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El electricista de Picasso y un «regalo» envenenado

larazon

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¿Fue Pierre un íntimo amigo de Picasso que mereció a modo de regalo decenas de sus obras de incalculable valor o más bien es un auténtico ladrón que pegó el golpe de su vida con el pintor? La Justicia francesa lleva años intentando dar respuesta a esta pregunta, artístico-eléctrica, donde no caben las medias tintas, pues las piezas estaban en su poder. O amiguísimo o ladrón. Y parece que la ecuación no es tan fácil de resolver. Si atendemos al famoso dicho, a la tercera debe ir la vencida, y eso es lo que pasa estos días en el tribunal de Lyon, que lo juzga ya por tercera vez.
El encargado de arreglar los enchufes de Picasso y su esposa Danielle fueron condenados en 2015 a dos años de prisión por haber conservado en secreto 271 piezas del artista, la mayoría dibujos, collages y algunas litografías. Pierre Le Gunennec y Danielle lograron en diciembre de 2016 la anulación de su condena de cárcel con el argumento de que el tribunal de Aix-en-Provence que los juzgó no había demostrado que las obras procediesen de un robo.
Sin embargo, el electricista, que fue ya juzgado previamente por este caso, ya había cambiado de versión. Tras haber defendido durante el primer juicio que Picasso le regaló entre 1970 y 1973 las 271 obras, realizadas entre 1900 y 1932, Pierre, que ahora tiene 80 años, dijo en el segundo proceso que se trataba de una donación de su viuda Jacqueline tras la muerte de Picasso en 1973 para retirarlas del inventario de la herencia. «Ella me dijo que quería guardar en mi casa unas bolsas de basura», declaró. Sí, tal y como pasó con Julián Múñoz y su ex en el Caso Malaya de Marbella, pero con un punto más chic y cultural.
Fue el hijo del pintor, Claude, quien conoció la existencia de ese conjunto de obras e, intrigado por su origen, presentó una denuncia en 2010 que ha llevado a los tribunales a los Le Guennec. Ahora, ya en este tercer juicio, la Justicia quiere aclarar definitivamente cuál de todas esas caras es la verdadera de Pierre el electricista: el amigo de confianza, el caradura ladrón o el cómplice obediente de la viuda. Eso sí, los herederos no creen para nada la versión de la pareja. Sostienen que Picasso no solía regalar obras sueltas, sino libros dedicados en los que, en ocasiones, incluía uno de sus dibujos y se extrañan del buen estado de conservación si, como dicen los acusados, estuvieron durante 40 años guardados en bolsas de basura en un garaje de su residencia del sur de Francia.