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Fernando el Católico, el rey que fue un gran político

Miguel Ángel Ladero, catedrático de Historia Medieval, publica un exhaustivo volumen que recoge los últimos años de vida del monarca,. un periodo poco estudiado y sobre el que ahora arroja luz.
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Miguel Ángel Ladero, catedrático de Historia Medieval, publica un exhaustivo volumen que recoge los últimos años de vida del monarca,
un periodo poco estudiado y sobre el que ahora arroja luz.
La biblioteca de la Academia de la Historia, solemne, acoge la voz firme, pero sobre todo sabia, de uno de sus ilustres miembros, el catedrático de Historia Medieval Miguel Ángel Ladero, hablando sobre Fernando el Católico, figura sobre la que ha investigado y profundizado en su libro «Los últimos años de Fernando el Católico 1505-1517» (Dykinson), coincidiendo con el aniversario de su muerte, aunque, según afirma, «podría haberlo hecho en otro momento». En sus 70 páginas de notas aparecen manejados más de 500 libros, crónicas, colecciones documentales y artículos. «Seis meses entre preparar, estudiar, componer y escribir este libro que trata de dar luz a un periodo», quizá menos conocido del monarca, que discurre desde la muerte de Isabel en 1504 hasta la suya propia en Madrigalejo, el 23 de enero de 1516.
–¿Queda la figura de Fernando algo desvanecida a la sombra de Isabel?
–Los historiadores castellanos suelen exaltar a Isabel casi inconscientemente. La historiografía sobre los Reyes Católicos tiende a dar un salto entre 1504 y 1517 y pensar que estos años son un apéndice sin nada relevante. Al morir Isabel hay cambios importantes, atribuibles sólo a Fernando que demuestran que lo hecho en esos diez años finales tiene la misma categoría o más que lo realizado en los 30 anteriores.
–¿Fue odiado por la nobleza castellana?
–No, lo que pasa es que la nobleza, como es su obligación insti- tucional, seguía al rey y cuando llegaron Juana y Felipe en 1506, los reyes eran ellos y todos los nobles se fueron con Felipe. Difícilmente podrían haber hecho otra cosa, unos se fueron de mejor gana y otros de peor, pero se fueron. Muerto Felipe, salvo dos o tres casos, volvieron con Fernando.
–¿Fue amado en Aragón?
–Respetado, pero con mucha contradicción jurídica. En cuanto pensaban los dirigentes políticos aragoneses que el rey estaba extralimitándose en sus funciones, le oponían un dique jurídico. Donde fue más apreciado fue en el reino de Valencia.
–¿Puso más empeño en los asuntos de fuera?
–Nápoles es una conquista fernandina. Consolidó el dominio dinástico en su viaje de 1506-07. Su genio consistió en crear ese equilibrio, una obra de arte político que duró 200 años. Lo de África es una prolongación de la guerra de Granada, de las ideas de cruzada antiislámica. Y las Indias fueron muy importantes en su gobernación, fue el primer organizador del gobierno. Él define jurídicamente qué hay que hacer y cómo hacerlo.
–¿Su matrimonio con Germana de Foix se puede considerar una estrategia política?
–Evidentemente, los reyes de Francia podían hacerle daño y quería llevarse bien. Fue totalmente político con el objetivo de afianzar amistad y paz con el rey francés y muy bien pagada. Leyendo la letra pequeña del convenio matrimonial se estipula pagar 500.000 ducados durante 10 años a cambio de no intervenir en Nápoles y, si hay un hijo, que lo herede.
–¿Al conquistar Navarra podríamos decir que España es la primera nación unida de Europa?
–No se puede porque sería transferir criterios contemporáneos, o mejor, constitucionales del siglo XIX y XX de nación, a épocas en que la nación tenía un significado distinto. Básicamente no era un significado político, sino de naturaleza de patria común con independencia de que hubiera o no unión política territorial y, en este sentido, hay naciones reconocidas, Francia, Alemania, Grecia... Es rey de España como nación histórica, pero como nación política no existía. Lo que hubo fue una unión dinástica. El rey lo era de Castilla, Aragón y Navarra y alguno conservó su estructura constitucional e institucional 200 años. Es compatible tener una idea común de España como patria de todos sus habitantes y al mismo tiempo respetar la diversidad política de los componentes de la corona.
–¿Se consideraría un sistema federal? ¿Las propuestas federales actuales serían una vuelta a estos orígenes?
–No, porque no hay la noción de federación. Este concepto no es medieval, es contemporáneo y los conceptos políticos no se pueden transferir de una época a otra sustancialmente distinta. En el siglo XV las monarquías no son ni dejan de ser federales, el rey lo es de diversos reinos unidos. Castilla nunca fue un conglomerado de reinos con legislación e instituciones propias, sino homogénea. Intentar aplicar criterios históricos a la actualidad me parece que no va a ninguna parte. Lo que haya que arreglar, que se arregle según los principios de derecho constitucional y político actuales, no echando mano de la Historia porque, inevitablemente, la van a tergiversar.
–¿Cuáles fueron sus virtudes?
–Fue un gran político, de enorme inteligencia y habilidad, uno de los creadores de la diplomacia española en Europa. Un rey importante que tomó medidas trascendentales para el futuro histórico de España con gran claridad y visión política. Quería que la España histórica constituyera una forma de unión política duradera y lo consiguió. Un estadista de categoría en su universo político que hay que entender a partir de categorías políticas y religiosas específicas, distintas de las actuales.

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