Adriana Ugarte: «El público me hace sentir que toco su alma»
Adriana Ugarte / Actriz. Al paso que va, acabará convirtiéndose en la reencarnación de las protagonistas de bestsellers. Ahora, interpreta a Clarence en «Palmeras en la nieve»
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Voy a entrevistar a Adriana Ugarte con mucha curiosidad. Ella tiene varios éxitos en su haber desde «La señora», pero para muchos ya será siempre Sira, la protagonista de «El tiempo entre costuras». Para otros, sin embargo, a partir de «Palmeras en la nieve» se convertirá en Clarence, a quien encarna en la película basada en la exitosa novela de Luz Gabás. Cuando viene a mi encuentro, me sorprende ver a una chica tan normal. Eso es lo que tiene el cine: que convierte a los actores en personajes irreales. Y Adriana Ugarte es una chica normal. Ni gorda, ni delgada; ni alta ni baja... Busco la diferencia y encuentro, además de un Rolex en la muñeca, una mirada muy intensa y brillante y tal vez una actitud un poco a la defensiva. Cosas del éxito arrollador, que invita a parapetarse. Le digo, para abrir boca, que al paso que va acabará convirtiéndose en la reencarnación de las sublimes protagonistas de bestsellers. «Bueno, parece que sí. No sé si estará escrito en los astros, pero es cierto que últimamente me encargo de protagonizar novelas en la ficción y la verdad es que es una gozada».
Supongo que eso de poder saber más del personaje a través de una novela debe darle más pistas al intérprete que un guión sin más y Adriana me lo puntualiza: «Nunca sabes. Hay guiones muy detallados y que llegan tan profundo como una novela. Pero sí es verdad que el alcance de descripción del personaje que consigue un libro en muy pocas ocasiones es igual en un guión». Lo que está claro es que los éxitos marcan tanto que debe pesar la responsabilidad de volver a convertirse en la heroína viva de otra novela. Sobre todo porque el personaje que Adriana interpreta en «Palmeras en la nieve», Clarence, no se parece nada al de Sira. «Sira es una mujer que, a pesar de todas las dificultades que va encontrando en el camino y del propio personaje que se ve obligada a interpretar, que es muy distinto a ella y que hace que tenga que ocultar su identidad y vivir una doble vida, convive bien con su sufrimiento y con su pasión; y Clarence, no. Clarence es un personaje que vive bloqueado, que se inicia en este viaje, que resultará catártico, porque no se halla en una propia existencia. Tiene una presentación mucho más fría, más hermética».
- Caminos gratificantes
Dos personajes de novela para Adriana, pero tan distintos como el alma de los actores que pueden albergar multitudes. «Me he sentido a gusto en la piel de cada una de ellas. Cada camino para mí es único, así que no puedo elegir a una o a otra. Sería como decir si me gusta más una comida asiática o un plato típicamente madrileño. Los dos pueden ser deliciosos. Así que ambos caminos son gratificantes y muy instructivos». Ya, pero eso no significa que los dos vayan a tener el mismo éxito. Debería dar miedo siquiera pensarlo. «Pues casi te diría que al revés. No todas las personas consiguen llegar al alma del espectador. Así que haber conseguido interpretar un personaje hecho con tanto cariño por María Dueñas como Sira Quiroga y haber logrado sentir que los espectadores me dejan que toque un poco su alma es algo que no voy a olvidar nunca. Y no supone una carga, todo lo contrario. Es muy halagador que el espectador haya sido tan generoso conmigo en ese caso y en el de la adaptación de la novela “Habitaciones cerradas”, de Care Santos. Entonces, interpretar a Clarence de “Palmeras en la nieve” supone un nuevo reto y una sensación de estar avanzando en ese camino tan agradable donde los espectadores me hacen sentir que toco su alma».
No hay mayor satisfacción para el creador que ese sentir que se toca el alma. Le pregunto a Adriana cuál es su secreto para emocionar. «Igual puede ser que la vida me emociona a mí. Es decir, me gusta el lado más sensible de las cosas y llegar al fondo de la mirada y al fondo del alma de cada persona con la que me encuentro en la calle. Me gusta lo que hay dentro de cada ser». Vivir mirando dentro de los otros. Es una buena manera de aprender y de simpatizar. Sin embargo, sentirse observado es una forma de dejar de controlar el propio interior. «Yo creo que eso pasa constantemente: que no controlamos nada en nuestro interior por más que lo creamos. Que te reconozcan por la calle y el fenómeno paparazzi son cosas que cambian tu vida y la van moldeando hacia otro lugar. Pero cuando eliges esta profesión sabes que puede pasar, que va en el paquete, y aun así compensa».
- Estudiante de filosofía
Adriana está terminando Filosofía. Está a punto de ser filósofa, le digo, aunque ella me aclara que filósofos son «los que escriben filosofía y no los que estudian la carrera». Yo creo que lo son ambos. Incluso muchos de los que jamás escucharon la palabra, pero que buscan un pensamiento con el que orientarse en la vida. Aunque no discuto. La entrevistada es ella. Eso sí, le pregunto por su filósofo favorito. «Pues hay muchos. Me costaría decir uno. Pero bueno, como la vida son elecciones, te diría uno de los más antiguos, Heráclito».
Metidas en faena, le pido que me confiese si se rió cuando, en campaña, Pablo Iglesias y Albert Rivera hablaron de la «Ética de la razón pura». «Bueno, no conozco ese episodio, pero no me reí con la “Etica de la razón pura” para nada. Con Kant es difícil reírse». Le explico, claro, que no es «Ética de la razón pura» sino «Crítica de la razón pura»... «¿Ah, sí? ¡No me acordaba! Pero bueno, tampoco pasa nada. Sobre todo porque creo que Pablo Iglesias es un tipo bastante leído. Cuando uno llega a unas profundidades y a una magnitud cultural como la de él creo que esos deslices son más por un exceso de conocimiento que por un defecto». ¿Y Rivera?, le pregunto. «Lo dijo primero Pablo Iglesias ¿verdad? Y después lo repitió Rivera... A lo mejor Rivera no lo sabía, a lo mejor Pablo se confundió...» Parece Adriana mucho mas «podemita» que «ciudadana». Y se lo comento. «No, nunca se sabe. Pero vamos, son deslices. Es raro, aunque puede suceder. Yo trato de comprender siempre los deslices». Normal, se le perdonan hasta a Adriana, por ser Sira, por ser Clarence, por hablar inglés y francés, por ser la Chica ICON de este año, y por ser la actriz preferida de tantos espectadores, que tampoco se la perderán en «Palmeras en la nieve».
Personal e intransferible
Adriana Ugarte nació en Madrid en el año 85. Está soltera. No tiene hijos, pero sí dos perros. Se siente orgullosa de aceptarse y se arrepiente de haber luchado mucho contra ella misma. Le hace reír y llorar la sinceridad. Perdona, pero no olvida: «Tengo un memorión». A una isla desierta se llevaría... «a mi amor». Entre sus manías está «la de detestar los pelos en el suelo del baño». Su vicio es «dar besos». El sueño que se le repite es «que me quedo medio desnuda en el colegio; lo paso fatal». De mayor le gustaría ser «feliz». Y si volviera a nacer, querría «tener mucha paz».