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El eterno reino del faraón

El Caixa Forum inaugura una muestra sobre los gobernantes egipcios preparada en colaboración con el British Museum y que ya vieron 150.000 personas en Barcelona.
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El Caixa Forum inaugura una muestra sobre los gobernantes egipcios preparada en colaboración con el British Museum y que ya vieron 150.000 personas en Barcelona.
El templo egipcio de Karnak era probablemente el recinto religioso más grande jamás construido. Ubicado en la ribera oriental del Nilo, frente a lo que hoy es Luxor, Karnak fue durante más de dos milenios el principal centro de culto del dios Amón-Re. Durante ese tiempo, los distintos faraones de Egipto, considerados representaciones de los dioses en la tierra, aumentaron su grandiosidad con la construcción de nuevos monumentos. Este aspecto esencial de los gobernantes egipcios es uno de los que explora la muestra «Faraón. Rey de Egipto», que abre sus puertas hoy en el Caixa Forum de Madrid después del éxito que tuvo en Barcelona, donde la visitaron más de 150.000 personas.
La exposición es fruto del trabajo conjunto entre Obra Social la Caixa y el British Museum, que posee uno de los fondos egipcios más importantes del mundo. Para la inauguración estuvieron presentes los dos comisarios que han trabajado en ella durante años, Marie Vandenbeusch y Neil Spencer. «Resulta muy difícil explicar la religión del antiguo Egipto; tanto es así que ni siquiera los especialistas la entienden del todo. Sin embargo, una de las claves para comprenderla es la relación entre los faraones y los dioses. Uno de los deberes del rey era ofrecer imágenes de culto a las deidades, aunque muy pocos de esos ídolos sobrevivieron porque estaban hechos de metales preciosos y, en muchos casos, fueron fundidos», explica Spencer. Una de las pocas que se conservan forma parte de la exposición. Se trata de una estatuilla de Amón-Re realizada en plata entre los años 1069 y 664 a.C. y recuperada en el templo de Karnak.
El ámbito íntimo
De hecho, algunas de las piezas más relevantes de la muestra provienen justamente de dicho templo, como la estatua del rey Seti II (1200 - 1194 a.C.), que a pesar de su antigüedad se conserva casi impoluta, excepto por un trozo de la cabeza del carnero que Seti sostiene sobre sus piernas y que es una representación de Amón-Re, una deidad que el visitante encontrará una y otra vez entre las 164 piezas que conforman la exposición. En ella también se explora el ámbito más íntimo de los faraones, es decir, su vida en los palacios y junto a su familia. Vandenbeusch explica que debido al material con el que estos se construían, parecido al ladrillo, se tiene menos idea de cómo eran en comparación con los templos, construidos en piedra y mejor conservados. Esta parte de la muestra permite comprender el funcionamiento del gobierno egipcio gracias a los testimonios encontrados en las tumbas de sus altos funcionarios, así como sus relaciones diplomáticas con los pueblos vecinos y ejércitos extranjeros, como los nubios, los libios o los griegos y los romanos. De hecho, entre las funciones más importantes del faraón estaba la de defender el territorio y mantener la paz, por eso uno de sus más famosos reyes guerreros fue Mentuhotep II, que volvió a unir el Alto y el Bajo Egipto después de una época de división política. Finalmente, la muestra abarca los rituales mortuorios de los faraones, esenciales en su cultura, ya que se creía que, al morir, viajaban al inframundo y se convertían en Osiris, señor de los muertos y uno de los gobernantes de Egipto antes de la creación de la humanidad. Así, los faraones renacían y reinaban eternamente.