Dora García, la performance literaria de nunca acabar
La artista lleva al Museo Reina Sofía sus trabajos desde los años noventa hasta la actualidad. Instalaciones, películas y vídeos se alternan con sus referentes:. de Lacan a Joyce, pasando por Kafka y Antonin Artaud.
La artista lleva al Museo Reina Sofía sus trabajos desde los años noventa hasta la actualidad. Instalaciones, películas y vídeos se alternan con sus referentes:
de Lacan a Joyce, pasando por Kafka y Antonin Artaud.
Dora García es artista de pocas palabras. Lo suyo son los hechos. Para hablar ya están sus obras. El Museo Reina Sofía le ha abierto sus espacios. Ha llegado hasta la sala de bóvedas, escaleras abajo, en ese espacio de ladrillo visto que es como un útero artístico, tan cálido, tan oscuro al tiempo, la guinda subterránea del antiguo hospital. Para Manuel Borja-Villel, director del centro y comisario de la muestra junto a Teresa Velázquez, la artista no separa la ficción de la realidad en sus trabajos. Tan es así que a la entrada recibe al visitante una frase en caracteres dorados que advierte de que «Hay un agujero en lo real». ¿No lo hay acaso? Dónde empieza la realidad y acaba la ficción? La pregunta del millón. «El relato y la narración son puntos clave en su trabajo, el hecho de que implique a dos personas, el hecho performativo en sí», continúa el comisario. Se suceden performances y películas según se atraviesan las salas. Una niña aprende a respirar y explica la creadora el paralelismo de ese acto vital, necesario, con la vida. La simple respiración se convierte en algo desagradable. ¿No lo es la vida a veces? «Procurad no pisar lo pintado en blanco en el suelo», advierte la artista al tiempo que dos jóvenes, uno sentado y otro de pie protagonizan una de las obras. Se miran casi sin pestañear y al cabo de un tiempo se intercambian la posición. «La exposición se va haciendo con las performances», subraya el director. Y se irán sucediendo. García trabaja con la percepción y con el público con el objetivo de que el espectador vea la realidad desde perspectivas alternativas (y que se desarrollarán en el edificio Sabatini, pnatan 3 y en la Sala de Protocolo
En alguna de ellas el público puede participar como en «El artista sin obra» donde dos personas intervienen: una lee, el otro interpreta diferentes posturas según un libro de tapas rojas al que puede acceder el espectador si quiere entender mejor el trabajo. Esta «Segunda vez» toma su nombre del relato homónimo de Julio Cortázar y de uno de los proyectos más recientes de García, un conjunto de cortos en los que está presente la figura del intelectual argentino Óscar Massota, un hilo conductor en este universo tan personal. «Puede tener muchas acepciones. Además, es la segunda ocasión en que estoy en el museo», explica días antes por teléfono.
¿Una artista difícil?
La comisaria toma la palabra y habla de las relaciones, que son habituales en su obra, entre la literatura y el arte. Lacan (y sus teorías psicoanalísticas), omnipresente, Artaud («coincide con su interés por lo marginal, por la vivencia desplazada», asegura Velázquez), Joyce, eternamente, en cada rincón de quien aprehende la noción de circularidad. Precisamente la creadora desarrolló su película «The Joycean Society» (2013) alrededor de este autor y al comprometido e intenso ejercicio de lectura de la comunidad de lectores de la Zurich James Joyce Foundation, que se reúnen cada cierto tiempo para leer su libro «FInnegans Wake», lo que supone una permanente reinterpretación de la obra. Y Kafka a quien ha llevado a un lugar previlegiado: «No podía estar en otro lugar mejor que bajo las escaleras» donde ha concebido una instalación sonora en colaboración con el músico Jan Mech basada en el relato del escritor «Las preocupaciones de un padre de familia». «No hay una obra sino un todo, una voz coral y polifónica que tiene que ver con las historias heterogéneas que se mezclan», señala la comisaria.
La exposición recorre sus trabajos desde finales de los 90 hasta hoy, incluyendo piezas recientes entre performances, películas, vinilos y textos. Y se da paso a sus referentes intelectuales de los que se nutre su hacer. Quien pretenda recorrerla en media hora, mejor que lo deje para otro día, pues lleva su tiempo. Es necesario degustarla para poder aproximarse a su epidermis. Ella misma nos decía días atrás sobre la dificultad de entender su obras que no es tal: «Si no la comprenden es porque buscan una cosa que no está. A mi me parece muy sencillo lo que hago. Además ahí están las presentaciones, las visitas guiadas, los folletos. No entiendo que me puedan decir que soy difícil», y comenta que el público más joven es el más abierto y el más permeable a su arte. «No hay mucho que entender», remacha. Para ella las «exposiciones estrella» siempre son una buena noticia, aunque sean «blockbuster», pero ha de haber un abanico que no abarque únicamente eso. No solo se tiene que exponer a Dalí y más Dalí».
Mujeres mal representadas
Esther Ferrer, Beatriz González (cuya obra se muestra en el Palacio de Velázquez hasta el 2 de septiembre), Dora García. Una mujer tras otra. Pero, ¿está suficientemente representada en el arte? «Nunca es suficiente», responde García. «Hay que trabajar en ello constantemente. La mujer está mal representada en el arte. Yo soy profesora y te diré que las mejores alumnas son mujeres» y se congratula de que haya estallado a escala planetaria el MeToo: «Ya era hora, tenía y que suceder algún día. Se habla de situaciones de abuso y espero que quienes se creen impunes dejen de serlo. Ojalá haya un cambio significativo de ese abuso endémico. La avala una carrera de fondo y cuando le preguntamos por la proyección del arte español fuera de nuestras fronteras responde que nunca lo ha entendido: «Muchos han expuesto y estudiado fuera. También hay países que tiene mayor facilidad para colocar a sus artistas en el mercado pero yo nunca le he pestado atención al mercado. Creo que somos invisibles en el sentido de que la inversión en arte es raquítica, luego el que se vea más o menos fuera no es ‘’culpa’’ del artista, ni porque sean malo o menos guapos sino porque el sistema artístico es bastante débil, como lo es también el sistema social y la enseñanza. No tiene que ver con la calidad del artista», responde.
Dora García nació en Valladolid en 1965. Su trayectoria es larga y está jalonada por hitos como haber sido la representante de España en la Bienal de Venecia en 2015. Le preguntamos si lo volvería a hacer y es el único momento de nuestra conversación en que rompe a reír de una manera contagiosa. Suelta un eterno «nooooooo. Pregúntale a Lara Almárcegui, ya verás como te dice lo mismo». Y aclara: «Si naciera otra vez lo haría, pero no se sobrevive dos veces». Para que nadie se llame a engaño.