El coche de Joe Strummer y otros lugares pop
Son malos tiempos para la inversión en contenidos culturales, pero la creatividad no se detiene: el micromecenazgo apoya ideas no aptas para masas
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Es una interesante paradoja de los tiempos. Hay quien lo llama la tormenta perfecta contra los contenidos culturales, pero lo cierto es que la piratería, sumada a la crisis económica, y, ya puestos, la subida del IVA, empujar a los creadores en España a buscar soluciones por su cuenta, en la precariedad de quien no intenta hacer fortuna con una película, un libro o un disco, sino de quien no puede remediar hacerlos. Cada vez es más complicado, pero la creación no se detiene, como demuestran proyectos interesantes que han recurrido a la ayuda de quienes se enamoran sólo de una idea. Iniciativas por las que nunca la industria de la cultura de masas habría apostado y son realidad por el micromecenazgo.
Uno de estos creadores es Lorena Quintana, que, junto al fotógrafo Chus Antón y el crítico musical Cristian Rodríguez, han terminado «This is London», un álbum de fotografías que aspira a inventariar algunos de los sacrosantos escenarios de la cultura pop, todavía no admitidos en la Enciclopedia Británica. Por ejemplo, la cafetería de Notting Hill donde The Smiths deciden separarse, el apartamento donde se reunían The Rolling Stones, la esquina donde John conoció a Yoko, esa clase de lugares de Londres que no salen en una guía de viajes y aquí aparecen con dirección exacta, para ir a verlos. «El libro se dirige a gente a la que le interesa la música, que conoce las biografías de los grupos, y que quiere saber cosas más peculiares. Está hecho por fans y para fans», dice Quintana. Algo así como ir a la tumba del poeta. «La idea viene de la casa de Serge Gainsbourg en París. Sigue cerrada a cal y canto pero sus seguidores han llenado la fachada de dibujitos y de versos de sus canciones y la verdad es que es una preciosidad. Nosotros queríamos capturar esos sitios donde han ocurrido cosas muy importantes para la música pop, y había que documentarse antes». Los tres coautores terminaron las fotografías y los textos, después de dos viajes a Londres pagados de su bolsillo, y luego costearon la maquetación del libro con un diseñador. Todo está preparado para imprimir, salvo una cosa: la tirada de un libro de fotografía cuesta mucho más que un volumen convencional. Así que recurrieron a una plataforma española, www.mymajor-company.es, ideada para que los creadores busquen la financiación que necesitan entre gente con inquietudes. Hasta ahora han conseguido sólo un diez por ciento de los 20.000 euros que necesitan para imprimir un libro de fotografías, que tiene un coste mucho mayor, pero aún tienen 20 días por delante. Apoyen, si les gusta la idea.
De Standstill a Soraya
En el sector discográfico, el primero que probó con las modalidades del «crowdfunding», no han parado de darse casos que abarcan nombres como el de Jero Romero (ex Sunday Drivers), que consiguió más dinero del que esperaba, los debutantes Rufus T. Firefly o Willy Naves, y bandas de largo recorrido y bien conocidas en los círculos independientes como Standstill, que publicó uno de los discos más destacados del año 2010. Incluso la ex «Operación Triunfo» Soraya Arnelas se ha decidido a probar suerte pidiendo un anticipo a sus fans. Claro que, mientras Romero pidió 10.500 euros (y los consiguió en 24 horas), Arnelas solicitó 30.000 y apenas ha logrado 1.751, aunque tiene todavía 43 días de plazo. Por cierto que, quien aporte 3.000 euros tendrá derecho a una actuación de la representante española en Eurovisión en el salón de su casa.
Strummer perdió su carro
Uno de los proyectos más interesantes que se ha ido gestando mediante este sistema en los últimos tiempos es «I Need a Dodge!», un documental que también bucea entre los hechos y la leyenda que rodean las andanzas de los músicos. En concreto, de Joe Strummer, que encontró en España un apeadero del mundo real que le agotaba. Strummer ya había expulsado a Mick Jones de The Clash, y la banda languidecía, entre otras cosas porque su líder desaparecía largas temporadas sin decir adónde iba. «Pues estaba en Granada», dice Nick Hall, realizador de este documental, que narra el periplo del músico en España, una historia pocas veces contada, a través de un coche. Fue en Madrid, aparcado frente al estudio de Radio Futura (Strummer se alojaba en casa de Luis Auserón), donde vio por primera vez el Dodge, un vehículo de fabricación española (el mismo modelo en el que asesinaron a Carrero Blanco), que finalmente se compró y que condujo por las calles de Malasaña. Era 1986. «Una noche estaba de juerga, para variar, y le avisan de que su mujer estaba de parto. Strummer volvió precipitadamente a Londres y dejó aparcado el vehículo en un garaje. Nunca lo volvió a ver y se lamentó toda su vida», cuenta Hall. Casi una década después pedía en una entrevista en Radio 3 con su español macarrónico que, si alguien lo tenía, hiciera el favor de devolverlo. El Dodge era la libertad hecha metal para el compositor de «Spanish Bomb in Andalucia», que llegó a comprarse una casa en Almería. En el documental, protagonistas de la época como Santiago Auserón cuentan anécdotas como el encuentro entre Strummer e Isabel Pantoja. «Estaban esperando, en la recepción de la discográfica de 091, los hermanos Auserón y Enrique Sierra.
Cuando se abren las puertas del ascensor y surge una mujer vestida con un abrigo de pieles blanco y Strummer se pone de pie: "Paquirri's widow, Paquirri's widow"(la viuda de Paquirri), exclama. Y Pantoja le pide fuego. Strummer le enciende el cigarrillo y la folclórica sale sin darse cuenta de quién era», cuenta Hall, que aún no da crédito de cómo es posible que la reconociera.
Su película se ha rodado mediante «crowdfunding» porque «llegó un momento en que no había otra solución». «Yo empecé la investigación por mi cuenta y luego he ido grabando y después pidiendo favores... Llegó un momento en que si daba entrada a una productora habría supuesto retrasar o frenar el proyecto», asegura. Buscó patrocionios y recurrió a las donaciones. Consiguió 10.000 dólares de los 25.000 necesarios. «La próxima vez lo haría de otra manera, porque es muy caro. Conseguir los derechos para añadir una canción de The Clash a la banda sonora cuesta mucho. Hay televisiones que están interesadas, pero con eso sólo cubro media canción», bromea. «Esto me está costando dinero porque fin comercial no tiene ninguno, sólo quiero que se vea», asegura. En la web www.ineedadodge.com se puede seguir colaborando, porque falta por hacerse el montaje definitivo. Y, claro, queda otra cosa inportante: encontrar el Dodge 3700 GT con matrícula de Oviedo y color plateado que, según cuenta Hall, le consta que alguien sacó de aquel garaje. Como dice Santiago Auserón: «Si lo encontramos, lo ponemos en el centro de una plaza de Madrid». Historias como éstas valen la pena.