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La segunda vida del peor director de la historia

larazon

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Una historia tan absolutamente bizarra que sólo podía ponerla en pie alguien como el actor, metido también funciones de productor y que la dirige. La cinta se alzó con la Concha de Oro en San Sebastián como un homenaje a «The Room» y a su realizador, Tommy Wiseau, y llega a los Globos de Oro con dos nominaciones. Atentos a «The Disaster Artist»
Los caminos de la gloria son inescrutables. Tommy Wiseau, un tipo de Europa del Este que se empeñaba en pasar por norteamericano pese a su desconcertante acento, llegó a Los Ángeles a finales de los 80 con la intención de ser el nuevo James Dean. Alto, desgarbado, pelo negro y largo, mirada de hipnotizador barato y una dicción entre intensa y risible. Ése era Tommy. Y, por supuesto, no logró ni un solo papel en Hollywood. Puesto que nadie le ofrecía ser James Dean, decidió buscarse las habichuelas y, con un montante más que apabullante de dinero (6 millones de dólares de dudosa procedencia), se embarcó en su propia película. Ya no quería ser solo Dean sino también Orson Welles. Así nació «The Room» en 2003, un extraño pastiche de Tenesse Williams digerido por un mal guionista de «sitcom» en el que Tommy aspiraba a ser un Marlon Brando torturado entre escenas tórridas más que amateurs, diálogos delirantes, un montaje abiertamente negligente y unos personajes entrañables de tan patéticos que conversan estáticos ante un croma que recrea una azotea de Los Ángeles.
De fiasco a fenómeno
En las dos únicas semanas en cartelera, «The Room» (2003) cosechó 1.800 dólares. Un fiasco. Sin embargo, Wiseau pagó un cartel promocional en una avenida principal de la ciudad y la mantuvo a sus expensas en las sesiones golfas de un cine con la esperanza de que le llamaran para el Oscar. No fue así, por supuesto, pero poco a poco, año a año, con la ayuda de internet, se fue gestando el fenómeno y «The Room» sumó una legión de seguidores que se carcajeaban ante aquel pretendido drama y lanzaban objetos a la pantalla ante los momentos estelares y las frases ya míticas de guión: «Me estás destrozando, Lisa», «No la pegué», «Oh, hola, Mark». Los caminos de la gloria son inescrutables y aunque Wiseau no pudo ser el nuevo James Dean su cinta ha pasado a la historia como «la mejor peor película». A su manera, ha tocado el cielo.
«The Disaster Artist» recrea precisamente aquel largo y desastroso rodaje y toma partido por la pasión de Wiseau y todos los integrantes de una producción llamada al fracaso. Funciona tanto en clave paródica como sentido homenaje a los damnificados del sueño americano, del espejismo hollywoodiense. «Tommy nunca llegó a ser consciente de que estaba haciendo una mala película. Sus intenciones eran muy puras y pensaba que se iba a llevar el Oscar por su actuación», asegura James Fanco, director y protagonista de esta comedia descacharrante que ganó la Concha de Oro en el pasado Festival de San Sebastián. La cinta se basa principalmente en el libro que escribió en 2013 Greg Sestero, el mejor amigo de Wiseau y corptotagonista de «The Room», otro actor fracasado que rentabilizó con estas memorias el éxito «friki» del filme. Sestero es el Sancho Panza de este Quijote qe nunca ceja en su empeño de lograr la fama en la Meca del Cine. «El libro de Greg iba acerca de Hollywood –señala Franco–, pero era también la historia de dos descastados. Concebí «The Disaster Artist’» como una historia sobre las entrañas de la industria narrada a través de unas personas que estaban al margen». Lo que los redime, señala, es la «pura pasión», aún a costa de encarar la realidad. El propio Franco (uno de los actores más cotizados) quiere verse en el espejo de Wiseau: él también fue un día un recién llegado a Los Ángeles con un sueño por cumplir.
En «The Disaster Artist», James Franco se ha rodeado de amigos y familiares (su hermano Dave interpreta a Greg Sestero). Uno de sus apoyos es Seth Rogen, con quien ha participado en «The Interview» y «Superfumados», entre otros.
Celuloide y digital
Él, además de productor, da vida al continuista del rodaje de «The Room», quizás la única persona realmente consciente del desastre que se está gestando en aquel rodaje en el que Wiseau contrataba y despedía gente a la ligera y malgastaba medios rodando en digital y celuloide a la vez que memorizaba con muchas dificultades las líneas del guión que él mismo había escrito. Rogen es consciente de que aquella conjunción de factores hacen de «The Room» un filme a todas luces injustificable: «Es extraña y delirante, parece que no tuviera sentido y fuese deslavazada, ya que lo que pasa en la película carece de lógica. Sin embargo, cuanto más sabes acerca de la relación de Tommy y Greg, mejor aceptas su historia. Tommy falló estrepitosamente en un sentido, pero al mismo tiempo logró expresar su identidad a través de ‘‘The Room’’». Y añade Franco: «Fue un meticuloso ejercicio cinematográfico, pero centrándonos en algo que se ejecutó con resultados muy pobres la primera vez». La cinta desplaza ligeramente el punto de vista hacia Greg, testigo asombrado pero fiel de la megalomanía de Wiseau, un hombre celosísimo d esu vida privada de la que nbo se aconoce apenas nada. Para Dave Franco, «fue un amigo de verdad para Tommy, y lo animó y apoyó toda su carrera. Es probable que Greg fuera consciente de que Tommy se inventaba cosas sobre su pasado, pero no le importaba, porque era un amigo para él y no necesitaba nada más». Y ese es el mensaje primordial de «The Disaster Artist»: la amistad por encima de los intereses; la pasión por delante del talento. Una brillante hecatombe antes que una victoria grisácea.
Las lecciones del pésimo maestro «Ed Wood»
Es imposible ver «The Disaster Artist» sin recordar «Ed Wood» (en la imagen, Johnny Depp y Martin Landau), una de las películas más emblemáticas de Tim Burton, en la que homenajea la pasión de este director de serie B que entregó grandes pésimas películas como «Plan 9 del espacio exterior». Burton rehabilitó a este creador que nunca logró ser respetado en la industria pero que pudo cumplir su sueño de dirigir a pesar de los numerosos problemas económicos, los continuos fracasos y su falta de talento. James Franco, director de «The Disaster Artist» reconoce abiertamente la deuda de su película con la de Burton. Eso sí, aunque el alma de las mismas sea muy semejante, la construcción y realización es diferente. Mientras que Burton estiliza la narración, con un precioso blanco y negro y una estética muy cuidada en la que se aúnan el mundo creativo de Ed Wood con el del propio Burton, en el homenaje de James Franco a la «mejor peor película» de Tommy Wiseau, lo que prima es una cierta inmersión en los métodos de rodaje del desaliñado Wiseau. Así, el equipo de producción se propuso hacer una película cutre, imitando chapuceramente la fotografía y el uso de cámara de «The Room». «Es bastante complicado rodar algo mal adrede», confiesa Brandon Trost, director de fotografía de «The Disaster Artist».