El Valencey resiste a Bolívar
En la sabana venezolana, acosado por enemigos ebrios de triunfo, el 1.ª Batallón del citado Regimiento rescató el honor español de las fauces de la derrota de Carabobo
En marzo de 1821 hacía casi 11 años que la guerra desangraba el virreinato de Nueva Granada. El noviembre previo, el Gobierno constitucional español había obligado al general Morillo a firmar un armisticio con Bolívar, pero ambos sabían que era una tregua temporal.
«La infantería se ha cubierto de gloria, sacrificándose bizarramente en las continuas cargas que sufrió por mayores fuerzas, y faltaría a mi deber sino hiciese la justa recomendación que se ha merecido; pero particularmente expongo a V. E. el singular mérito que han contraído el 2.º Batallón de Burgos, que sostuvo con firmeza desde el principio de la acción la altura atacada, perdiendo la mitad de su fuerza, y el 1.º de Valencey, en la retirada que practicó perseguido constantemente en seis leguas por la caballería enemiga».
En marzo de 1821 hacía casi once años que la guerra desangraba el virreinato de Nueva Granada. El noviembre previo, el Gobierno constitucional español había obligado al general Morillo a firmar un armisticio con Bolívar con la esperanza de llegar a un arreglo diplomático, pero ambos generales sabían que no era más que una tregua temporal. Bolívar sería el primero en mover ficha: «Entre el éxito dudoso de una campaña y el sacrificio cierto de nuestro ejército por la peste y el hambre, no se puede vacilar. Es, pues, mi deber hacer la paz o combatir», escribió al sucesor de Morillo, el general La Torre, a lo que este replicaría: «El mundo entero, que tiene fijos sus ojos sobre nosotros, y que ha observado nuestra marcha en las transacciones entabladas para separar de estos países los horrores de una guerra fratricida; el mundo juzgará sobre el origen de los males que van nuevamente a desolar estas desgraciadas comarcas». Poco después comenzaba la campaña decisiva, que culminó en la batalla de Carabobo. El desenlace del encuentro es bien conocido: Bolívar obtuvo un triunfo completo que le abrió las puertas de Caracas y consolidó su proyecto político. Sin embargo, la derrota no fue humillante para los realistas, a pesar del infame desempeño de su caballería, gracias a las acciones del 1.er Batallón de Valencey. Esta unidad había llegado a Nueva Granada como parte del ejército de Morillo en 1815, pero muchos de sus efectivos, transcurridos seis años, eran venezolanos.
Una retirada modélica
Derrotado o disperso el grueso del ejército realista, el Valencey se convirtió en un refugio para los oficiales y las banderas de otras unidades. El general Páez, al mando de la 1.ª División del ejército libertador, cargó sobre el batallón para impedir que se retirase, pero sufrió un ataque epiléptico que lo incapacitó de forma temporal. El Valencey, cubierto en los flancos por los escuadrones de caballería Guías y Dragones, dejó la sabana de Carabobo, pero pronto hubo de sufrir el acoso intenso de la caballería independentista. Manuel Cedeño, comandante de la 2.ª División bolivariana, moriría entonces en una carga alocada en pos de la gloria –destino parejo al de Ambrosio Plaza, jefe de la 1.ª División, herido de muerte en una carga contra el Batallón Infante–. Bolívar detuvo la persecución para esperar a dos batallones de infantería de élite, Rifles y Granaderos, que no habían entrado en acción. El Valencey, empero, se movía más deprisa. En la quebrada de Barrera sufriría una nueva embestida que dispersaría a parte de la caballería española. El Valencey, sin embargo, formó en cuadro y rechazó el embate, en el que cayó el jefe del escuadrón independentista Dragones. «Las pérdidas de ambos lados fueron considerables en muertos y heridos, pero mucho mayor la de los patriotas en jefes y oficiales», lamentaría el irlandés O’Leary, edecán de Bolívar. El historiador y periodista caraqueño Arístides Rojas (1826-1894) escribiría sobre el Valencey años después y, dado que muchos de sus efectivos eran venezolanos, sentenciaría: «Valencey es un nombre tan glorioso parra España como para Venezuela y, sin este sublime episodio, Carabobo sería un cuadro sin horizonte».
Un héroe victoriano
Frustrado por no hallar servicio activo, Frederick Gustavus Burnaby (1842-1885), un gigantón de casi dos metros de los Reales Guardias a Caballo (Royal Horse Guards), decidió buscar aventuras por su cuenta. En 1874 marchó a España para cubrir, como corresponsal de The Times, la Tercera Guerra Carlista, y poco después a Jartum, para informar de la expedición de Gordon en Sudán. Su mayor logro, sin embargo, sería su viaje a caballo hasta Jiva (en el actual Uzbekistán) en el invierno de 1875-1876 a través de toda el Asia rusa, por entonces cerrada a los viajeros, aventura que plasmó en su afamado libro «Road to Khiva». Tras nuevos viajes por Asia Menor, siempre con la misión de vigilar los avances rusos, y de participar en la Guerra Ruso-Turca de 1877 como agente del Stafford House Committee (dedicada entonces a recaudar fondos para el auxilio de los enfermos y heridos en este conflicto) se trasladaría a Egipto, donde participaría, sin permiso oficial, en la guerra contra el Sudán mahdista. Allí combatió en 1884 en la campaña de Suakin contra los guerreros beja de Osman Digna y, a pesar de resultar herido en la batalla de El Teb, no dudó en alistarse en la expedición de rescate de Gordon, en el transcurso de la cual hallaría la muerte, a la edad de 42 años, combatiendo cuerpo a cuerpo a los derviches en la batalla de Abu Klea.