Cine

Dentro de las cloacas del narcotráfico francés

Thierry de Peretti, autor de «Les Apaches», adapta libremente el libro «Los infiltrados», y se mete en el corazón de esta lacra social

Pio Marmaï interpreta a Stéphane Vilner en «Un escándalo de Estado», película dirigida por De Peretti
Pio Marmaï interpreta a Stéphane Vilner en «Un escándalo de Estado», película dirigida por De Perettiarchivo

Avezado examinador de las tapas de las alcantarillas de las sociedades contemporáneas como ya demostró con su aclamada «Les Apaches», el cineasta Thierry de Peretti ha decidido esta vez, sin más pretensión que la de ampliar el campo de conocimiento propio y ajeno sobre las artimañas que rigen el mundo, meter la cabeza y el cuerpo dentro de una de ellas: concretamente la del poder de influencia de la red de narcotráfico en Francia. Inspirándose libremente en el libro publicado por el investigador Hubert Avoine y el periodista Emmanuel Fansten, «Los infiltrados. De la cacería del Chapo Guzmán al escándalo del narcotráfico en Francia», Peretti establece en «Un escándalo de Estado» una radiografía pormenorizada de la investigación gestada en el corazón de un periódico como «Libération» que se detona por un chivatazo de un infiltrado sombrío y enigmático como Antonie y que tiene como fin destapar la posible existencia de un narcotráfico en connivencia con los agentes gubernamentales.

En el mencionado libro, que actúa como una suerte de recopilación con espíritu memorialista escrito al alimón por dos personas que sabían lo que querían el uno del otro, pero desconocían los márgenes oscuros por los que tendrían que desfilar después de obtener la información deseada, Fansten tiró del hilo del testimonio proporcionado por Avoine: «Durante seis años, mi rol fue penetrar en las redes, identificar a los intermediarios, recolectar información y transmitirla. ¿Para quién? ¿Para qué? No sabía y no tenía que saber, persuadido de que contribuía a una justa y necesaria pelea. A pesar de los métodos problemáticos que a veces observé, creía en los méritos de estas misiones. Después de todo, estaba trabajando directamente bajo las órdenes del jefe de la “Office des stups”, y no tenía motivos para preocuparme por la legalidad. Pero con los meses, la duda se ha espesado y la desconfianza se ha asentado. Me había hecho cómplice de un sistema que, con el pretexto de luchar contra el narcotráfico, contribuía a su distribución masiva. Hasta la ruptura, tan brutal como violenta», confiesa Hubert Avoine al comienzo del relato.

¿Por qué se consume?

En esa finísima línea que delimita el precipicio de la ética y arrincona el final de las buenas intenciones, De Peretti se mueve con soltura apropiándose del relato e interpretándolo de forma personal: «Recibí el encargo de adaptarlo y desde el principio quise llevarlo a mi terreno. Dejé de lado algunos episodios autobiográficos en donde Hubert cuenta su infancia, cómo pasó del sindicalismo al narcotráfico y preferí contar el momento en el que conoce al periodista. Esta película se puede leer como un diario de mis encuentros con ellos, los personajes reales, porque yo estaba presente de alguna manera en lo que cuentan, incluso cuando se ponían a escribir, porque vi cómo escribían las bases de un posible segundo libro», comenta el director en entrevista con LA RAZÓN.

Pese a que el italiano se encuentra lejos de constituirse como un experto en la materia, el hecho de bucear obligatoriamente en las madejas de hilos que mueve en términos sociales y políticos la droga, le ha llevado a sacar algunas conclusiones: «La droga es una fuerza. Como puede ser el hambre, la guerra, la precariedad. No hay soluciones mágicas para problemas tan complejos y profundos, pero ha quedado de manifiesto que por parte de los partidos políticos lo único que se propone son soluciones electoralistas, que sirven a los intereses de los políticos. Esto no funciona y eso es en parte porque un país como Francia no está preparado para abrir un debate en el que se hable de por qué la gente consume, con cuánta frecuencia. La realidad es que un cuarto de los franceses consume droga, un cuarto medicamentos, un cuarto alcohol y el cuarto restante tiene cinco años y ya no entra en la categoría de consumidor», reconoce antes de rematar con convencimiento en referencia a la figura de Jackes Billard, el jefe de policía gala al que se vincula directamente con las cloacas del Estado interpretado por un soberbio Vincent Lindon: «Es un arquetipo, podríamos decir que pertenece un poco al pasado, pero efectivamente lo podemos encontrar en la estructura policial actual o en cualquier conglomerado mediático. Es una figura muy masculina, que ha ido subiendo los escalones laborales con firmeza, que está muy seguro de sí mismo y de la información que maneja, el sistema le ha dado la seguridad para pensar que podía hacer lo que quería transgrediendo todos los límites ya sean legales o morales». Como tantos otros, como los de siempre.

Fasten, el rey de un periódico aristocrático
La veracidad de un personaje como Enmanuel Fasten, el periodista que inicia la investigación de la trama de corrupción estatal en tiempos de François Hollande, no se podría haber conseguido si el director no se hubiera metido en el epicentro de una redacción como la de «Libération». «Creo que a través de esta historia se da una visión crítica del periodista pero que al mismo tiempo resulta bastante satisfactoria. «Liberation», que forma parte de la aristocracia del periodismo francés al mismo nivel que «Le Monde», nos abrió las puertas de su redacción y nos dejó participar en el día a día. Un periódico ya sabrás que no para nunca y mucho menos para que alguien ruede una película, con lo cual tuvimos el privilegio de infiltrarnos en esa vorágine y fue una gran experiencia conocerle, que es el periodista que encarna Pio Marmai», reconoce.