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«Burning»: Quemarse por dentro

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Director: Lee Chang-dong. Guión: Oh Jung-mi y L. Chang-dong, según el relato de Haruki Murakami. Intérpretes: Ah-in Yoo, Steven Yeun, Jong Seo-yeong. Corea del Sur, 2018. Duración: 148 minutos. Drama.
En la escena central de «Burning», los tres lados de un triángulo isósceles fuman hierba para encajar, aunque solo sea una vez, a la luz de un crepúsculo nebuloso. Suena un tema de jazz, la chica baila recortada entre las sombras incipientes y un secreto se revela. Es lo más cerca de una conexión auténtica que estos tres personajes tendrán en toda la película, que es la más hermosa y enigmática de las que ha filmado el coreano Lee Chang-Dong. Pegados a las dudas de Jongsu, a sus calladas ganas de agradar y agradarse, a su manera de agarrarse de una chica que tal vez conoció en el instituto como a un clavo ardiendo, a su rabia contenida cuando esta aparece, de regreso de su viaje a África, del brazo de un niño rico que parece el Gran Gatsby –una de las novelas favoritas de Haruki Murakami, autor del relato corto en que se inspira la película–, «Burning» propaga sus incendios a fuego lento, cociendo la obsesiva soledad de su protagonista en lo que aparenta ser un «thriller» que podría tener una base real o podría ser fruto de la imaginación de este escritor fracasado que envidia la buena suerte de su némesis. Es mérito de Chang-Dong que un relato naturalista adquiera un tono extraño, perturbador, casi mágico, sin que sepamos qué ha ocurrido en el tránsito, tan orgánica es la transformación sufrida por el filme que permanece invisible al ojo humano. Solo notamos la tensión de la búsqueda en invernaderos y campos bañados por la niebla, la creciente angustia de Jongsu por saber qué ha ocurrido con la que fue su amada, el acoso y derribo al que somete a su impertérrito rival, y detrás de ello, la ansiedad de la lucha de clases, la ira de una generación de jóvenes que no encuentra su lugar, el miedo silencioso al vivir a dos pasos de la amenaza nuclear de Corea del Norte. Así las cosas, es posible que «Burning» (que fue a Cannes pero no ganó una Palma merecida) sea una película política y un retrato sociológico, pero, sobre todo, es una meditación sobre los misterios que hacen que el mundo se queme por dentro.

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