, de las que duraban una década y solo se levantaban con una guerra, dos paletos del sur de EE UU decidieron ponerse a todos por montera, cambiar sus destinos de verdad, prenderle fuego a todo a ver qué pasaba. Debían de estar muy hartos de todo.
Se llamaban Bonnie Parker y Clyde Barrow y vivieron 21 meses de furia, adrenalina, huida y amor furioso. Él tenía 24 años y ella 23 y se llevaron por delante bancos y gasolineras. También a 18 personas entre civiles y policías. Su rally corsario y su excitación de jóvenes amantes ya habríamos querido vivirla un solo día y poder contarlo. Su historia, o un ángulo pálido de lo que debió ser la realidad se llevó al cine con Warren Beatty y Faye Dunaway en 1967, en «Bonnie & Clyde». También habríamos dado un dedo por vivir en una secuencia de todas formas.
Podíamos imaginar mucho sobre esos 21 meses, sobre las tardes de contar el botín y las mañanas de preparar la huida. Lo que sucedió en esa febril intimidad, la de una joven supuestamente seducida por un criminal y arrastrada a la perdición, no podemos saber detalles, porque la pareja murió acribillada por la policía en 1934. Pero sabemos que, mientras ella esperaba a que él saliera de la cárcel (más trastornado que antes de entrar), se mandaban apasionadas cartas de amor y que, mientras duró su pasión, ambos escribieron poesía. De la poesía de Bonnie Parker trascendió el célebre «The Story Of Bonnie & Clyde» que dio lugar al mito y guión a la película.
Pero también el más adusto Clyde Barrow escribía sus versos, con más faltas de ortografía. Lo hacía en un cuaderno verde que salió a subasta este fin de semana entre multitud de objetos de la pareja (desde un reloj a un mítico cartel de «se busca» pintado a mano) y fue de lo poco que quedó sin comprador. Las composiciones con más fallos ortográficos deben ser atribuidos a Clyde, que escribe: «No queríamos hacer daño a nadie, pero teníamos que robar para comer. Y si tuvimos que disparar a alguien para sobrevivir, es la manera en la que son las cosas. Hemos secuestrado a algunas personas, las hemos atado a árboles, pero no tan fuerte como para que no pudieran liberarse solas. (...) Nos vamos a casa mañana y nos veremos cerca de la parra. A menos que la policía llegue primero».