Chema Madoz se pone romántico
El fotógrafo presenta su trabajo de los últimos dos años en la Galería Elvira González
Creada:
Última actualización:
El fotógrafo presenta su trabajo de los últimos dos años en la Galería Elvira González
Chema Madoz vuelve –si es que algún día se fue, que no es el caso– siendo, sin duda, Chema Madoz. El artista presenta su nueva exposición como si de un disco de Tom Waits se tratase. Se le reconoce. “La mirada es como la voz”, dice, “es difícil de ocultar”. Si a uno se le pilla por el tono de sus canciones, al otro por sus instantáneas. Esos blancos y negros que alejan un objeto cualquiera y cotidiano a otro lugar o uso para el que estaban concebidos.
Treinta y dos imágenes son las que componen esta nueva muestra –inauguración el jueves– en la Galería Elvira González –la segunda vez que el fotógrafo expone en este lugar, la otra fue en 2015–, donde su anfitriona anticipa que “detrás de cada marco hay un mundo, uno diferente para cada espectador”. Y no le falta razón porque eso es Madoz. Él propone y el público interpreta. Ni siquiera pone títulos a sus obras para no “inducir” a un concepto, “se abre la puerta a hacer distintas lecturas”.
Reconoce el protagonista que existe un trabajo –el de los dos últimos años, concretamente– detrás de cada imagen, pero que eso no es lo que le interesa: “Siempre que se habla de él y de todo lo que ha provocado las piezas parece que eleva el listón y como que merece más la pena, pero aquí el trabajo respira con cierta levedad. No es fortuito, aquí la imagen está a otro nivel. Una vez que la pones en la pared pierdes su poder porque la gente ya la hace suya”.
Así, un ciprés-campanario o un avión en medio de un bosque al que nadie, salvo Madoz, sabe cómo ha llegado ahí por desafiar las leyes de la Física son dos de esas nuevas aportaciones del artista a su obra, “una reelaboración más romántica en la que me acerco al paisaje”, reconoce sin dejar de mirar “a un material más clásico al que he incorporado un lenguaje más contemporáneo”.