El corazón de un teatro Real
Con motivo del bicentenario, fue presentado ayer el libro de “Sangre, poesía y pasión”, de Rubén Amón, acompañado por Plácido Domingo y Gregorio Marañón. Dos siglos de música, ruido y silencio
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Con motivo del bicentenario del Teatro Real, fue presentado ayer el libro de “Sangre, poesía y pasión”, de Rubén Amón, acompañado por Plácido Domingo y Gregorio Marañón. Dos siglos de música, ruido y silencio
Tuteladas por el rey Fernando VII y dirigidas por el arquitecto Antonio López Aguado, el 23 de abril de 1818, se colocaba la primera piedra y daban comienzo las obras del Teatro Real, que por distintas circunstancias, se prolongaron hasta que el 19 de noviembre de 1850 cuando, por fin, pudo alzarse el telón para representar “La favorita”, de Gaetano Donizetti. Se cumplen, pues, 200 años de historia. El periodista y escritor Rubén Amón ha buceado en esa historia en su libro, cuyo título está sacado de una carta de Verdi, “Sangre, poesía y pasión. Dos siglos de música, ruido y silencio en el Teatro Real” (Alianza), que fue presentado ayer en la sala de Orquesta del teatro acompañado de Plácido Domingo y Gregorio Marañón, presidente del Patronato. Un libro que desentraña los secretos de uno de los edificios con más solera cultural, política y musical de la historia de Madrid y uno de los grandes focos internacionales de ópera. Amón desgrana en él las claves de esta institución, inmersa en la celebración de su aniversario, “pero sin haber llegado a tiempo de incluir plenamente la polémica despertada sobre la fusión con el teatro de La Zarzuela”, aclara. La historia del Teatro Real está jalonada por cientos de acontecimientos, emociones artísticas, vaivenes políticos, peligros arquitectónicos y de desaparición, muchas curiosidades –algunas con algo de leyenda- y, sobre todo, de grandes protagonistas y obras operísticas, que lo han situado entre los mejores de Europa y en una referencia cultural dentro y fuera de España.
“De los dos siglos de existencia, el teatro solo ha tenido su escenario abierto a la ópera durante 95 años, de 1850 a 1925 y de 1997 hasta ahora”, explicó Marañón. “El libro de Rubén recorre este tiempo de la mano de los grandes mitos de la ópera, Verdi, Wagner, Gayarre, Plácido Domingo, Adelina Patti y, por qué no, Gerard Mortier. Una obra seriamente divertida y excelentemente escrita que nos descubre la historia del Teatro Real, la sangre, poesía, pasión, ruido y silencio que caracteriza una buena ópera. Un género que es el gran espectáculo que, además de una música casi perfecta, requiere la presencia de lo teatral con el fin de mantener las mentes, los ojos y los oídos en un mismo encantamiento”.
A continuación, Plácido Domingo contó su experiencia antes de la reapertura: “Cuando el ministro Cavero me invitó a visitarlo porque creía que podría ser un teatro de ópera, fuimos a lo más profundo y, para mi sorpresa, me quede admirado de su capacidad, un teatro que estaba disfrazado de sala de conciertos. Entonces empezó la batalla “pro” y “contra”. Ahora gozamos de un teatro, que con Joan Matabosch y, después de pasar por diferentes etapas, está logrando un repertorio donde no nos quedamos con ganas de nada porque va hacia todos los estilos, desde el clásico barroco a la música contemporánea, pasando por todos los compositores. Con esta labor, el público de Madrid está viviendo un tiempo de oro con un repertorio y unos cantantes que son la élite del mundo”, concluyó.
El autor del libro, Rubén Amón, agradeció el encargo de escribirlo por parte del Patronato y la libertad con la que ha podido realizarlo. “Después de estudiar sus doscientos años, puedo decir que este teatro está en el mejor momento de su historia –afirmó rotundo-, primero porque el edificio ya no se cae –esta fue una de sus características fundamentales-, después porque ha conseguido una independencia presupuestaria que nunca tuvo y porque ha conseguido la independencia de la política, que ha sido su principal mal, no por intervencionismos, sino por dejadez, abandonado a su suerte. Cuando escribí el libro –explica-, mi objetivo era abundar en la idea del teatro maldito y a medida que avanzaba en la reconstrucción de su historia, mi hipótesis de partida se venía abajo y sobrevenía otra posibilidad, la idea de un teatro de la resistencia que ha sobrevivido a todo. Estuvo a punto de ser demolido en 1925 y en 1964 cuando se quiso hacer uno nuevo que supliera sus carencias”. Y abundó en otra característica, ya mencionada por Plácido Domingo, “la estabilidad artística que le ha dado Matabosch, que entronca con esa línea de vanguardia que asumió desde su reinauguración en 1997”. Y concluyó: “He hecho una historia que se centra mucho en los artistas que lo habitaron y en los compositores que lo hicieron grande, en particular Verdi, porque estuvo aquí unos meses para estrenar “La fuerza del destino”, con una vida bastante anónima. Sus óperas “Rigoletto”, “Aida” y “La traviata”, son las más representadas en la historia de este teatro”. En su opinión, “Verdi es la razón de ser de este teatro, en lo cualitativo y en lo cuantitativo, por eso, el título es un homenaje a él. Proviene de una carta suya en la que comunica que tenía en sus manos un texto de Zorrilla, “El zapatero y el rey”, con una historia que le fascina porque reúne las tres circunstancias que en su opinión debe tener una ópera, sangre, poesía y pasión”.