La X explicada por Clara Sánchez, la nueva académica de la RAE
La que fuera Premio Planeta en 2013 ingresa en la Real Academia y coge el testigo de Brines, fallecido en 2021
Madrid Creada:
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En domingo, como es norma, ha entrado Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) en la Docta Casa y, en sábado –recordaba la ya académica–, le dieron la noticia de su candidatura a estancias de otras tres mujeres: Soledad Puértolas, Carme Riera y Paloma Díaz-Mas para suceder en la silla «X» a Francisco Brines, fallecido en mayo de 2021, a cuyos poemas apeló «para que nuestros sentidos despierten a una vida que nos dará la espalda si no la abrazamos con fuerza». En esa llamada de sábado, comenzaba, le pillaron en tiempo de siesta –«esa hora alargada que los italianos llaman “pomeriggio” y los franceses “l’après-midi”», señalaba–; hoy, por el contrario, se le ha dado tiempo para comer tranquilamente, reponer fuerzas de la manera que fuera y, ya sí, a las 19 horas, encarar el acto de su entrada a la Real Academia. Se presentó, de negro radiante, la filóloga con un discurso titulado La máquina del tiempo. Aunque antes de comenzar con la lectura, Sánchez –Premio Planeta 2013 con El cielo ha vuelto– prometió esforzarse «al máximo» partiendo de la idea de que «aprenderé mucho más de lo que aporte».
Como base, estuvo muy presente «el sincero discurso de ingreso» en la RAE de Pío Baroja, quien «dejó sentado todo lo que en cuanto a carencias e inseguridades puede sentir un ser humano». Ahí se le apareció a Sánchez aquella niña que iba al colegio «angustiada por la idea de que me sacasen a la pizarra, una fantasmal que me ha perseguido a lo largo de la vida». Y aquí no había pizarra, pero el vértigo podía ser todavía más amplio.
Pero no hay nada como lo conocido como para mantener los nervios controlados, y fue entonces donde la escritora cogió su «máquina del tiempo» para recurrir a esos primeros escarceos con la lectura que la han llevado hasta el estrado de la RAE. «¿Podría existir algo mejor que una cama y un libro?», lanzaba al aire. Su idilio comenzó de niña con El milagro de Anne Sullivan, obra inspirada en la autobiografía de Helen Keller: «Una historia de supervivencia y superación extremas de una chica ciega y sorda, que solo podía comunicarse a través del tacto y el olfato. Nos lo hicieron leer para que supiéramos la suerte que teníamos y que no debíamos quejarnos de nada. Cuando me pegaban reglazos en la mano, pensaba en Helen. Cuando no quería comerme las lentejas, pensaba en Helen».
Jugó Sánchez con el tiempo para ir y venir; y también divirtió con su nueva letra, la equis mayúscula: «¿Qué sería de las ecuaciones sin la equis? ¿Qué sería de los rayos X y de Malcolm X y de la generación X y de todos los que desean añadirse cierto misterio? Representa el número desconocido. En la equis mayúscula se concentra todo un mundo por descubrir» que Brines tomó del dramaturgo Buero Vallejo y que ahora ella recoge para darle la protección y la luz de su antecesor.
Es consciente la nueva académica de que el tiempo «no espera», que es el mayor «misterio» para el ser humano; y eso, a Sánchez, le «perturba»: «Qué impotencia y dolor nos crea no poder volver atrás». Aunque, por suerte, hay remedio para esa «sensación tan insoportable», «la imaginación ideó una potente máquina del tiempo: la literatura», exponía ante el auditorio.