Emilio Aragón: «Me siento muy español, pero la patria de mi infancia es América»
Publica disco por medio de un alter ego, Bebo San Juan, en el que explora sus raíces como emigrante en Latinoamérica: «La vuelta al mundo»
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Publica disco por medio de un alter ego, Bebo San Juan, en el que explora sus raíces como emigrante en Latinoamérica: «La vuelta al mundo».
Ulises Fuente -
no nunca está desarraigado si lleva música dentro. Ese es el mensaje del primer disco (álbum convencional, sin contar bandas sonoras) de Emilio Aragón en más de 20 años. A sus 60, Aragón se vio en un inmenso reto que le condujo a reconocer sus orígenes. Su madre, ya octogenaria, le señaló con el dedo y le miró a los ojos: «Haces muchos discos, sí, pero tú nunca me has hecho un disco cubano», le espetó esta habanera con caribeño desafío. El propio Aragón nació en La Habana, aunque salió de allí con un año, y está casado con una cubana que se sumó al coro de querellantes. «Así que me puse a hacer unas canciones que iban a ser para cantar en familia. Pero me han obligadio casi a publicarlo», dice este productor cinematográfico que lo ha sido todo en la tele: cómico, actor y hasta presidente de una cadena, La Sexta, cuando arrancó en 2005. «La vuelta al mundo» es un trabajo de canciones con un pie en Cuba y otro en muchos países de Latinoamérica, tantos como en los que ha vivido el hijo de Miliki. Para hacer este trabajo, Aragón ha creado un personaje, un alter ego llamado Bebo San Juan. Pero no es, como pensábamos, una estrategia para hacer desaparecer la figura de Emilio Aragón, de reconocida alergia a los medios. «No, es que mis nietos me llaman Bebo. Y bueno, San Juan de Puerto Rico es el lugar al que fui al colegio y que recuerdo con mucho cariño».
¿De dónde soy?
La infancia de Emilio Aragón fue tan errante como se le presupone a una familia del circo. «He vivido en Caracas, Buenos Aires, Miami, México y Chicago solo en los años del colegio», explica sobre esa época decisiva en la que se forja la identidad. «Yo soy de los patios de colegio en los que he jugado. Y es cierto que llegaba al siguiente país siempre con un acento distinto y no acababa de ser de ningún lado, aunque al mismo tiempo me iba llevando algo conmigo. Te puedo decir que en mi adolescencia tuve algo de crisis de identidad. Desde que nací tengo el pasaporte español pero una vez le pregunté a mi padre que de dónde era yo... Y él me dijo que de donde quisiera. Así que soy de muchos sitios pero me siento muy español», explica el artista. Por esta razón, no se veía con la «autoridad moral» según sus palabras para completar un disco cubajo, guajiro de verdad. «Lo intenté, pero no me resultaba natural, así que me encontré con que era una buena idea ir metiendo algo de los países en los que he vivido, una pincelada de Argentina en una canción, en otra algo más caribeño... Porque sí que recuerdo una cosa muy claramente que fue un acierto de mis padres. Cada vez que nos instalábamos en un lugar nuevo, lo primero que hacíamos era aprender el folclor, entrar en orquestas o conjuntos de música, y ese resultaba ser el mejor camino para integrarnos adonde fuéramos», recuerda. No solo eso: su padre era amigo de Benny Moré y Rolando Laserie, entre muchos otros enormes artistas. «La música fue el vehículo que me permitió conectar y termina siendo inherente a mi manera de ser», señala Aragón, que, ante todo, se considera músico. Ni actor, ni productor, ni nada. «Algunos me dicen que las pelis que hago –«Pájaros de papel» (2010), «Una noche en el viejo México» (2014)– son únicamente una excusa para poder hacer la banda sonora. Así que sí: malo, pero soy músico», remata. Su madre sigue hablando con acento cubano. Él «se impuso» la zeta cuando llegó a España con 14 años. «Ella sigue ejerciendo de cubana como siempre. Y en mi familia somos una tribu. Hacemos música en sobremesas, fiestas o con cualquier motivo. Este álbum es en realidad una carta de amor a mi madre y a su incluencia en todos. Y también a mi mujer».
Sin embargo, de entre los temas destaca uno que tiene raíces españolas. «Siempre» es la adaptación de un poema de Lorca que parte el corazón. «Te voy a contar algo. Era uno que iba a ser para el disco de otra persona, pero no pude dársela», confiesa. «Y eso que, por la letra que tiene, me costó grabarla varias veces. La toma que ha quedado es la de la maqueta, porque cada vez que trataba de cantarlo, se me formaba un nudo en la garganta. Es tan potente y dice tantas cosas que...». Por eso aparece dos veces en el disco, primero en forma de bolero ligerito y también más desnuda, en versión de voz y piano. «Ví el poema como algo íntimo que le compones a otra persona, pero no se lo cantas nunca, sino que te lo recitas a ti mismo. Y luego el tema me salió bien, porque, estructuralmente, al poema es complicado buscarle la métrica. A mí me venía a la cabeza Lorca, esa cárcel que hay en el poema, el amor que profesas a alguien y que sabes que no podrás conseguir», dice el músico. ¿Ha pagado con esto la deuda que su madre le afeaba? «(Risas) Sí, podemos decir que sí. Se emocionó mucho de con las canciones porque rezuman felicidad. Y es muy bonito verla presumir con sus amigas de que el disco se lo regalé especialmente para ella», concluye sonriente.