Buscar Iniciar sesión

El estafador que vendió en Benidorm el último solar en primera línea de playa

Elisa Ferrer se inspira en un caso real sucedido en la ciudad del turismo en los ochenta para su nuevo libro, «El holandés»
Elisa Ferrer
Elisa FerrerIván Giménez

Creada:

Última actualización:

Benidorm, finales de los años 80. El boom urbanístico está cambiado el perfil de lo que fue un pueblo de pescadores, mutando a velocidad vertiginosa de apacible villa a urbe vertical. Entre los incipientes rascacielos y mastodónticos edificios de apartamentos, en primera línea de playa, apenas queda un solar. Uno pequeño, escarpado, casi un pedregal. Apenas diez años atrás, ese solar no valía nada. Lo heredaría la niña o el hijo vago, nunca el primogénito espabilado. En este momento, vale millones. Y cuatrocientos fueron los que se embolsó el dueño de un pequeño bar por su venta. El único problema, nimio detalle, es que no era suyo.
Benidorm, 2023. Estamos delante de los dos edificios rebujados de mármol y objetivamente horteras que ocupan hoy lo que fue ese solar. Un apartamento de dos habitaciones cuesta 450.000 euros. Bajo un sol de justicia, pese a ser octubre, y con el mar azul intenso de una playa de Poniente plagada de jubilados encarnados al borde de la insolación detrás, la escritora Elisa Ferrer nos cuenta la fascinante historia de la mayor estafa cometida en la costa levantina. Es la historia de un personaje excesivo y entrañable y es también la que da forma a su nuevo libro, "El Holandés" (Tusquets) y que hoy en día, nos explica, sería imposible que pudiese ocurrir. Como también lo sería en otro lugar.
“Esto solo podía pasar aquí y en ese momento”, apunta. “Es fruto de una época y de un lugar muy concreto”. Y ese lugar es Benidorm. Uno en aquel momento emergente, en pleno cambio de identidad. “Sin él no se entendería que ocurriese una historia así. Como no habría ocurrido sin la figura de Pedro Zaragoza, alcalde de la ciudad y quien ideó todo un plan para convertirlo en ciudad turística, desatando luego todo el fenómeno de la especulación, que es fundamental para todo ese caldo de cultivo perfecto para estafadores y corruptos que facilita que esto suceda”. Confiesa que, como escritora, más interesante que la estafa es haber conocido a un personaje como este". Porque Rafael no se llama Rafael (ni Honorato, ni José Luis, ni Miguel Ángel…) pero existe. Y es “un tipo encantador, te engatusa. Esa es su fuerza, ese carisma que hace que alguien pueda llegar a confiar en él hasta el punto de dejarse estafar de esa forma. Por eso para mí este libro no es un thriller, es un libro de personaje. Lo interesante aquí es él”.
Él y Benidorm. Este Benidorm sorprendente e inabarcable, indescifrable, que es, más que el escenario perfecto, el otro gran protagonista. “Es un personaje fundamental”, admite Ferrer. “Con su propio arco de evolución como tal, que discurre paralelo al de Rafael: mientras Benidorm pasa de pueblo de pescadores a capital turística, Rafael pasa de insignificante camello a estafador perseguido por la Interpol”. Recuerda divertida que "desde niña había escuchado esta historia, la leyenda de un señor que se había hecho rico vendiendo un solar que no era suyo. Hay quien dice que la novela es un novelista corriendo detrás de un personaje. En este caso es al revés, es el personaje el que me ha perseguido a mí. Y convertir a ese hombre, al viejo y encantador estafador, en ficción fue una de las dificultades que encontré. Porque necesitaba llevarme a mi terreno, que es la ficción, una historia que nace de la realidad”. Y lo logra la escritora sin juzgar a sus personajes y sin guiar al lector con innecesarias moralinas, narrando la historia con una voz narrativa que huye de la impostura y el estupendismo. Sencilla, que no fácil. Compleja, que no alambicada. Y fascinante. Mucho. Como Rafael. Como Benidorm.

Un camello de poca monta y 400 millones de pesetas

Obsesionado con el pastizal que podría valer el último solar por construir en primera línea de playa en el Benidorm emergente de finales de los ochenta, lo de menos era que no fuese suyo. Y así es como un camello de poca monta, dueño de un barucho destartalado, es capaz de orquestar la mayor estafa perpetrada en la capital del turismo de masas. Cuatrocientos millones de pesetas de la época se embolsó y huyó de allí, no pudiendo volver a su tierra hasta pasados muchos años, hasta prescrito el caso. Una ocurrencia tan disparatada (y delictiva) que no ha necesitado demasiada ficción para convertirse en genial novela.