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Deportistas a la carta gracias a la edición genética

El gran desafío de unos hipotéticos Juegos Olímpicos de 2032 en Shanghái podría ser ganarse la confianza del planeta detectando genes en lugar de sustancias prohibidas.

Deportistas a la carta gracias a la edición genética
Deportistas a la carta gracias a la edición genéticalarazon

El gran desafío de unos hipotéticos Juegos Olímpicos de 2032 en Shanghái podría ser ganarse la confianza del planeta detectando genes en lugar de sustancias prohibidas.

Faltan pocos meses para la inauguración de los Juegos Olímpicos de 2032 en Shanghái, China. Serán los primeros que se celebrarán en el gigante asiático y el país tiene una gran responsabilidad: debe demostrar al mundo que su tecnología es capaz de detectar además de sustancias prohibidas por el Comité Olímpico también las modificaciones genéticas que se han convertido casi en norma durante el último lustro. Desde que el COI no solo prohibió el de hormonas y otras sustancias dopantes, sino también el uso de la técnica de edición genética CRISPR, los expertos han comenzado a replantearse muchas bases de lo que hasta ahora entendíamos por deporte.

Hoy, cuando todo el mundo habla de los sucesores de Nadal, Bolt y Phelps, la mayoría olvida a Eero Mäntyranta. Este esquiador finlandés ganó la primera de sus siete medallas olímpicas en 1960. Y también se coronó campeón en las dos siguientes. Pero entre medias fue acusado de dopaje por la enorme diferencia que les sacaba a sus rivales. Eero tenía policitemia congénita, una condición producida por una mutación genética que, entre otras cosas, provocaba que su producción natural de EPO (eritropoyetina, una sustancia cuyo uso ha sido denunciado en el mundo del ciclismo) fuera mayor de lo normal. Debido a esa mutación tenía hasta un 50 por ciento más de capacidad de transporte de oxígeno de la sangre, una gran ventaja a la hora de participar en eventos de resistencia. Podríamos decir que Eero nació dopado o con una ventaja genética.

Desde que a inicios del siglo XXI comenzamos a decodificar el ADN humano hemos descubierto que no existe un solo gen implicado en la excelencia deportiva. Hay más de 200 variantes genéticas relacionadas con un mejor desempeño deportivo. Por ejemplo, hasta hace relativamente poco, una de estas mutaciones explicaba la supremacía de los atletas africanos en carreras de larga distancia. Se trata de una variante del gen ACTN3 que influye en la conformación de las fibras musculares. Si no está presente, los músculos tienen mayor capacidad aeróbica, más resistencia. Mientras el 49% de la población de Europa y Asia lo posee, en África carecen de él un 82%. También está el gen FABP2, que asegura un buen metabolismo y estado físico general. Una variante del gen NFR1 permite incrementar el uso de energía durante la actividad física de forma más eficaz, como si mejorara de pronto el combustible que tenemos.

Existen enzimas, como la ACE I/BDKRB2-9, que garantizan un buen estado físico general y un mejor metabolismo. También se conoce la acción de ACTN3 y PPARGC1A, que aumentan la resistencia. Y así con otros 200 ingredientes para la receta de una campeona o un campeón.

Pero hasta 2016 esto era solo un conocimiento que solo explicaba las destrezas de algunos. Y entonces llegó la tecnología de edición genética CRISPR. Se trata de una técnica que permite editar el ADN para activar o desactivar aquello que puede producirnos enfermedades, pero también nos capacitó para crear a un superatleta. Esta fue la primera vez que los humanos tomamos en nuestras manos la evolución y actuamos directamente en ella, primero para crear el cuerpo perfecto para cada deporte, con los genes adecuados, en el lugar adecuado, sin tener que depender de la suerte o de las generaciones. Y, segundo, con el objetivo de buscar nuestros propios límites vinculados al ideal olímpico de «más alto, más lejos y más fuerte».

Modifique sus genes en casa

La gran polémica es si la reciente decisión de varios países de editar genéticamente sus equipos de natación puede considerarse dopaje. No se trata de sustancias que aumentan el rendimiento, sino de genes, pero son genes propios. El COI ha puesto un límite de 4 mutaciones por deportista, por juego olímpico, siempre que presente su perfil del ADN del día de su nacimiento. Si no lo puede hacer, señalan las reglas, solo podrá tener una única modificación y ésta deberá ser anterior al año de los juegos.

Eso sí, esta normativa únicamente se aplica a los atletas profesionales. Cuando el año pasado Elon Musk desarrolló su kit para modificar los genes en casa, muchos se lanzaron a comprarlo. Así es como en el parque o en la piscina podemos ver a superatletas que, de ser legal, podrían estar ganando medallas en los JJOO. Se supone que esta medida alargará nuestras vidas al mejorar el metabolismo y la salud cardíaca, evitando el tabaquismo o el alcoholismo y reduciendo las posibilidades de heredar tumores o enfermedades. Eso sí, se trata de una tecnología tan novedosa que aún desconocemos cómo puede afectarnos a largo plazo. Puede que hallamos acelerado la evolución y creamos que hemos hecho lo correcto. Pero tenemos apenas dos décadas de experiencia, la naturaleza lo lleva haciendo desde hace millones de años. Y si ella comete errores...