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«Runner runner»: ¿Qué apostamos?

Director: Brad Furman. Guión: Brian Koppelman, David Levien. Intérpretes: Ben Affleck, Justin Timberlake, Gemma Arterton.EE UU. 2013. Duración: 91 min. Thriller.
larazon

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Que el cantante Justin Timberlake está intentando por todos los medios cimentar una carrera cinematográfica «seria» resulta innegable; he ahí «La red social», «Bad teacher», «Con derecho a roce».... Aunque otra cuestión sea que con irregulares o deficientes resultados, como éste que nos ocupa hoy titulado «Runner runner» («Corredor de corredor» en español literal). El chico encarna esta vez a Richie, un universitario, ya crecidito un tanto si me apuran, de Princeton que pierde todo su dinero para pagar la matrícula al jugárselo durante una noche en una página de poker online. O sea, diecisiete mil dólares a la basura vía internet. Pero el joven, hijo de un veterano ludópata que ha perdido hasta la camiseta, está seguro de que ha sido timado,y no se le ocurre otra salida que viajar hasta Costa Rica(me gustaría saber quién le prestó el dinero, qué valor) en busca del propietario de la web. Al que encuentra en un pis pás y que se llama Ivan Block (Ben Affleck con cara de Ben Affleck), un ambicioso encantador de serpientes del que llegará a convertirse en mano derecha. Vivir para ver, para ganar muchos dólares, aunque esté manchados de negro, y pegarse la gran vida. El FBI, en concreto un agente negro que no sabe lo que significa tomarse un respiro en el curro, persigue a Block porque sabe que no es trigo limpio, mientras el «pupilo» se enamora de la ex novia de este mafioso y paulatinamente va descubriendo el verdadero rostro de su otrora venerado maestro.
El arranque de este thriller perezoso no está mal pero, pronto, comenzamos a olernos el pastel y los tópicos sobre filmes parecidos van cayendo encima de la narración como aldabonazos. Rodeado de corruptos por todas partes (algún costarricence puede acabar un poco mosqueado, allí no se salva ni Blas), el protagonista intenta zafarse de la espesa malla de criminales y, de paso, salvar el pellejo propio, que corre el peligro de perder hasta que desembocamos en un final para el que el director nos tenía bien entrenados: la exuberante chica no tiene dudas, el malvado Block tampoco, el redimido Richie ni lo piensa, y en un variopinto retruécano del guión, cada uno consigue lo que merecía. Menos el espectador, claro, que acaba un poco defraudado. ¿Apuestan algo a que acierto?