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Elvira Sastre: “Las redes sociales no marcan un estilo ni una manera de escribir”

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La Razón
  • M.Moleón

    Marta Moleón

Creada:

Última actualización:

Compartir los rincones edulcorados de las vivencias personales con millones de usuarios en forma de templada poesía, exponer las dolencias puntuales de un corazón castigado a través de las palabras o proclamar un desabrido mensaje emocional capaz de traspasar algunas pantallas son ejercicios que Elvira Sastre (Segovia, 1992) maneja con la habilidad suficiente como para que se traduzcan en algo efectivo y significativamente rentable. Tras publicar varios poemarios, colaborar con cantautores como Diego Ojeda, traducir a poetas como Rupi Kaur, llenar salas de conciertos con sus recitales y hacerse con el premio Biblioteca Breve otorgado por Seix Barral gracias a su novela intergeneracional «Días sin ti», la joven escritora nos recibe en el Hotel de las Letras de la capital para analizar las claves de su éxito y reflexionar -en la medida de lo posible- acerca de lo que significa escribir.
–Podría decirse que la columna de su novela está formada por vértebras que hablan del peso del pasado y de la importancia de la memoria. ¿Hoy en día se le concede la suficiente dentro del debate social?
–No, yo creo que no. Falta por todas partes. Tanto en el plano personal en lo que se refiere a la relación que establecemos con nuestros mayores al no escucharles, como en el plano político. A la vista está que no hemos sido capaces todavía de aprender nada sobre lo que hemos vivido.
–¿Cómo describiría el proceso creativo de escribir una novela?
–Bueno, tiene una disciplina para mí bastante férrea. Se necesitan espacios de tiempo. A lo mejor te sientas durante horas y te sale un párrafo pero no puedes abandonarlo. Hay mucho sacrificio, mucho tiempo volcado y la necesidad de organizarte bien y procurar no frustrarte. Existen momentos en los que no te sale nada, lo dejas y ya no sirve. Es importante tener esa especie de fe o de creencia en ti mismo.
–¿Qué opinión le merece que cuestionen de la calidad literaria de obras pertenecientes a esta nueva generación de «escritores millenialls» de la que usted misma forma parte? ¿El talento en las redes sociales está sobrevalorado o realmente es una buena cantera de artistas?
–Yo pienso que ese planteamiento es un poco erróneo. Al final las redes son un movimiento de difusión y nada más. No me parece que marquen un estilo, ni una manera de escribir en ese sentido. Es simplemente una forma de comunicar tu trabajo y creo que eso al arte le beneficia muchísimo porque propicia una manera muy inmediata de enseñar un poema, un dibujo, una canción. Igual que no se plantea el tipo de música que hacen todos los artistas que utilizan las redes para promocionarse, pues en la literatura ocurre lo mismo y eso no significa que sea mala. No encuentro un nexo de unión entre una cosa y otra más allá de que compartimos el mismo medio de difusión.
–¿Cree que es necesario que la literatura se utilice como vehículo de denuncia social? ¿O el arte debería estar exento de cuestionamientos ideológicos?
–No. Creo que es algo que hemos podido ver a lo largo de la historia. Siempre ha habido libros que denuncian asuntos como la guerra civil, que es un tema que muchísima gente aborda. La literatura debe servir para que la gente también abra los ojos y se plantee cosas. Mientras que los libros de texto nos explican cuestiones de manera objetiva, las novelas tienen la función de hacerlo desde la perspectiva subjetiva del autor. Estés o no de acuerdo con él.
–Empezó escribiendo poesía y ahora decide aventurarse con su primera novela, ¿dónde nace el escritor y en qué lugar muere el poeta?
–Para mí ha sido un ejercicio bastante grande intentar separarlo al máximo. Me ha ayudado que sea una obra de ficción, que al final no tiene ese carácter autobiográfico de los poemas y uno puede desligarse en cierta manera y no tener esos límites que te impone el hecho de «cuento hasta aquí porque hasta aquí es lo que me ha pasado». La narrativa me permite también explorar esas cosas que me puedo inventar y que proceden de mi imaginación. En ese sentido sí que ha habido un trabajo por separarlo, por no caer en ello.
–¿Hasta qué punto el lector puede llegar a ser fuente de inspiración? ¿La acogida que tienen sus textos condiciona su manera de escribirlos?
–Nunca lo he hecho. Además es uno de los ejercicios que me sale ya un poco sin esfuerzo... no dejarme llevar por la gente o por sus opiniones porque es imposible gustarle a todo el mundo. Es algo que no he dejado nunca que me afecte ni al principio ni al final porque escribo por mí misma, porque me surge de dentro, y es una manera de que salga y vuelva a entrar de una manera mucho más limpia.
–¿Escribir es ordenarse?
–Sí, bueno, eso creo. Uno puede acabar hecho un caos igual cuando escribe pero, estás ordenando temas y los estás comprendiendo mejor cuando lo haces. Yo lo asumo cuando lo escribo y lo veo por escrito. Digo: vale. Esto es lo que me pasa y esto es lo que tengo que hacer para superarlo.