El petrodólar saudí conquista La Scala
Arabia Saudí entra en el consejo de administración de la ópera de Milán, a la que financiaría con 15 millones de euros en los próximos cinco años a través de la petrolera estatal Aramco
Arabia Saudí financiaría la ópera de Milán con 15 millones de euros en los próximos cinco años a través de la petrolera estatal Aramco
Con los focos encendidos y los fotógrafos esperando al desfile de modelitos, un fantasma fue capaz de colarse en la ópera de Milán. Ocurrió el pasado 7 de diciembre, el día en el que la tradición dicta que debe comenzar la temporada lírica en La Scala. Entre hombres con esmoquin y señoras de vestidos imposibles, un príncipe saudí acudió a la velada casi de incógnito, sin que quedara una imagen de su paso. Se trataba de Bader bin Abdulá, el considerado ministro de Cultura del país árabe, también conocido por haber comprado el Salvator Mundi -atribuido supuestamente a Leonardo Da Vinci- por 450 millones de dólares. En plena polémica por el asesinato del periodista saudí Jamal Khasoggi, el enviado de la Casa de los Saúd se refugió en la invisibilidad de la que gozan ciertos invitados de honor. Ahora se ha sabido que no sólo estaba disfrutando de la nueva pasión de los regímenes del Golfo, sino que aquella noche se sentaron las bases de la conquista saudí de La Scala.
La operación supondría la entrada de Arabia Saudí en el consejo de administración de la ópera de Milán, a la que financiaría con 15 millones de euros en los próximos cinco años, a través de la petrolera estatal Aramco. Ya desde hace meses se conocía que el teatro italiano pondría en escena este año en Riad "Rigoletto"y "La Traviata", en el marco de los acuerdos internacionales que mantiene con otros países. Pero la sintonía con Arabia Saudí ha ido a más, de modo que la monarquía árabe habría firmado un acuerdo con los gestores italianos para abrir un conservatorio en el país árabe, con personal seleccionado de la Academia de La Scala. Todo esto en un país en el que la música, la danza, el cine o las artes estaban prohibidas hasta hace pocos años.
Pero la estrategia para abrirse al mundo elegida por el príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, pasa por una súbita eclosión cultural pagada a golpe de talonario. Sus vecinos de los Emiratos Árabes les llevan años de ventaja, como demuestra la apertura del Louvre de Abu Dhabi, en el que precisamente se expone el Salvator Mundi comprado por el ministro saudí. Desde La Scala aseguran que el asunto saudí se resolverá en la próxima reunión del consejo de administración, que se celebrará el próximo 18 de marzo, pero que no habrá más declaraciones. Lo que tenía que decir, ya lo ha dicho el superintendente, Alexander Pereira, en la prensa italiana.
Ayer en "La Repubblica", el diario que anticipó la operación, Pereira aseguró que antes de cerrar el trato había informado a las autoridades públicas y que si no aceptan los petrodólares habrá otros bien dispuestos a recibirlos. “En Francia no esperan otra cosa”, señala. El superintendente recalca que no hay discrepancias entre los miembros del consejo de administración para permitir la entrada saudí, aunque la prensa italiana discrepa. Según los periódicos de este país, habría otros socios reticentes.
Debido a las grandes deudas acumuladas por las distintas óperas italianas, el Estado las convirtió en 1996 en fundaciones privadas. Así, la ley obliga a que la fundación de La Scala esté presidida por el alcalde de Milán y que la administración regional esté también presente, pero el resto de consejeros pertenecen a las empresas que invierten en ella, como Intesa San Paolo, Dolce & Gabbana o BMW.
En los últimos años la estrategia desde Milán ha sido conseguir más patrocinios, lo que ha elevado su presupuesto por encima de los 120 millones anuales. Es uno de los pocos teatros líricos en toda Italia que no están en números rojos, pero una reciente investigación de "Il Corriere della Sera"reveló que el conjunto arrastra una deuda global de 400 millones de euros.
Al margen de la viabilidad económica, la financiación de Arabia Saudí supondría su entrada en el órgano de decisión de la ópera más prestigiosa de Italia, lo que despierta dudas entre los empresarios nacionales, que suelen tirar de orgullo patrio en estas ocasiones, y entre los representantes públicos.
El gobernador de Lombardía, Attilio Fontana, ya ha dicho que habrá que esperar al dictamen del Gobierno, cuando anteriormente había dado su visto bueno al pacto. Fontana, como el ministro de Cultura, Alberto Bonisoli, pertenecen a la Liga, que tendrá que tomar posición entre los intereses de los empresarios del norte y el soberanismo, señas de identidad de su partido.
Ya ocurrió el pasado enero con un partido de fútbol, cuando la Supercopa de Italia se disputó en Arabia Saudí. Entonces se criticó la segregación por sexos en el estadio y que el respeto por los derechos humanos de este país arroja tantas dudas como su tradición artística. Al final, el partido se jugó y la Liga se embolsó 21 millones de euros. La Scala debe decidir si actuar o no como la multinacional futbolística.