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«Crepúsculo»: ¿la peor película de la historia?

Para Kristen Stewart y, en mayor medida, Robert Pattinson, zafarse de «Crepúsculo» ha sido la esencia de sus cortas pero intensas carreras

Kristen Stewart y Robert Pattinson, protagonistas de «Crepúsculo»
Kristen Stewart y Robert Pattinson, protagonistas de «Crepúsculo»larazon

Para Kristen Stewart y, en mayor medida, Robert Pattinson, zafarse de «Crepúsculo» ha sido la esencia de sus cortas pero intensas carreras.

Hace unos días, Anna Kendrick tuiteó (con un «holy shit» que en España traducimos con el más protocolario «madre mía») que acababa de recordar que en su día estuvo en el reparto de «Crepúsculo». Hay cosas que es mejor olvidar. O que, directamente, como sucede en los cuadros de estrés post-traumático, nuestro cerebro borra por instinto de supervivencia. Sin ir más lejos, Paul Newman costeó un anuncio en «Los Ángeles Times» para excusarse de su primer filme, «El cáliz de plata»: «Paul Newman pide disculpas todas las noches de esta semana», rezaba la esquela. Su caso es un rayo de esperanza para todos los pesimistas, pues demuestra que empezar con mal pie no invalida una carrera plagada de laureles.

Pero hay algo peor incluso que el fracaso: un éxito clamoroso. Vivir a la contra de eso se hace casi imposible. Para Kristen Stewart y, en mayor medida, Robert Pattinson, zafarse de «Crepúsculo» ha sido la esencia de sus cortas pero intensas carreras. Para limpiar la mancha de mora, el pecado original, han tenido que restregarse contra todo cineasta que les garantice todo lo contrario a la saga vampírica: mucha profundidad y poco público. Solo así se explica que Pattinson haya acabado en las garras de Claire Denis y su «High Life». Sin embargo, diez años después de «Crepúsculo», a Stewart y Pattinson les siguen preguntando por Bella y Edward y la palabra «vampiro» los acompaña en los titulares como si fuera su apellido en el arte.

Una legión de fans que nada sabe del cine de autor con el que intentan redimirse los sigue a cada festival, en cada esquina y cada Starbucks, para recordarles lo que ellos intentan olvidar, lo que Anna Kendrick (con un papel menor) pudo olvidar momentáneamente. ¡Cuánto daño hace el éxito! Y no solo por la condena a perpetuidad del fenómeno fan sino por la cantidad inversamente proporcional de «haters» que acarrea. En el caso de «Crepúsculo», admitámoslo, seguramente justificada. De hecho, los usuarios de la web Ranker la han nombrado «peor película de la historia», justo a tiempo para aguarles el décimo aniversario del estreno de la primera cinta de la saga, ocurrido en noviembre de 2008. Es de justicia.

Solo el visceral rechazo de muchos equilibra la empalagosa ola vampírica que recorrió a los adolescentes de la última década ante las caídas de ojos de Bella y Edward, el almíbar romanticón y descafeinado de una familia de presuntos vampiros, los Cullen, que, mira qué majos, habían aprendido a no merendar cuellos humanos, el catálogo de tópicos («Ya no tengo la fuerza necesaria para alejarme de ti»), la clasicorra y machista sumisión de Bella, la contención sexual mormónica que atraviesa toda la saga y ese peinado de Pattinson que tanto dinero ha hecho ganar al señor de la laca. No es que sea tan grave como para pedir perdón al modo de Newman, pero... que no se repita.