Teatro

Barcelona

El desierto del Liceo

El desierto del Liceo
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Con incertidumbre y preguntas en el aire se levantará el telón de la nueva temporada del Liceo, una de las más duras de su ya vasta trayectoria si no la que más. El coliseo reabre hoy sus puertas con un panorama nada halagüeño por delante: debido a un Expediente de Regulación de Empleo temporal que ha afectado a la plantilla de trabajadores (y que se repetirá en julio de 2014); sin director general, pues Joan Francesc Marco dejó su cargo el pasado 7 de julio al acabar su contrato; con el puesto de director artístico vacante, ya que Joan Matabosch es el nuevo responsable artístico del Teatro Real (será presentado oficialmente mañana); con una reducción presupuestaria de 45,6 millones en la temporada 2012-2013 a 39,2 en al actual, y cierta incertidumbre en la dirección musical tras las recientes declaraciones de Josep Pons en las que se mostraba preocupado por el futuro de la institución y por su continuidad en el cargo («Si no me dan los medios tal vez no tenga sentido que siga en el Liceo», ha declarado). No obstante, quienes están cerca del coliseo y conocen la trayectoria coinciden en que no se puede prolongar durante mucho tiempo esta situación de barco a la deriva «porque corremos el riesgo de perderlo para siempre», aseguran. Para Joan Matabosch, ya en Madrid en plenos ensayos de «La conquista de México», «se ha traspasado la línea roja y la situación a día de hoy es inviable porque hay mínimos que se han sobrepasado y se ha hecho sin que saltaran las alarmas. El problema es enorme, los gastos financieron son astronómicos. Parece mentira pero se gasta más que en el coste total de la temporada», explica con cierta perplejidad. Con su discurso velocísimo confiesa que para él «el Liceo tiene una parte emotiva innegable. Es una casa que conozco perfectamente porque he trabajado en ella durante quince años». ¿Es la situación tan grave como se percibe desde fuera?, le preguntamos: «Es muy muy delicada. Es un teatro que ha sufrido unos recortes brutales y una institución muy rígida, mucho más que lo pueda ser el Real. La reducción de gastos en general la han sufrido los trabajadores», comenta, e insiste en que «hay que hablar de los problemas estructurales porque todo lo demás son anécdotas. Yo espero y quiero que el pequeño o gran ruido mediático de mi marcha esté sirviendo para que alguien reflexione. A nadie le conviene que esto sea así porque estamos hablando de un coliseo con mucha tradición y más de cien años de vida. ¿Lo vamos a dejar perder?», se pregunta Matabosch. Desde la casa barcelonesa se ve con preocupación la partida de su director artístico «porque no sabemos cuánto tiempo tardará esta situación en resolverse, pero no podemos esperar mucho tiempo más. La cuerda se ha tensado y está a punto de romperse», aseguran los trabajadores, quienes han respaldado las palabras de su batuta y cierran filas alrededor de él «porque habla de manera clara en un momento en que es necesario escuchar las voces autorizadas de gente que aquí tiene algo que decir porque conoce cómo funciona esto». Se quejan del zarpazo recibido en la casa y que les ha herido de muerte «y sobre el que no nos han dado explicaciones. No obstante, sabemos que aún en la incertidumbre se pueden hacer cosas y remontar. No es solamente un problema de dinero. Con gente ilusionada se pueden hacer mucho. Todo vamos en el mismo barco y hemos de remar en la misma dirección», asegura un trabajador.

Una cuestión de higiene

Con su partida, de hecho él lleva ya en Madrid más de una semana, el teatro de Las Ramblas se queda un poco huérfano, aunque a él no le gusta demasiado la expresión: «Yo ya he hecho lo que tenía que hacer. Los periodos largos al frente de teatros de ópera son normales y el hecho de que llegue un nuevo director artístico resulta higiénico. No hay que confundirse: el problema no es que yo me vaya, porque tenía fecha de caducidad; lo que ha sucedido es que mi marcha, por motivos de salud del anterior director artístico, Gerard Mortier, se ha precipitado. Dejo el Liceo sin tener el menor problema con nadie. Y a mucha gente que quiero y que es amiga, como Josep Pons, un ser excepcional». Cuando echa la vista atrás, que es sólo un momento, no se puede creer que hace cinco años, es decir, anteayer, el Liceo fuera «la envidia de todos, un modelo que causaba admiración y mira cómo estamos hoy. En un panorama de crisis como el actual conseguir subvenciones y mecenazgo es bastante más complicado. Habíamos alcanzado velocidad de crucero y las arcas estaban saneadas, no arrastrábamos problemas endémicos como sí lo hacían coliseos italianos como los de Palermo o Bolonia. En esta coyuntura mantener el mecenazgo resulta complicado». Le preguntamos si es difícil mantener un ritmo de vida que pasa por coordinar, aunque sea sólo de manera temporal, los dos grandes teatros de ópera de España: «Estaré en el Liceo hasta el 31 de diciembre y en el Real a partir del 1 de enero de 2014, que es la fecha que figura en mi contrato, aunque ya lleve tiempo aquí. Desde hoy y hasta finales de año en Barcelona me dan flexibilidad para atender las cosas de Madrid y aquí sucede lo mismo con Barcelona. Nadie me está presionando. Creo que, después de conversaciones, hemos llegado a un acuerdo impecable gracias a los presidentes de los patronatos de ambas instituciones», comenta.

A la espera de que hoy el Liceo reabra sus puertas, empieza la cuenta atrás para el arranque de la temporada, que será el día 30. ¿Habrá para entonces nuevo director general? Parece que será necesario esperar unos días más, ya que el 4 de octubre se celebrará una reunión del patronato de la que presumiblemente saldrá el nombre del director general. El siguiente pasó sería hacer público el del nuevo director artístico. Verdi copará la inauguración de esta austera temporada que celebrará el bicentenario del compositor con obras como «Simon Boccanegra», «Falstaff», o «Il trovatore» y «Nabuco», entre otros títulos.