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«Cien años de soledad», la novela que le hizo famoso

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"Cien años años de soledad", la novela que hizo famoso en el mundo entero a Gabriel García Mázquez cumplió, en 1992, sus bodas de plata. Esta obra fue escrita entre 1965 y 1966, pero Macondo, la saga de los Buendia, Ursula Amaranta y Remedios la Bella bullían en la cabeza del escritor desde su adolescencia. Se publicó en Buenos Aires el 30 de mayo de 1967. La novela ha sido traducida a treinta y seis idiomas y se calcula que se han vendido alrededor de treinta millones de ejemplares en el mundo entero.
En esta su obra clave, se vive la magia y la sencillez de la fantasia infantil. La lluvia que no cesa en cuatro años, la muchacha que asciende a los cielos... es la imaginación de un pueblo que aún guarda en su memoria una vida elemental y llena de plenos poderes, en la que el mundo es protagonista independiente.
El erotismo de los habitantes de Macondo, entre el incesto y la seducción de la prostituta Pilar Ternera, suma sacerdotisa sexual de seis generaciones de los Buendia, es prueba también de ese mundo apegado al misterio iniciático de la adolescencia. Y, como fondo, la reflexión madura sobre la realidad latinoamericana.
Asimismo, esta obra ha sido calificada como "novela condensadora, por la forma en que se escribe, por los elementos temáticos y formales reunidos en su obra, por la vertiginosa difusión que alcanzó y tiene todavía, por la maestría con que el autor extrae conclusiones propias de las influencias fundamentales en su formación de columnista y narrador, y de modo muy especial, a causa de sus claros y estrechos vínculos con las obras publicadas anteriormente por Gabriel García Mázquez.

Felicidad y demencia

Fue en Aracataca, localidad de la costa atlántica de Colombia, donde García Márquez nació en 1928, para convivir con sus abuelos, ya que conoció a su madre de adolescente y tuvo escasa o nula relación con su padre. Hasta los ocho años, García Márquez vivió con sus abuelos en una casa grande y lóbrega. En ella vivía con una hermana que comía tierra, con una abuela que predecía el futuro y con numerosos familiares, todos ellos con nombre iguales y como dice García Mázquez "Nunca hicieron mucha distinción entre la felicidad y la demencia".
El escritor era muy niño cuando su abuelo le llevó al circo y le enseñó los dromedarios. Aún permanecía fascinado por la visión de estos extraños animales, cuando el pequeño García Mázquez dijo a su abuelo que le enseñara el hielo, pues nunca lo había visto. El abuelo le llevó a la compañía bananera de Aracataca, donde pudo ver y tocar pargos congelados.
El abuelo, Nicolás Mázquez Iguarán, hombre curtido en multitud de contiendas y luchas políticas, en el que el escritor se inspiró para crear al coronel Aureliano Buendia y a quien podemos reconocer en otros personajes del escritor, falleció cuando su nieto contaba con ocho años de edad.
García Mázquez cuenta que "Nosotros, es decir mi familia y todos, salimos de Aracataca, donde yo vivía, cuando yo tenía ocho o díez años. Nos fuimos a vivir a otra parte, y cuando yo tenía quince años encontré a mi madre que iba a Aracataca a vender la casa... Entonces yo, en una forma muy natural, le dije: "Yo te acompaño". Y llegamos a Aracataca y me encontré con que todo estaba exactamente igual pero un poco traspuesto, poeticamente". Fue en esta visita de García Mázquez a su pueblo natal donde le surgió la idea. Aunque quizás hubiera sido más exacto decir "la necesidad", "la tentación". El escritor mantiene que el objetivo de esta novela era darle "Una salida literaria a sus experiencias infantiles."El primer intento del Premio Nobel por escribir "Cien años.."fue a los dieciocho años. Entonces, García Mázquez pensó en "La casa"como título de esta novela ya que toda la historia debía transcurrir en el interior de la casa de los Buendia. Pero en ese momento el escritor sólo consiguió trozos sueltos, de los cuales quedaron algunos publicados en "El Espectador", periódico donde entonces trabajaba. El novelista publicó el 3 de junio de 1954 en un semanario colombiano el artículo titulado "La casa de los Buendia. Apuntes para una novela".
Sin embargo, se encontraba con un muro que le impedía desarrollar esta idea. La interrupción se debió, según cuenta García Mázquez en la entrevista concedida a su viejo amigo Plinio Apuleyo Mendoza a que "No tenía en aquel momento la experiencia, el aliento ni los recursos para escribir una obra así".
García Mázquez abandonó su país empujado por la situación política en la que vivía, con la confianza de encontrar trabajo como periodista en México. También tenía ambiciones como guionista y confiaba en conseguir éxito literario que le compensara, de la penuria económica que sufrían él y su familia y de la triste suerte que habían tenido sus libros anteriores. Estos libros -"La hojarasca"(1955), "El coronel no tiene quien le escriba"(1961), "Los funerales de Mama Grande"y La mala hora"(1962), fueron cada edición de sólo mil ejemplares y tardaron años en agotarse, sin que estas novelas lograsen gran repercusión.
Pero incluso en su nuevo país de residencia, su situación económica seguía siendo precaria, y cayó en una profunda depresión, como han afirmado quienes lo trataron entonces -José Donoso, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes-, ya que no lograba escribir nada que le satisfaciera.
Quince años más tarde esta historia seguía dándole vueltas en la cabeza, pero no encontraba la forma de hacerla creible. Hasta que un día, en compañía de su mujer Mercedes y de sus hijos, camino de Acapulco se le ocurrió la forma de narrar esta historia: "Debía contar la historia como mi abuela me contaba las suyas, partiendo de aquella tarde en que el niño es llevado por su padre para conocer el hielo. Una historia lineal donde con toda inocencia lo extraordinario entrara en lo cotidiano."No llegó a Acapulco. Dio media vuelta en la carretera y comenzó a escribir.
En aquellos momentos, la situación económica de García Mázquez se podría calificar de lamentable. Se vio obligado a empeñar el coche que había comprado meses antes y, Mercedes se hizo cargo de la situación. El escritor calculó unos seis meses para escribir esta novela, sin embargo, tardó año y medio. Como relata el escritor a Plinio "Cuando el dinero se acabó, ella no dijo nada. Logró no sé cómo, que el carnicero le fiara la carne, el panadero, el pan y que el dueño del apartamento nos esperara nueve meses para pagarle el alquiler. Se ocupó de todo sin que yo lo supiera: inclusive de traerme cada cierto tiempo quinientas hojas de papel. Nunca faltaron aquellas quinientas hojas.

«Cien años de soledad» sale a la luz

Cuando todavía no había acabado de escribir "Cien años...", el escritor Carlos Fuentes leyó los tres primeros capítulos, y elaboró un artículo donde analizó el empeño narrativo de García Mázquez.
Coincidiendo con este gesto de Fuentes, o confirmando su rigurosa y entusiasta crítica, los García Mázquez recibieron por aquellas fechas una noticia agradable: la editorial Sudamericana tenía el propósito de publicar su obra. El escritor respondío ofreciendo su novela y la editorial aceptó enviando un anticipo de mil quinientos dólares. Pero este dinero voló rápido y el matrimonio se vio obligado a empeñar las últimas pertenencias que tenían en su casa de México: un calentador y una batidora.
Hasta que, en junio de 1966 los 1.300 folios del original estaban listos. Fue su mujer, Mercedes, la que puso el manuscrito en el correro para enviárselo a la Editorial Sudamericana. La primera edición de "Cien años de soledad", de ocho mil ejemplares, se agotaron en una semana, pese a que su publicación coincidió con el estallido de la guerra de Oriente Medio y el consiguiente bloqueo informativo desencadenado por esta contienda.
Poco tiempo después comenzaron las traducciones y los galardones internacionales. En 1970, más de medio millón de ejemplares habían cruzado el continente iberoamericano de uno a otro confín. De aquel libro de veinte centímetros de alto, 13,5 de ancho y dos y medio de grueso, nadie sabe cuántos ejemplares se han vendido en el mundo, pero se habla de 30 millones, y ha sido traducido a 36 idiomas, entre ellos algunos tan poco asequibles a la literatura latinoamericana como el chino, islandés, esloveno o el servocrata. Para la "nueva novelística hispanoamericana"la publicación de esta novela fue un episodio tan espectacular que ningún otro autor ha logrado protagonizar con semejante ímpetu. Pero este grandioso éxito también tuvo su reverso: García Mázquez tuvo que sufrir con resignación que se le considerase, desde la crítica sobre todo, como el autor de un sólo libro. Es lo que provocó en las iras del escritor, que dejó caer en alguna ocasión que renegaba de su obra. No quería ser conocido única y exclusivamente por ser el autor de "Cien años de soledad".