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Elecciones de tebeo

La portada de «¡Elecciones!», con los agentes en plena campaña
La portada de «¡Elecciones!», con los agentes en plena campañalarazon

Ibáñez entra en campaña con una nueva entrega de Mortadelo y Filemón que sale a la calle el miércoles y en la que los políticos españoles se lían a «trompadas» antes del 20-D.

Tras el éxito del ya penúltimo álbum de Mortadelo y Filemón, «El tesorero» (con más de 100.000 ejemplares vendidos), la pareja de agentes de la T.I.A. creada en 1958 por el gran Francisco Ibáñez (Barcelona, 1936) regresa al primer plano de la actualidad. En esta ocasión, el argumento vuelve a cargar las tintas en un tema estrechamente relacionado con la política española, y más concretamente en las próximas elecciones generales que han de celebrarse el 20 de diciembre. El álbum, titulado «¡Elecciones!» (Ediciones B), entra de lleno en el tema pero, como es habitual en Ibáñez, de una forma muy particular. De hecho, Mortadelo y Filemón se presentan a los comicios con el recién creado Partido Mortadelista Filemonero Español. Pero no estarán solos en esta aventura política, ya que el Superintendente también será candidato a la presidencia por el partido Pepero (Pueblo al Poder Rompiendo Osamentas), mientras que el simpar profesor Bacterio liderará el C.U.L.O. (Científicos Unidos Liberando el Orbe). Junto a ellos, «¡Elecciones!» aportará la particular visión de Ibáñez de otros personajes reales relacionados con la política y la sociedad. Del interior del álbum tan sólo ha transcendido una viñeta. Pero pocas veces se ha mostrado toda una declaración de intenciones con tan solo un dibujo. En una multitudinaria escena, podemos ver cómo el Rey Juan Carlos atiza en todo la cabeza con un ladrillo a Oriol Junqueras; o cómo Pablo Iglesias está a punto de perder su característica coleta a causa de un buen tirón de la misma. También se puede ver al ministro de Interior Jorge Fernández-Díaz haciendo una declaración a la Prensa mientras atiza con un martillo a un desprevenido ciudadano. No menos sorprendente es la contundencia de Mariano Rajoy en opinar sobre la independencia. Incluso el Papa Francisco tiene la ocasión de «bendecir» de una peculiar manera. Por supuesto, toda la ilustración posee el inconfundible toque de Francisco Ibáñez. Sin duda, «¡Elecciones!» contiene todos los ingredientes para ganarse el interés del gran público.

Primero fue Moscú

La relación de Mortadelo y Filemón con la actualidad no es nueva en la serie de Ibáñez. De hecho, casi podríamos afirmar que es precisamente esa estrecha relación una de las razones que ha revalorizado esta saga humorística en los últimos años. Todo empezó en 1980, cuando los agentes de la T.I.A. vivieron su primera aventura olímpica en Moscú 80; desde entonces, estos dos personajes no han faltado a ninguna de las citas olímpicas de estos últimos 35 años (con un énfasis especial en Barcelona 92, un álbum especialmente carismático). Algo semejante ocurrió con los campeonatos mundiales de fútbol, en los que los personajes de Ibáñez han participado desde el Mundial celebrado en España en 1982, aparte de sus incursiones en la Vuelta ciclista a España, el baloncesto o la Fórmula 1.

Pero las referencias a cuestiones sociales, políticas e históricas en la serie no terminan ahí. Desde finales de los años ochenta del siglo pasado, Ibáñez, por medio de Mortadelo y Filemón, ha ofrecido su cáustica visión de temas como la perestroika («La Gomeztroika»), los fastos de 1992 («El quinto centenario»), el Tratado de Maastricht («Maastricht... ¡Jesús!»), el mundo de los paparazzi («La prensa cardiovascular»), el ecologismo («Los Verdes»), el euro («¡Llegó el euro!»), Don Quijote de la Mancha («Mortadelo de La Mancha») o el nuevo carnet de conducir por puntos («¡El carnet al punto!»).

Las referencias a la actualidad política española han sido también una constante en las entregas de Mortadelo y Filemón de estos últimos años. En el álbum «Corrupción a mogollón» los agentes de la T.I.A. debían enfrentarse a Rulfián, director general de la «Guardia Viril» (en referencia a Luis Roldán). En «Atasco de influencias», uno de los personajes principales era un claro remedo de Juan Guerra, el hermanísimo de Alfonso Guerra, que aparecía con el nombre de Juanito Batalla. La presencia de políticos españoles y extranjeros ha sido también una constante en Mortadelo y Filemón. Ibáñez ha dotado de vida y caricaturizado a, por ejemplo, ex presidentes como Felipe González (con varios cameos en «Barcelona 92» o «El pinchazo telefónico»), José María Aznar (que en «El ordenador... ¡qué horror!» se pasaba el rato diciendo aquello de «España va bien») o José Luis Rodríguez Zapatero (presente, por ejemplo, en «¡Por Isis, llegó la crisis!»).

También el actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha disfrutado de espacio propio en la serie de Ibáñez en títulos como «¡Espías!», y más recientemente en el ya citado «El tesorero», donde junto a un sosias de Bárcenas aparece con el nombre de Mamerto Rojoy. Otros políticos de esta piel de toro han obtenido su protagonismo en las aventuras de Mortadelo y Filemón, como Adolfo Suárez, Jordi Pujol, Alfredo Pérez Rubalcaba, Julio Anguita y Cristóbal Montoro. Por supuesto, todos ellos tamizados por la siempre divertida y políticamente incorrecta ironía de Ibáñez. Como afirmaba en una entrevista concedida a LA RAZÓN con motivo de la presentación de «El tesorero», «cada nuevo tema me lo dais los de la prensa y las teles –y encima no pago– y los políticos; a veces digo que los políticos nos hacen competencia desleal a los dibujantes, porque la gente se ríe más con ellos que con nosotros».

Pero el creador de Mortadelo y Filemón también ha escogido a otros personajes insignes de nuestra más reciente historia para aparecer en sus aventuras. El entrenador de la Selección española de fútbol, Vicente del Bosque, tenía sus momentos de gloria en «Mundial 2010»; el empresario José María Ruiz-Mateos disfrutó de un papel importante, casi siempre disfrazado de Superman, en «Maastricht... ¡Jesús!», y Mario Conde, ex presidente de Banesto, aparecía en «El jurado popular» y «La rehabilitación esa». Otro personaje muy popular presente en la serie no es otro que Jesús Gil y Gil; aparte de incluirse en cuatro álbumes de la serie, el titulado «El señor de los ladrillos» iba a ser una clara parodia de los negocios de este empresario y político, pero mientras Ibáñez estaba realizando este álbum Gil falleció, y el autor tuvo que redibujar las caricaturas de Gil para cambiarle el rostro (no así el cuerpo), siendo sustituido por el ficticio constructor Ladríllez Peñón.

Ibáñez también ha utilizado a famosos políticos extranjeros; entre ellos, destacaremos a Angela Merkel, Bill Clinton, George W. Bush, François Mitterrand, Isabel II y Barack Obama. Pero Ibáñez ha puesto un especial énfasis con Carlos de Gales, a quien ha utilizado sobre todo para burlarse de sus pabellones auriculares en álbumes como «El pinchazo telefónico» y «Fórmula 1».

Ibáñez, es evidente, ha estado estos últimos años muy al tanto no sólo de la actualidad, sino también de reflejar en versiones paródicas los tics y defectos de los principales políticos del momento. Su visión es, en ocasiones, ácida y mordaz, ya que este autor recurre al humor en su vertiente más sarcástica, explotando las imperfecciones y carencias de aquellos que gobiernan el destino de España y del resto del mundo. La saga de Mortadelo y Filemón ha estado y está siempre al filo de lo que es noticia en estos últimos 35 años, aportando así a la serie tanto argumentos perfectamente reconocibles para todos sus lectores como una forma lúdica e irreverente de reflejar el día a día.

Espectáculo circense

Con «¡Elecciones!», Ibáñez sigue por esta senda, incidiendo si cabe aún más en la realidad española con una desternillante parodia del espectáculo circense en el que pueden convertirse unas elecciones generales. De hecho, a Mortadelo y a Filemón sólo les faltaba convertirse en políticos. En «¡Elecciones!» podremos disfrutar de hasta dónde puede llegar la política... al menos pasada por el rasero del gran Ibáñez. Y es que, como afirmaba el propio autor respecto a la obra, su intención no es realizar una denuncia social o política de nuestro país, «para eso están los periodistas o críticos, lo único que busco es hacer reír a la gente».