Cine

Cine

«IT 2»No se atrevan a reírse de este payaso

Regresa el clown más maligno del cine en una nueva adaptación de la novela concebida por Stephen King que vuelve a reunir casi 30 años después al Club de los perdedores. El terrorífico Pennywise ha vuelto... y tiene otra vez muy mala leche

Pennywise ha vuelto
Pennywise ha vueltolarazon

Andy Muschietti es un hombre con una cabeza privilegiada, un niño de casi dos metros de altura, un argentino que está asustando a medio mundo y orgulloso de hacerlo, ya que el cine de terror está ligado a su vida desde pequeño, cuando veía el programa de televisión de Narciso Ibáñez Menta (padre de Chicho Ibáñez Serrador), que mostraba un clásico de miedo todos los sábados por la noche. Vivió más de una década en España dedicándose junto a su hermana Bárbara a hacer publicidad. De hablar pausado pero con un obvio entusiasmo aguerrido, Muschietti pasa a una lánguida mirada. Se nota a la legua que es uno de estos cerebros privilegiados que se puede estar tramando cualquier cosa en cualquier momento. Su imaginación le absorbe y abduce de la realidad incluso cuando mantiene una conversación.

Gracias a Guillermo del Toro dirigió su primera película de Hollywood, «Mamá» (2013), que protagonizó Jessica Chastain, quien repite en esta ocasión con «It: capítulo dos», en la que da vida a la versión adulta de Beverly, protagonista de la cinta. La primera entrega de «It» (2017) –un remake de la de 1990 dirigida por Tommy Lee Wallace– se ha consagrado como la película más taquillera de terror de la historia del cine con casi 700 millones de euros recaudados en las taquillas de todo el mundo. Aunque Muschietti intenta asumir este salto directo a la vía láctea cinematográfica con bastante humildad, su próximo proyecto también le convertirá en el centro de atención de miles de personas, en específico, de los seguidores de Flash Gordon, el superhéroe de DC Cómics cuyo próximo filme está encargado de dirigir y cuyo estreno se espera para 2021.

Regreso a Derry

La novela de Stephen King en que está basado el filme fue publicada en Estados Unidos en 1986 y tiene lugar, como muchas de las historias del prolífico escritor estadounidense, en un pueblo del Estado de Maine llamado Derry. En ella, King narra la historia de siete niños –llamados El club de los perdedores– que ante la misteriosa desaparición de varios jóvenes en su pueblo deciden enfrentarse a un monstruo que toma la forma del payaso Pennywise para aterrorizar a la gente, preferiblemente a los más pequeños, y alimentarse de su miedo. Veintisiete años después de aquel verano en que El club creía haber exterminado a Pennywise, regresan en esta segunda entrega a Derry para resolver algunos temas pendientes. Chastain, James McAvoy (Bill), James Ransone (Eddie), Isaiah Mustafa (Mike), Jay Ryan (Ben), Bill Hader (Richie) y Andy Bean (Stanley) encarnan la versión adulta de los miembros del Club. El terrorífico payaso es interpretado nuevamente por Bill Skarsgård, conocido también por su papel en «la serie «Divergente: Leal» y por ser hermano de Alexander Skarsgård, ahora tan de moda gracias a su papel en «Big Little Lies».

A pesar de su fascinación por el género, Muschietti también aprovecha en su filme los aspectos más sensibles y humanos de la historia de King, como «el poder sanador de formar parte de un grupo», como explica el director, la importancia de la imaginación y el protagonismo que los niños, muchas dejados de lado, merecen realmente en la sociedad.

–¿De pequeño pensó alguna vez que terminaría dirigiendo la película de terror más taquillera de la historia?

–No, lo cierto es que no se me pasó por la cabeza. Sí es verdad que desde muy temprana edad todas mis actividades estaban conducidas hacia el cine. Pero nunca me imaginé que iba a llegar a este punto, ni en mis sueños más salvajes. Lo máximo que pensé es que algún día podría dirigir una película, pero no de esta magnitud.

–El grupo que forma El club de los perdedores tiene mucha imaginación, como suelen ternerla los niños en general. ¿Considera que la imaginación se va perdiendo con la edad?

–Sin duda. Es una condición natural del ser humano. Y es también un poco el tema del que habla Stephen King en su libro: el fin de la infancia; y este implica la pérdida de un montón de cosas, de tesoros como el poder de la imaginación y el de creer en cosas que no existen. Considero que, en una capa más profunda, King habla también de la condición del artista, porque él más que nadie tiene la imaginación muy encendida. Pienso que, al hablar de la infancia y de los tesoros de esa época de la vida, quiere transmitir lo importante que es mantener a ese niño en nosotros durante toda la vida. Porque, en el fondo, dicho nivel de imaginación es muy necesario para ser creativo.

–Tiene un vínculo más que cercano con el terror. ¿De dónde viene esa afición por el género?

–No cabe duda de que Stephen King estimuló muchísimo ese amor que siento hacia el género de terror. Empecé a leer sus libros con trece o catorce años. Pero lo cierto es que mi fascinación viene de un poco antes. Cuando tenía seis en mi casa se veían películas de ese género. Te estoy hablando de antes del VHS, de 1980, cuando aún no había un radio casette en casa. Todos los sábados por la noche había un ciclo de filmes de miedo llamado «Viaje a lo inesperado», presentado por Narciso Ibáñez Menta. Él era una figura muy respetada en Argentina. Presentaba clásicos y esa fue mi primera experiencia con el género. Esos programas me causaron un impacto muy grande, me asusté mucho pero,al mismo tiempo, desarrollé esa adicción para volver a sentir esas emociones.

–Parece que le ha afectado para bien.

–Sí, porque he desarrollado una carrera basada en ello.

–Es argentino de nacimiento y ha vivido muchos años en España debido a su trabajo. ¿Qué considera que aporta a la industria cinematográfica de Estados Unidos? ¿Cierta sensibilidad, por ejemplo?

–Siempre que vas de un lugar a otro estás llevando algo tuyo a ese espacio nuevo al que vas. La mayor parte de las veces esto ni siquiera ocurre de una forma consciente. Arrastras tus influencias culturales, la mezcla de crecer viendo películas de Spielberg y leyendo libros de Quiroga o Felisberto Hernández. Son combinaciones particulares, y cada vez que llegas a un lugar nuevo, el entorno las aprecia.

–Derry es un pueblo adormecido ante los acontecimientos que acaecen, de los que solo los niños se percatan. ¿Considera que ello es de algún modo extrapolable a la sociedad en la que vivimos hoy en día?

–Cien por cien, y ahora más que nunca. Esa es la analogía que Stepehn King hace de Derry, o de cualquier otra ciudad donde existe un régimen que distrae y que se podría describir como capitalista. Ahora más que nunca los países más poderosos están haciendo cosas terribles en cuanto a utilizar el miedo como herramienta tremendamente poderosa para dividir a la población, además de para salirse con la suya con sus agendas personales y su afán de enriquecimiento. Es terrible.

–El club de los perdedores ofrece un mensaje muy positivo a las nuevas generaciones, invita a defender a los niños ta cual son y, a la vez, hace una crítica al «bullying».

–Creo que, en parte, esa ha sido la razón por la que la primera entrega tuvo tanto éxito. Aunque se supone que chicos que ahora tienen 14 o 15 años no la pueden ver (risas), igual encuentran la manera de hacerla, porque, al fin y al cabo, es una historia que habla sobre ellos. Y de la soledad, en específico de la soledad que implica el ser diferente, así como de la marginación y del «bullying», como bien dices. Pienso que es una película alentadora para todo el que haya sufrido acoso escolar o abusos. Se trata de un filme que analizasobre el poder sanador de formar parte de un grupo.