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Eladio de Mora: «Ver mis propias obras en mi casa me cabrea»

El oso de Ifema o la rana instalada en Colón, son sus señas de identidad. Con ellas pretende hacer sonreír a los transeúntes
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  • Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente trabaja en la delegación andaluza de La Razón cubriendo información sanitaria.

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El oso de Ifema o la rana instalada en Colón, son sus señas de identidad. Con ellas pretende hacer sonreír a los transeúntes.
Sus gatos, buzos, osos, coches, patos, cerdos, flores, fantasmas, payasos, bailarinas... están o han estado por todo el mundo. Desde el Paseo de Recoletos de Madrid o la fachada del IVAN, en Valencia, hasta Suráfrica, París o Nueva York. A Eladio de Mora, –dEmo, como se hace llamar artísticamente– le apasiona trabajar en exteriores y aunque alguna vez ha expuesto en el interior de los museos, prefiere hacerlo en sus fachadas. Los colores puros y brillantes de sus obras atraen a los más pequeños, pero también esconden un punto simbólico que invita a reflexionar al público adulto.
–Antes de escultor, fue pintor ¿Qué le hizo decantarse por lo primero?
–En mis comienzos, cuando iba con mis cuadros a alguna galería o museo, me decían que tenían todo ocupado y por muchos años. Yo necesitaba más rapidez, si no, no comía. Así que presenté un proyecto en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAN) para decorar su fachada, que la tenía vacía y me lo aprobaron. En dos meses se instalaron allí mis 20 buzos. Entonces comprendí que ahí estaba mi oportunidad, que los exteriores de los museos no estaban explotados artísticamente, y me vino muy bien.
–¿Con qué fin esculpe?
–Para mí la escultura es un motor del pensamiento, no se reduce a la representación de un objeto. Todas mis obras tienen una doble lectura, pero lo que trato es que el público, ante ellas, sonría, ¡no que se ría!. Cuando puse el oso grande en Ifema me di cuenta de que la gente caminaba distraída, pero que cuando se topaba con él, la miraba y le cambiaba la expresión.
–Su temática más repetida es la de los animales, aparte de osos, también ha creado ranas gigantes, cerdos, gatos... ¿Es usted animalista?
–No elijo los temas de las obras para que se politicen... es cierto que busco difundir una concienciación ecológica, pero no crear dogmas.
–¿Entonces, le gustan o no los toros?
–Me gustan los toros y, de hecho, alguno de los míos han estado en París. Y también la Fiesta Nacional. Cuando veo al torero y a los aficionados que lo sienten de verdad a mí se me abren las carnes. De hecho, llegué a tener un abono en las Ventas, pero no le saqué mucho jugo. Luego que sufra el animal... pues no me gusta, aunque también comemos carne casi diariamente y no se dice nada al respecto.
–¿Qué significado tiene la rana tan grande que ha instalado en Colón?
–La rana fue un encargo del Casino Gran Madrid, que está en el Paseo de Recoletos. Era un casino que llevaba más de 30 años fuera porque Madrid no los permitía. Pero luego con lo de Eurovegas se tuvo que legalizar y se puso éste y el de Gran Vía. Como conmemoración se colocó una rana en Recoletos, en recuerdo de aquel tiempo en el que el paseo era un espacio verde y lleno de naturaleza, donde se escuchaba croar a las ranas.
–¿Usted es sólo de exteriores o también decora su casa?
–¡Qué va!, de eso se encarga mi mujer. Aunque, como suele decirse, en casa de herrero cuchillo de palo. Mi mujer cuando ve algo mío fuera y le gusta lo quiere también para casa, pero a mí eso me cabrea. Yo convivo todos los días con ellas, a mí me gusta coleccionar, voy al rastro, viajo y observo... a cualquier pieza le saco otro sentido ¡es lo que me gusta hacer!
–¿La escultura de Botero que tiene es su mayor tesoro?
–Es verdad que tengo una colección grande de arte, he tenido la suerte de poder ir agrandándola con el tiempo. Es una colección de artistas particulares, alemanes, ingleses... son muchas las que tienen un valor sentimental, como la que compré de Antoni Tàpies. La adquirí el día que Tàpies cumplió 80 años, estuve en su casa en una cena con Soledad Lorenzo y otras 15 personas... fue un día único e irrepetible. Pero la verdad es que cada obra que he adquirido es porque lo he sentido dentro....
–En España, ¿cuesta sacar el arte a la calle?
– Muchísimo! En Nueva York, por ejemplo, hay un departamento de arte que da muchísimas facilidades para que los artistas expongan en la calle. Recuerdo que tenía el David vestido de Missoni guardado, lo había expuesto en Madrid en la Fashion Week y también en Barcelona y dije a mi representante que Missoni estaba teniendo en ese momento mucho éxito en Nueva York y que había que llevar como fuese al David allí. Y automaticamente nos dijeron que sí. Estuvo 6 meses y fue incluso noticia en el «New York Times». En Europa no hay esa sensibilidad, por tanto que se ha hablado de especulación con las obras de arte en el espacio urbano...
–Usted, de hecho, lo ha sufrido en carne propia.
–Sí, se han colocado esculturas mías en algunas rotondas y se me ha criticado mucho por ello, pero quiero dejar claro que yo no he recibido ni un euro de políticos. Lo que se olvida es que las rotondas suponen una muy buena oportunidad de sacar el arte a la calle y una forma de crear signos de identidad en las ciudades, que es donde ocurre todo. Tú vas por Nueva York y en cualquier esquina te encuentras una escultura monumental, eso da identidad. Pero eso aquí es impensable, el arte no se considera importante, no se dan cuenta de que forma parte de la vida, como las canciones.