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Descubren la carta que informa de la vuelta de Colón de América

Aparece en el Archivo Histórico de la Nobleza la misiva que envía el rey de Portugal a Fernando de Aragón donde le informa «sobre la venyda del almyrante de las Yndias». Es el documento más antiguo que atestigua el descubrimiento de América.
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Aparece en el Archivo Histórico de la Nobleza la misiva que envía el rey de Portugal a Fernando de Aragón donde le informa «sobre la venyda del almyrante de las Yndias». Es el documento más antiguo que atestigua el descubrimiento de América.
Cristóbal Colón quería encontrar las Indias y lo que descubrió en su epopeya fue un continente. Se marchó, respaldado por los Reyes Católicos y con tres embarcaciones, para abrir una nueva ruta hacia las sedas y las especies de Oriente y con lo que se topó fue con esa veta gigante de oro y plata que entonces era América. Siempre se ha dicho que un documento mal colocado es un documento perdido y la historia, como todo el mundo conoce, va a lomos de la escritura. Así que cuando desaparece un legajo lo que se extravía es una tesela de nuestro pasado. Ahora ha aparecido lo que se consideraba extraviado, la carta que el rey de Portugal Juan II, que residía con su corte en Lisboa, escribió a Fernando de Aragón, que en ese momento estaba con Isabel la Católica en Barcelona, confirmando que el navegante había regresado de su primer viaje a través del mar sin fin que era el Atlántico –en principio, una aventura hacia un horizonte ignoto que los lusos se negaron a apoyar–, y que, contra todo lo que muchos pensaban entonces, había pisado unas tierras sin cartografiar por los europeos.
La carta reza: «De IV de março sobre la venyda del Almyrante de las Yndias». Y más abajo se lee: «Llegó aquí con fortuna de mar a nuestro porto de nuestra ciudad de Lisboa vuestro Almirante, que holgamos mucho de ver y mandar trata bien...» (transcripción en castellano). Esta misiva, con toda la retórica diplomática de la época, es el primer documento que se conserva en estos momentos sobre la vuelta de Colón; unas líneas que confirman que ha pisado costas nuevas que después serían bautizadas con el nombre de «América» y que, de manera sutil, plantea un conflicto político entre España y Portugal que desembocaría en el Tratado de Tordesillas (7 de junio de 1494).
La tormenta del regreso
Martín Alonso Pinzón (uno de los famosos hermanos), a bordo de «La Pinta», y Cristóbal Colón, que capitaneaba «La Niña», habían emprendido juntos el regreso a los puertos de Castilla, pero una tormenta los separó. Cada uno siguió el rumbo que pudo o supo y, al final, Pinzón arribó a Bayona unos días antes de que el almirante entrara en el puerto de Lisboa. Pinzón anunció a los Reyes Católicos que había vuelto y que avistaron tierra, pero de esas comunicaciones tempranas, dirigidas a diferentes lugares del reino, no se tienen noticias en la actualidad, bien porque se han destruido o no se han conservado.
Colón llegó a la capital de Portugal unas jornadas después que su compañero de expedición, con el que, por cierto, tuvo sus más y sus menos, y Juan II, al recibirlo en la corte, es quien toma la iniciativa y escribe a Fernando de Aragón, no a los Reyes Católicos, detalle que tendrán que analizar los historiadores, como confirma la lectura de la dirección: «Nosso muyto alto excelente e poderoso principe Rey de Castilla, de Aragón de Seçilia de Granada e nosso muyto amado e preçiado irmano». Esta carta se envía para advertir al monarca español de que el marino ha regresado y dejar constancia del enfado por parte de la corona portuguesa por haber financiado una empresa de exploración que atravesaba dominios que son suyos. Y es justo esta carta la que acaba de ser descubierta en el fondo del Archivo Histórico de la Nobleza. En la actualidad, es el primer y el único documento que existe en el mundo que confirma que Colón ha llegado a lo que será América y que ha regresado.
¿Pero donde se encontraba? Aránzazu Lafuente Urién, directora del Archivo Histórico de la Nobleza, lo explica: «Estaba entre los documentos de Rodrigo Arias Maldonado, en el archivo de los Condes de Villagonzalo, porque él, aparte de ser uno de los fundadores de la familia, fue uno de los consejeros de los Reyes Católicos. Hay que tener en cuenta que antes, en Castilla, no existía ni audiencia ni cancillería. La documentación la custodiaban los cargos de la Corte. No era difícil, por tanto, que estos documentos tan sensibles permanecieran en los archivos familiares y que los heredaran los hijos, que, también en ocasiones, ocupaban los cargos de sus antepasados. Cuando Carlos V y Felipe II deciden crear el archivo de Simancas y recopilar toda la documentación, recogen la mayoría, pero otros, no, porque los herederos eran reacios a darlos, ya que contenían mucha información y eso era poder».
Un sinuoso derrotero por el que se pierde la pista de esta carta, primero, y, que a continuación, provoca que su existencia acabe en el olvido. «Es un original inédito. La primera noticia oficial de que Cristóbal Colón ha regresado de su primer viaje y que está vivo. El rey de Portugal, después de entrevistarse con el navegante, es el que informa y quien cuenta toda su aventura y su descubrimiento. Es un documento excepcional, que no se conocía y que está en perfecto estado de conservación. Había pasado desapercibido porque no estaba inventariado. Nos ha costado mucho identificarlo. Hemos corroborado que es auténtico y que no existe ninguna copia más», explica Aránzazu Lafuente. Esta misiva, escrita en portugués antiguo, en concreto en letra gótica portuguesa, es, según la historiadora, «muy importante, porque existe poca información y es parcial y cualquiera que sea inédita y ayude a entender la época es bienvenida. Sobre todo si tiene que ver con Colón, que todavía sigue siendo un personaje con misterio que atrae la atención de la gente». Pero este no es el único asunto al que se hace referencia. «Es el origen de las controversias diplomáticas que después se llegarán a plasmar en el Tratado de Tordesillas», añade.
Un conflicto
De todos los lugares a los que podía llegar Colón a su vuelta, el peor era Lisboa. De hecho, Juan II pensó que el almirante había cruzado zonas que le pertenecían. Solo existen dos posibilidades para que Colón tomara la determinación de acudir a Lisboa, no a Oporto o el Algarve, sino la capital donde residía la corte portuguesa: que su barco estuviera tan dañado que no le quedara otro remedio que fondear allí o que, con cierta maldad, atracara para informar y demostrarle a Juan II cómo se había equivocado al tomar la decisión de no invertir en sus planes de navegación.
Dicha cuestión internacional, más que ser una anécdota pasajera es primordial, sobre todo, como aclara Aránzazu Lafuente, por la manera que tuvo de enmendarse: «En aquel momento, un problema de esta naturaleza, lo normal es que se solucionara con un conflicto armado. Pero, sin embargo, es el primero que se resuelve medianta una negociación diplomática, que acabará concretándose en el Tratado de Tordesillas». Aránzazu Lafuente, que ha estado trabajando en la transcripción, comenta que en el texto queda patente el enfado de Juan II de Portugal. «Se nota que está irritado. Que el primer destino al que fuera Colón a su regreso del primer viaje fuera nuestro país vecino, le parecía casi una provocación».